Vaya por delante mi más sincera felicitación a Javier
Fernández por el cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Sochi.
Emigró a Canadá, se sacrificó, desarrolló su talento, perseveró en el esfuerzo... y
hoy es uno de los mejores patinadores del mundo. Sus éxitos anteriores y este
meritorio diploma olímpico, muy cerca de las medallas, así lo corroboran. ¡Enhorabuena!
Sin embargo, se esperaba más de Javier; él también, y de ahí
su expresiva decepción incluso antes de terminar los ejercicios. La trayectoria exitosa que le precedía, presagiaba
un puesto en el podio, Y así habría sido si hubiera actuado como otras veces. Pero no sucedió. En deportes como el fútbol o el tenis, el rendimiento no depende únicamente de
lo que uno hace, ya que las acciones de los compañeros y los rivales también
influyen. Si no te pasan bien el balón, no te ayudan en defensa, o el contrario
pega un golpe extraordinario, es probable que falles. En el patinaje, no. Salvo
el estado del hielo, lo demás depende del patinador. Nadie más interfiere. Después
está la interpretación de los jueces, claro; pero en la ejecución del programa
sólo interviene el interesado. Si se desequilibra o se cae, no es porque el
rival le cierre un espacio o le empuje; si se equivoca de movimiento, no se debe
a la finta de otro; si hace un gran ejercicio, no depende de los bloqueos de
sus compañeros. El único actor en el escenario es él. Su rendimiento es lo que él hace.
Esta circunstancia otorga a la repetición del guión un peso
decisivo. ¿Cuántas veces habrá repetido Javier Fernández la secuencia exacta de
movimientos que componían su programa? ¿Cientos? ¿Miles? Sin embargo, llega el
momento de la verdad y no rinde como en los innumerables ensayos. “Estaba
nervioso” declaró tras el primer día de competición. Un pequeño detalle.
¿Pequeño? En su segunda actuación, un salto cuádruple lo ejecutó como un
triple… y después tuvo que modificar otros saltos para ajustarse a las reglas.
Es decir, a pesar de haberlo ensayado cientos y cientos de veces, ¡tergiversó
el guión! Otra vez los nervios. Esta vez, con un mayor impacto: ya que afectó a la rutina que durante tantas y tantas horas se había automatizado. ¿Tanta fuerza
tiene la ansiedad (los nervios) como para provocar que un gran deportista que
sólo depende de él, se equivoque en seguir la rutina que ha repetido hasta la
saciedad? “He perdido por una tontería” señaló. ¿Qué es una tontería?
¿Tergiversar el guión tras cientos de repeticiones? ¿No controlar la
ansiedad?
En esa misma competición, otros grandes campeones también
cometieron errores graves. Yuzuru Hanyu, de Japón, que impresionó en la primera
sesión con un impecable ejercicio que le valió más de cien puntos (al parecer,
la puntuación más alta jamás concedida), se cayó dos veces el día definitivo, y
ganó la medalla de oro gracias a la gran ventaja que llevaba. Reconoció que la
noche anterior había sido una de las peores de su vida: muy nervioso, sin poder
dormir, con una enorme presión que antes no había sentido; y que eso le afectó físicamente. Patrick Chan,
medalla de plata, también tuvo dos caídas (!!!). La ansiedad estuvo allí como
gran protagonista, disminuyendo las excepcionales capacidades de todos ellos.
No es una sorpresa en el deporte de alta competición, y sobre todo en los
Juegos Olímpicos. La historia de grandes campeones que a pesar de sus títulos internacionales no pueden
manejar la extraordinaria presión que conllevan los Juegos. Sobre todo, cuando
se trata de deportes minoritarios en los que los Juegos Olímpicos son lo máximo, de trascendencia incomparable a los
mundiales o continentales. Además, y este
es quizá el factor más destacado, se trata de deportes sin apenas seguimiento
mediático. Como mucho, nos enteramos m
ínimamente
si se produce un buen resultado, y siempre que ese día algún futbolista famoso
no haya cogido la gripe o Mourinho esté de vacaciones. Sin embargo, durante los
Juegos, esos deportistas casi anónimos se convierten en el foco de atención de
televisiones, radios, periódicos, redes sociales… y entonces perciben que les
siguen millones de espectadores que habitualmente los ignoran (y seguirán
ignorándolos). Se les encumbra a la categoría de ídolos de los que se espera
mucho… a algunos se les carga la responsabilidad añadida de ser la gran
esperanza de su deporte, o la alegría de todo un país que desea
desesperadamente una medalla.
Desde siempre, muchos deportistas han manifestado sentir en
los Juegos una presión que no habían conocido antes, de tener esos nervios que
les impidieron dormir y llegar en buenas condiciones a la prueba, esa ansiedad
que les provocó un bloqueo mental y una tensión excesiva que perjudicó sus
decisiones y sus movimientos. En bastantes casos, los deportistas no están preparados para enfrentarse a esa presión,
y la ansiedad se apodera de ellos. Miles de horas entrenando, repitiendo hasta
la extenuación las rutinas de los ejercicios; un cuidado exhaustivo de la
alimentación, el peso y los suplementos vitamínicos; controles y cuidados
médicos; fisioterapeutas y preparadores físicos; entrenadores experimentados;
instalaciones de alto nivel y el mejor equipamiento; un detallado plan de
preparación… ¿Y la ansiedad? ¿Qué han
hecho para combatirla? ¡Upss! ¡Se nos ha olvidado!
Por ignorancia, desconfianza o falta de costumbre, muchos entrenadores asumen que la ansiedad se puede combatir a través de la confianza
que se consigue entrenando bien, dominando los ejercicios a realizar y alcanzando buenos resultados en competiciones previas; también, gracias al apoyo y protección del entorno cercano al deportista. Sin duda,
estos elementos juegan un papel importante, pero en ocasiones son
insuficientes. En los grandes deportistas, son pocas veces; pero se
presentan en competiciones de la máxima trascendencia. En estos casos, el trabajo psicológico
específico con los deportistas, conducido por un psicólogo del deporte, es un
ingrediente insustituible si se pretende minimizar el impacto perjudicial que puede tener la ansiedad. No es una garantía, como
tampoco lo es ensayar miles de veces, pero es lo que ataca el problema de la
manera más directa y eficaz; y así, en los momentos más críticos, las posibilidades de rendimiento de los
deportistas aumentan. ¿Imagináis a Javier
Fernández sin esos nervios que tanto le perjudicaron? ¿Oro? ¿Plata? ¿Una tontería?
Tras la decepción de Sochi, se desprende de las declaraciones
del patinador español que lo ocurrido ha sido un accidente, una tontería, y que
ahora lo importante es pasar página y seguir entrenando duro para las
siguientes competiciones. ¿Entrenar duro es lo que Javier Fernández necesita? ¿Más duro aún que
hasta ahora? Es lo que ha hechos siempre, lo que le ha encumbrado a ser uno de
los mejores del mundo, pero a la vista de lo sucedido sería inteligente que además se planteara incorporar otros ingredientes. Porque si hace lo
mismo… Claro que está la esperanza
de que el día que compita en los siguientes Juegos la ansiedad esté perezosa y
decida dejarle tranquilo. Mientras tanto, a seguir repitiendo y repitiendo para
no equivocarse de nuevo. ¿Se trata de repetir otras cientos y cientos de
veces la secuencia del programa para ver si así, la próxima vez, el cuádruple que
estaba previsto no se queda en un triple? ¿O sería mejor atacar el verdadero problema con las armas apropiadas?
Quedar cuarto en unos Juegos Olímpicos es para quitarse el
sombrero, pero cuando un deportista puede
llegar todavía más lejos, es una lástima que no lo consiga por ponerse nervioso y
no estar convenientemente preparado para controlar esos nervios. ¿Una tontería?
Chema Buceta
16-2-2014
twitter: @chemabuceta
¡Ay los nervios!...a veces pienso que, se tiene tan asumida esta expresión, que no se considera poder intervenir en ellos...y se ve como algo "natural" que le puede pasar a "todo el mundo", algo que está fuera de tu alcance.
ResponderEliminarGracias por el artículo, me ha gustado mucho esta perspectiva.
Gracias por tu comentario. Saludos!
ResponderEliminarGran articulo Chema. Que tendrán los aspectos psicológicos que tanta gente se confía al azar? Te agradezco el articulo lo comparto. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. Es una cuestión de ignorancia, y del temor de algunos entrenadores de perder el control. El trabajo psicológico del entrenador es muy importante, pero el trabajo psicológico del psicólogo del deporte, complementando el anterior, es esencial en casos como éste. Saludos
EliminarIncorporando la Psicología deportiva a su entrenamiento no sólo se beneficiaría de las técnicas que podría trabajar y aprender bajo la ayuda de un buen profesional, sino que además, todo el trabajo se vería retroalimentado por la confianza que representaría el hecho de tener un mayor control sobre esas otras "circunstancias" que el día D a la hora H dependen, a día de hoy, del azar. Incomprensible en un plan de entrenamiento tan detallado y " cuidadoso". Muchas gracias por tu artículo. Como siempre, comparto y difundo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo. La autoconfianza se fortalece cuando el deportistas domina las estrategias específicas para controlar su funcionamiento psicológico. Incomprensible, porque ya ha pasado muchas veces, y hoy en día ya son muchos los deportistas de alto nivel que trabajan con psicólogos del deporte. Saludos.
EliminarGran artículo, ya que me parece muy interesante lo que comentas de que al ser un deporte minoritario, la presión no es comparable a la que puedan experimentar en un mundial, ya que la repercusión mediática en unos Juegos crece exponencialmente. Por otro lado me parece increíble que deportistas con tantos recursos como comentaste ayer en clase en la Universidad Autónoma de Barcelona(a la cual asistí y te doy mis felicitaciones de nuevo, ya me pareció muy interesante)no sean conscientes de que estas cosas se pueden entrenan. Sobre todo me sorprende en deportes individuales, ya que yo estoy más familiarizado con el golf y aunque no tengan mucho que ver, el hecho de no poder pasar la responsabilidad a un compañero me parece un factor determinante, ya que el encontrarte tu sólo ante una situación tan potencialmente ansiógena o estresante como esta, que sabes que sólo se produce cada 4 años por desgracia en este tipo de deportes tan minoritarios, deberían de entrenarse con un psicólogo. Y creo que queda muy claro que se debiera de entrenar, ya que muchas veces en estos casos es lo que marca la diferencia, ya que los 2 primeros clasificados tuvieron sendas caídas, que sin saber a que se debieron es probable que también fueran debidas a una mala gestión de la presión. Muchas gracias por el artículo. Lo comparto ya que me parece muy interesante no sólo para los psicólogos del deporte sino para que el resto de la gente pueda entender la importancia que puede tener nuestro trabajo. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Fue un placer estar con vosotros en la Universidad Autónoma de Barcelona. Coincido contigo en que el golf es también un buen ejemplo de deporte en el que el entrenamiento de los deportistas en habilidades psicológicas tiene una gran trascendencia. De hecho, es uno de los deportes en los que más trabajan los psicólogos del deporte.En esa prueba de patinaje en Sochi, el campeón se cayó, y declaró que había tenido mucha ansiedad. Curiosamente entrena con el mismo entrenador que Javier Fernández ¿casualidad? Todavía hay entrenadores que no confían en el trabajo de los psicólogos por ignorancia y miedo a perder el control. También, a veces, por culpa de los propios psicólogos que no hemos sabido hacerlo bien. Por suerte, cada vez son más los psicólogos del deporte que trabajan con deportistas, pero aún queda mucho camino.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha encantado el post. Creo que en el deporte español hay un caso de mejora de rendimiento espectacular en el que fue decisiva la intervención psicológica. Me refiero a la nadadora Mireia Belmonte. Dejar al azar cualquier aspecto de la preparación de un deportista de élite es un error. Parece mentira que algunos profesionales aún no se hayan dado cuenta.
ResponderEliminarConcedamos a Javier y su equipo el beneficio de la duda...seguro que trabaja con psicólogo deportivo, que cuida su ansiedad...pero la presión y tantos factores...pasan factura...y el deporte como siempre,. nos da lecciones muy constructivas para la vida.
ResponderEliminarAtleta veterana y alumna de Buceta en asignatura Uned.
Saludos