Semana de grandes gestas europeas de los dos equipos de Madrid. 0-4 del Madrid al Bayern. 1-3 del Atleti al Chelsea. Dos hazañas. ¡Final madrileña en la Champions! Histórico. Sublime. Se desata la euforia. Elogios y más elogios. ¿Quién puede conseguir una entrada para Lisboa? Domingo: ambos se juegan la liga. El Atleti pierde contra el Levante. El Madrid empata en casa frente al Valencia. (???). Fútbol es fútbol.
Los equipos grandes conocen bien estos “partidos trampa”.
Tras una victoria importante, si el juego siguiente es aparentemente más fácil,
¡peligro! Por eso, tanto Ancelotti como Simeone, tras los triunfos europeos, se
han esforzado en pasar la página y centrar la atención de sus jugadores en los inminentes
compromisos ligueros. Pero no es fácil. Sobre todo cuando lo conseguido es tan grande
y la euforia colectiva acecha por todas partes. ¡Nos vamos a Lisboa! Lo racional dicta olvidarse de
la hazaña y pensar en el siguiente partido. Lo emocional, muy intenso, insiste
en recrear las extraordinarias vivencias vinculadas a la magnitud del logro. Qué se imponga lo primero, si es que
se consigue, requiere un sobreesfuerzo mental que puede pasar factura. Porque
la mente, incluso la de las grandes estrellas, no es un chicle. Tiene un límite.
¿Explica lo sucedido?
En estos dos casos, al tratarse de partidos de una enorme
trascendencia, no cabe dudar del deseo y la entrega de los jugadores. Seguro
que lo han dado todo. Otra cosa es que hayan podido esforzarse y acertar como la
ocasión requería. Existe un desgaste físico que se acentúa en el final de la
temporada, y los rivales, aunque no se jueguen mucho, también cuentan. Pero
además, hay que tener en cuenta el enorme desgaste emocional que conlleva todo
lo vivido, y el sobreesfuerzo mental anteriormente señalado. Más aún, cuando el
marcador se pone en contra, la ansiedad aumenta, el esfuerzo requerido es
mayor del esperado y la frustración por no marcar se manifiesta. El peso de cada factor es difícil de determinar, pero todo
apunta a que lo mental ha tenido una influencia destacada.
¿Y ahora? La final de la Champions está lejos, por lo que será
más fácil centrar la atención y el esfuerzo en la liga. Aunque la trascendencia
de los partidos será máxima, y controlar la ansiedad, un objetivo prioritario. El
antídoto: la autoconfianza. Confiar en lo que se sabe hacer, en lo que hasta la
fecha se ha hecho bien, en los compañeros, en el equipo como unidad. No
precipitarse, ni querer resolver el partido rápido, o cada uno haciendo su
guerra. Confiando en que jugando como en el resto de la temporada, llegarán los
resultados.
Chema Buceta
5-5-2014
twitter: @chemabuceta
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