El triunfo de España en la Eurocopa de fútbol se ha basado en una gran autoconfianza. Por supuesto, en la altísima calidad de los jugadores, requisito imprescindible para estar al altísimo nivel que se encuentra este equipo, pero atributo insuficiente en los momentos más decisivos de las competiciones, cuando en ausencia de notables diferencias en lo físico, técnico y táctico, los aspectos psicológicos suelen tener el mayor peso.
La autoconfianza individual y colectiva es el aspecto psicológico con una mayor trascendencia en el momento de rendir al máximo en el deporte, el mundo empresarial o cualquier otro ámbito competitivo que demande excelencia. Sin ella, es el estrés perjudicial quien suele tomar las riendas, influyendo negativamente en la toma de decisiones y la ejecución de éstas. Los éxitos, como en el caso de España en los últimos años, contribuyen a potenciar la autoconfianza siempre que los protagonistas perciban que para lograrlos hicieron cosas que pueden volver a repetir; de ahí la importancia de continuar con lo que funciona bien, como ha hecho Del Bosque (una de sus principales cualidades, ahora y siempre), manteniendo hombres, estilos de juego y normas de funcionamiento que han proporcionado éxitos en el reciente pasado. Pero por otra parte, el éxito también conlleva el riesgo de un exceso de confianza y/o un acomodamiento que pueden minimizar el rendimiento, lo que explica, entre otros factores, la decadencia y caída de los mejores proyectos; de ahí la importancia de la innovación, que aunque pueda parecer antagónica a la continuidad, debe hacerse compatible con ésta. La continuidad de lo que funciona bien constituye una base sólida para el desarrollo de la autoconfianza; mientras que la innovación obliga a un sobreesfuerzo (sobre todo, mental) para dominar lo que es nuevo, y supone un reto que además de su valor específico en lo estratégico, impide dormirse en los laurales del éxito. A su vez, para alcanzar este reto es necesario desarrollar una autoconfianza respecto al mismo que aumente las posibilidades de éxito (es decir, llegar a confiar en que se puede lograr).
En mi modesta opinión de observador externo, algo o mucho de esto ha podido suceder, a propósito o no, en el victorioso equipo de España en la Eurocopa. Por un lado, se apuesta por la continuidad y, por esta vía, se potencia la autoconfianza. Por otro, probablemente por la ausencia de Villa, la irregularidad de Torres en la temporada y querer darle más protagonismo a un gran jugador como es Fábregas, se apuesta por la innovación de jugar con un delantero “falso”, obligando al equipo a un sobreesfuerzo que le impide acomodarse con un exceso de confianza en las soluciones de antaño. Paralelamente, se desarrolla la autoconfianza en esta nueva forma de jugar. ¿Cómo? Apostando decididamente por ello, como ha hecho Del Bosque a pesar de las innumerables críticas externas, y probablemente, buscando datos favorables que pudieran avalar la credibilidad de la innovación, tanto en la experiencia del propio equipo (en entrenamientos y partidos anteriores donde se haya utilizado con éxito) como en la de los jugadores en sus clubes (el caso de los del Barcelona, jugando allí exitosamente con delanteros “falsos”). El resultado de todo ello es la extraordinaria autoconfianza que los jugadores han exhibido en los momentos más decisivos, incluyendo los penaltis contra Portugal y la final contra Italia, cuando parecía que el equipo estaba “en las últimas” y ¿sorprendentemente? sacó fuerzas que pocos esperábamos.
Se suele despedazar a los entrenadores cuando se pierde, y en ocasiones se les alaba cuando se gana. En este caso, al haber ganado, es fácil la alabanza; pero no por ello es inmerecida o exagerada; es más, habría sido apropiada incluso habiendo perdido, por ejemplo en los penaltis contra Portugal. El papel del entrenador, como el de cualquier director, es gestionar sus recursos lo mejor posible para poder sacarles el máximo partido, si bien esa gestión, sobre todo en el deporte, por buena que sea no puede garantizar el éxito final, al haber factores externos que el entrenador no puede controlar. Sí puede, y aquí radica el éxito de su gestión, sopesar y apostar decididamente por las estrategias que sin llegar a garantizar el éxito, considere las más adecuadas para poder alcanzarlo. Ese es su reto. Su acierto aumentará las posibilidades de triunfar, y su desacierto las disminuirá. En esta Eurocopa, con independencia del final feliz y sin entrar a analizar la idoneidad táctica del delantero “falso”, la apuesta, en lo psicológico, ha sido muy apropiada: la solidez de la continuidad y la frescura de la innovación; la fortaleza conjunta de la autoconfianza en lo que ha funcionado bien y del sobreesfuerzo mental para dominar lo nuevo: la firme convicción, a pesar de las críticas, de que esta sabia mezcla nos llevaría al éxito. La insistencia del entrenador ha transmitido un mensaje muy claro a sus jugadores: “confío en vosotros, confío en nuestro sistema de juego, confío en que jugando así ganaremos”. Una interesante lección que se puede aplicar en numerosos ámbitos.
Chema Buceta
7-7-2012
7-7-2012
Estimado Chema. Para un deportista, o más bien aprendiz de deportista, en el ocaso de su vida de Sportman no le queda más que estar totalmente de acuerdo en lo comentado por tu parte, espero que se me permite la licencia del tuteo. Ser fiel a un estilo, lo cual no quiere decir ser inmovilista, y saber transmitirlo al grupo han sido las claves del éxito. Yo, por mi parte, pondré un Del Bosque en mi vida.
ResponderEliminarUn alumno y aprendiz de Coach.
Muchas gracias por tu comentario. Totalmente de acuerdo. está claro que podemos aprender mucho del liderazgo de Del Bosque.
EliminarEstimado Chema yo añadiría a parte de la autoconfianza, es la gran generosidad entre jugadores, la filosofía del dar, la apuesta por poner en valor a los demás. Pienso que la grna fortaleza es esa, ya que la autoconfianza también la tenían otros, pero la apuesta por el grupo en vez de al individuo solo se ha dado en esta generación de jugadores, si los que vienen detrás asumen este modelo tendremos campeones para rato.
ResponderEliminarSalu2 Francisco Beltrán
Tienes razón Francisco. El espíritu de equipo, más allá de llevarse bien, plasmado en esa generosidad que tu mencionas, es un valor muy importante de esta generación de jugadores.
EliminarOtro mérito de Del Bosque partiendo de la herencia de Luis Aragonés (que hizo mucho por este espíritu tomando algunas decisiones clave).