¿Apoyo popular masivo?
Siguiendo con la aventura de Madrid 2020, una de las
mentiras o medias verdades que nos contaron fue que la candidatura tenía más de
un 90% de apoyo popular. Sin duda, una extensa mayoría bastante silenciosa, porque en las
redes sociales abundaban los comentarios en contra y, salvo mensajes
institucionales, se leían muy pocos a favor. ¿Cómo se obtuvo ese dato de
ciencia ficción? Lo que en realidad se palpó fue que a diferencia de intentos
anteriores (2012, 2016), salvo al final, la trayectoria de la candidatura pasó prácticamente
desapercibida excepto para los que estaban en el ajo. Escasas y muy espaciadas
notas en los medios de comunicación, como queriendo ir de puntillas para no
llamar la atención de una ciudadanía enojada por los recortes y cansada del
intento olímpico. Con prioridades más acuciantes, el sueño de los cinco aros careció de esa magia que predominó otras veces. En esta ocasión, fue la ilusión
de unos pocos: los deportistas de élite, su entrenadores y las federaciones,
como es lógico, pensando que así tendrían más recursos; los implicados en la organización
y los que, de salir el proyecto, podrían encontrar ahí oportunidades laborales;
y políticos a los que el deporte no importa demasiado, pero que pensaron en la
rentabilidad de esa foto. El entusiasmo
de la candidatura, distante de la realidad social, contrastó con la frustración
de las restricciones en sectores básicos y la lucha por sobrevivir al paro, las deudas con los bancos y la pérdida de poder adquisitivo; pero
además, centrándonos exclusivamente en el deporte, con las precariedades y
desapariciones de muchos clubs y deportistas madrileños y de toda España, y la subida de
cuotas en las instalaciones deportivas del mismo municipio que solicitaba unos
Juegos Olímpicos (!). ¿Apoyo popular masivo?
En el sprint final, gracias al esfuerzo de
algunos medios de comunicación, que en cierta medida ofrecieron una información sesgada por
exceso o defecto, según se ha denunciado posteriormente, se logró animar a bastantes madrileños a participar en diversos eventos promocionales, y sobre todo, a salir a la calle el 7 de septiembre para celebrar una “victoria segura”. Otro
engaño; que condujo a una enorme decepción. Y fuera de Madrid, el fervor fue prácticamente inexistente. En resumen, apoyo de mucha gente, sí; pero desde luego, no masivo.
Es lógico. Aunque los Juegos aporten riqueza, también exigen mucho gasto, y la
experiencia de ciudades olímpicas con grandes deudas post Juegos no es
precisamente alentadora. No era el mejor momento para un proyecto faraónico por
muy buenas previsiones que aparentemente tuviera. Y menos aún, cuando la
credibilidad de los dirigentes políticos está por los suelos. ¿Gastar para
ganar más? ¿Quién lo dice? Uff! Cualquiera se fía.
Aquí es dónde se sitúa la segunda mentira o media verdad. Otra
ficción. La candidatura “low cost”, con el 80% (o 90%) de las infraestructuras
hechas. Sólo faltan el estadio olímpico, la villa olímpica, reformar el centro
acuático y habilitar unas cuantas instalaciones más. Nada. Pecata minuta. La
plaza de toros, lista para el baloncesto. Poner las canastas y a jugar. ¿Quién
que conozca Madrid y las instalaciones de las que se ha hablado, puede creer
que está casi todo hecho? Muchas necesitan grandes reformas para estar listas;
otras, sólo existen en las maquetas. ¿Quién dice lo del 80%? Uff! Los Juegos de la
Austeridad. ¿A quien se pretendió engañar? “Brillante” etiqueta rápidamente
transformada en “Los Juegos del Hambre”. Gurús gringos a precio de oro que nos consideran tontos y desconocen
nuestra capacidad de ingeniar e ironizar en menos que canta un gallo. Flaco favor,
uno más, muy merecido, a los políticos y dirigentes deportivos que se dejaron
embolatar.
Los Juegos del Hambre… perdón, de la Austeridad, presumían
de poder organizar la cita olímpica con un presupuesto bastante inferior al de
las restantes candidaturas. Mal mensaje para los del COI, claro, acostumbrados
al lujo y la modernidad. Pero como nos habían dicho que estaba ganado… ¿Vendernos
la moto a los de aquí para evitar una oposición fuerte en la calle? La experiencia de muchas ciudades olímpicas es
que el presupuesto inicial aumenta considerablemente durante el recorrido, y ese parecía ser
el caso de Madrid 2020. Con tantas cosas por hacer aún, resulta muy difícil de
creer que pudieran mantenerse los números presentados. Pero una vez concedidos
los Juegos ¿qué más da? Gasto de dinero público fácil de justificar. A cuenta, algo
simbólico, la extensa comitiva que acompañó a la candidatura de Madrid en
Buenos Aires. Mayor que las de Estambul y Tokio juntas. Más numerosa que el
total de los deportistas que nos representaron en los Juegos de Londres. ¿Juegos
de la Austeridad? ¿Quién lo dice? Uff!! No es extraño que muchos, y no es mi
caso, se alegren de la derrota pensando en las consecuencias negativas que
podría acarrearnos la designación. ¿Apoyo popular masivo?
Con frecuencia, los políticos aprovechan el deporte de élite
para intentar fortalecer su imagen pública vinculándola a los grandes éxitos y
a los deportistas conocidos. También, la Casa Real. En los Juegos Olímpicos he
visto como les van avisando para que estén allí donde se vislumbra una medalla.
Salvo excepciones, el que pierde no interesa. Sólo importa estar junto al que
gana. Pero ¡ojo! La incomparable exposición que proporciona el deporte, si se
utiliza mal, puede tener el efecto contrario. En Buenos Aires, el Príncipe y sus
asesores lo tuvieron claro. Un discurso que, con independencia de la afinidad
monárquica, cautivó a gran parte de la audiencia. No debería extrañarnos que el
Príncipe hable bien en público. Es parte de su oficio. ¿Y los demás? ¿No es
parte del suyo? Samaranch y González mostraron un aceptable nivel. Rajoy,
Blanco y Botella… sin comentarios.
El principal problema de la Alcaldesa de Madrid no fue el
inglés ni el desacierto de algunos contenidos, sino su falta de habilidad para
enganchar a la audiencia, compartir con ésta una emoción sincera y transmitirle
un mensaje creíble. Es muy probable que hablando en español el resultado
hubiera sido parecido. Y lo peor para ella es que quienes escucharon su plática
no fueron únicamente los electores, sino millones de personas que la siguieron por
televisión o vieron después en youtube. El discurso más seguido en toda su
carrera. Vergüenza ajena. Sonrojo por tan desdichada representación de nuestro
país en ese inmenso escaparate internacional. La imagen de una España liderada
por políticos mal preparados y oportunistas. Porque eso es lo que se buscó
allí: el oportunismo de estar en una gran foto de portada. ¿El deporte? Interesa
la fachada; la esencia… Aquí, éste se tomó su venganza. Implacable con el
cronómetro, los centímetros, los goles, las canastas, las valoraciones de los
jueces… esta vez lo fue con quien quiso aprovecharse de él y salió esquilada.
Ella y otros.
El sueño olímpico de Madrid debería dormir durante bastantes lunas; hasta poder despertar en circunstancias sociales mejores, con el
entusiasmo mayoritario que lo caracterizó antaño y liderado por dirigentes con
un mínimo de credibilidad. Cuando se vislumbre ese momento, ¿por qué no una
consulta popular a todos los ciudadanos? No, una encuesta sesgada, sino una
consulta seria tras explicar con todo detalle en qué consiste la inversión,
quién pone el dinero, cuáles son sus ventajas y cuáles sus riesgos. Tras la
experiencia vivida, si Madrid se vuelve a presentar, debería tener un gran
apoyo popular real tras un verdadero ejercicio de democracia. ¿Más ficción? ¡No,
gracias!
(Continuará)
Chema Buceta
23-9-2013
Twitter: @chemabuceta
Segunda parte tan buena como la primera, Chema. Ni lo rudimentario del acento de Botella ni lo de mezclar "Spanish" con "English", pese a lo que se cachondea la gente, me parecieron negativos, creo que hasta tuvo su gracia. Lo peor fue la cara de payasa forzada de la alcaldesa, unos gestos que no van para nada con su personalidad. En definitiva: una completa payasada. Con perdón para los profesionales del mundo del circo, por supuesto. ;-). Juan R. Salvadores Canedo
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, amigo. Un fuerte abrazo.
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