miércoles, 29 de octubre de 2014

¿MARKETING PARA QUIÉN?

                                                     ¿Solo un premio para el campeón de liga?



Hace unos días se celebró la gala de la liga de futbol profesional española; al parecer, según se deduce de los comentarios de algunos que asistieron, una mala imitación de festejos de similar superficialidad que quizá pretendiendo acercarse al glamour de los Oscar, se quedan en un quiero y no puedo que raya lo hortera, incluidos los “humoristas” con escasa gracia que no vienen a cuento. Lógico. Zapatero a tus zapatos. Y los de los deportistas están en el terreno de juego con sus pantalones cortos, camisetas numeradas y espinilleras bajo las medias; no en los escenarios y las alfombras rojas con trajes oscuros y pajaritas. Se justifica este evento en aras al marketing (!!!), palabra mágica que se acepta como llave de cualquier sarao. Es evidente que el marketing es necesario para darse a conocer y promocionar cualquier producto: en este caso, la liga de fútbol; y también para satisfacer y cuidar a los patrocinadores que razonablemente buscan el retorno de sus inversiones; pero ¿necesita el fútbol español una gala como esta para fortalecer su marketing? Seguramente, es más que suficiente el marketing que proporcionan los propios partidos y la emotividad que los rodea, así como los excelentes resultados internacionales de nuestros equipos plagados de estrellas. Probablemente, es este el marketing  que favorece que nuestra liga se siga a través de las televisiones de numerosos países del mundo y de internet en cualquier rincón del planeta. De hecho, durante algún tiempo esta gala ha estado desaparecida y nadie la ha echado de menos. ¿Han ido peor las cosas por eso? ¿Marketing de la liga o marketing  de sus dirigentes?

En el mundial de Brasil se le concedió a Messi el premio al mejor jugador sin haberlo merecido, lo que causó gran sorpresa (incluso a él mismo) y enorme rechazo. Ahora, la sorpresa de esta “gala de la liga” ha sido que ningún jugador del equipo campeón de esa misma liga haya obtenido un premio (???). Una vez más, como sucedió en Brasil y ocurre en otros sucedáneos “hollywoodescos”, se ha demostrado que el premio y quienes lo dan necesitan más al premiado que al contrario. Por eso se tiende a galardonar a los más famosos, a quienes apoyan los principales sponsors o a los que pertenecen a las instituciones, en este caso los clubes, con mayor impacto en los medios de comunicación. Por ejemplo: sin quitarle ningún mérito, ¿se habría premiado a Keylor Navas como mejor portero (por encima de Curtois, el menos goleado y portero del equipo campeón) si en lugar de haber fichado por el Real Madrid siguiera en el Levante? ¿Qué habría pasado si Gabi o Diego Costa hubieran estado en el Madrid o el Barca? ¿Marketing de la liga o de sus dirigentes que quieren quedar bien y hacerse la foto con quienes mueven más hilos?

El escandaloso resultado de esta patraña deja en claro fuera de juego a  los directivos que la han promovido. Además de la absurda e innecesaria superficialidad, ¿qué sentido tiene conceder tantos premios individuales en un deporte colectivo que presume de valores como la solidaridad y el trabajo en equipo? Puro culto al ego y los intereses de quienes entregan los premios, y en todo caso, carnaza para algunas tertulias y buscadores de records que a nadie interesan, porque este pretendido fuego se suele quedar en humo entre los aficionados, o como mucho no pasa de ser una hoguera de campamento que se consume en cuanto se avista el siguiente partido. Percibo bastante hartazgo con tanto premio y record individual, tanta información superflua que distrae de la verdadera salsa del fútbol: el espectáculo sobre el terreno de juego. Asistimos a partidos en los que el comentarista recuerda hasta la saciedad que si fulanito marca un gol será el quinto jugador de la historia que consigue anotar como visitante en más de siete partidos seguidos en horario nocturno y con el campo embarrado. Y a la gran mayoría nos importa un pimiento; pero nos lo tenemos que tragar salvo que anulemos el sonido.

Algo parecido ocurre con estos premios de pacotilla. Está bien que exista algún premio individual, como por ejemplo el balón de oro, pero abusar de este tipo de galardones para que haya más directivos que lo aprovechen para relacionarse y tengan su minuto de gloria, me parece un abuso injustificado que además atenta contra una de las principales esencias del fútbol, un deporte colectivo con una gran interdependencia de todos sus protagonistas; de hecho, ninguno de los premiados podría obtener ese premio sin la participación de sus compañeros, por lo que parece razonable que aún siendo premios individuales se busque su conexión con lo colectivo, y es aquí donde no encaja que el equipo campeón de liga, con un mérito tremendo, tenga un solo premio, mientras que el tercero, tras haber fracasado en esta competición, se lleve cinco o seis (y defendería lo mismo, si fuera el Madrid el primero y el Atlético el tercero). ¿De qué marketing estamos hablando? O mejor dicho: ¿para quién se hace este marketing? Desde luego, no es la mejor promoción de una liga ante los patrocinadores que apoyan o podrían apoyar a los clubs que no son los dos grandes.

La puntilla de este lamentable espectáculo la ha puesto el presidente de la liga profesional queriendo salir al paso de las numerosas críticas recibidas por la arbitrariedad de los premios. “La injusticia que pueda haber, también da ambiente”, ha dicho; y se ha quedado tan ancho. ¿Cómo se pueden hacer unas declaraciones tan irresponsables? ¿El fin justifica los medios? ¿Cualquier injusticia se puede justificar si es para crear ambiente, es decir, ruido y polémica? Podría argumentar lo mismo el árbitro que señalara a conciencia un penalti injusto, o el jugador que injustamente acusara a un contrario de haberle pegado, o cualquier otro protagonista que cometiera una injusticia en aras a la polémica.  Y no digamos si el mensaje cala entre los niños, sus padres y los entrenadores más jóvenes. Directivos como este quieren los focos, pero no aceptan la responsabilidad social que conllevan. Afortunadamente, nadie puede alterar lo que se obtiene en el terreno de juego, y por muchos premios individuales que se den, es lo colectivo lo que prevalece en este juego, pero el comportamiento irresponsable de los dirigentes preocupados por su propio marketing puede traer graves consecuencias. 


Chema Buceta
30-10-2014

@chemabuceta

www.psicologiadelcoaching.es

2 comentarios:

  1. Más claro, agua. Se agradece este derroche de sinceridad y valentía en este mundillo lleno de egos e intereses personales. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias, Ana. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.

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