Hoy ha sido una buena jornada para España. Marina Alabau
(vela), Javier Gómez Noya (triatlón) y Ona Carbonell y Andrea Fuentes (natación sincronizada) han
ganado medallas. Los dos primeros fueron cuartos en los Juegos de Pekín, y
cuatro años más tarde se han sacado la espina. Los cuartos y quintos puestos
tienen un valor enorme que, sin embargo, queda eclipsado por las medallas, el
gran objetivo de los que, como estos campeones, destacan más en su deporte. La
reacción de los deportistas puede ser diversa. Los hay que valoran lo alcanzado
y, al mismo tiempo, añoran la medalla que estuvo tan cerca. Y los hay que
sienten una rabia y una frustración enormes por no haber conseguido el metal
tan ansiado. Unos y otros, si aún tienen edad para ello, suelen plantearse de
nuevo el objetivo de la medalla para los siguientes Juegos ¡dentro de cuatro
años! En principio es un objetivo realista, pues lo han estado rozando; pero se
encuentra demasiado lejos, y aunque para muchos deportistas es la meta que
justifica su esfuerzo (y sus ingresos), no todos son capaces de perseverar lo
suficiente como para seguir en la brecha con la ambición y la dedicación
necesarias. Marina y Javier lo han hecho, demostrando así, no tanto por la
medalla, que también, sino por su perseverancia, su talla de grandes campeones.
Además, su actuación fue impecable. Marina se mantuvo en primera posición desde
el primer día de competición, manejando la presión que conlleva el liderato:
mayor si cabe por las continuas expectativas de oro puestas en ella. Javier se
puso a la cabeza desde el inicio y corrió con mucha inteligencia, superando los
fantasmas de la pájara que en Pekín le privó del pódium. Y qué decir de las
chicas de sincronizada. Es evidente que si no hubieran sido perseverantes no
habrían conseguido tan sobresaliente éxito. ¿Cuántas veces habrán repetido ese
bellísimo ejercicio a ritmo de tango, hasta dominarlo con la maestría que han
mostrado? Las medallas, el éxito en cualquier ámbito, son el resultado de
varios factores: el talento, la planificación, los medios… y uno de los más
importantes es la perseverancia; es decir la capacidad de insistir en el
esfuerzo necesario para conseguir el objetivo que uno se ha propuesto, superando altibajos,
contratiempos, reveses, vanidades, y también la tentación del acomodamiento.
Para todos los campeones, las medallas son un gran premio a su perseverancia.
Entre ellos, además de los españoles, quiero destacar a Félix Sánchez,
de la República Dominicana, oro en los 400 metros vallas. Fue campeón olímpico
en Atenas 2004, no lo consiguió en Pekín, y ahora, ¡ocho años después! vuelve a
lograrlo. ¡Qué grande!
Chema Buceta
7-8-2012
twitter: @chemabuceta
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