La gran noticia del deporte, hoy, más (afortunadamente) que
nos sigan dando la tabarra con el fichaje de Neymar o nos cuenten cómo
Cristiano Ronaldo se ha cepillado los dientes, es la derrota de Usain Bolt en
la final de los 100 metros del campeonato del mundo de Atletismo que se celebra
en Londres. Justin Gatlin ha sido el vencedor, el único que, desde 2008, ha
sido capaz de batir a Bolt en una competición de este calibre. Pero la noticia
es la derrota de Bolt: el héroe; y sólo en relación con esta, la victoria de Gatlin:
el villano. Hasta cierto punto es lógico. Bolt es el velocista más grande de la
historia, y así lo reconoció el propio Gatlin arrodillándose ante él tras
haberlo vencido. ¡El vencedor se arrodilla y venera al derrotado! Un gesto sin
par que muestra la grandeza de ambos, del deporte en su más pura esencia y, por
supuesto, del atletismo, donde siempre encontramos extraordinarios ejemplos de
maridaje entre la más exigente competitividad, el compañerismo entre los
rivales y una exquisita deportividad.
Gatlin no es un desconocido. Con solo 22 años, fue campeón
olímpico del hectómetro en Atenas-2004 y, al año siguiente, en Helsinki,
campeón del mundo en 100 y 200 metros. Después, sancionado por dopaje, no pudo
competir hasta 2010, cuando ya Bolt era el rey indiscutible en ambas
distancias. Desde entonces, siempre a la sombra del jamaicano, al que derrotó
en un encuentro de la Diamond League en
2013, ha sido segundo en casi todos los pódiums importantes. Por tanto, si
alguien podía vencer al grandísimo Bolt era él, aunque ya con 35 años, nadie
daba un euro por tal hazaña y el acento se ponía en Christian Coleman, de 21
años, como la gran amenaza que, como siempre había ocurrido, acabaría siendo
superada por el legendario campeón. Ese era el guión. El que la mayoría,
incluidos los gurús del marketing, esperaba ver ¿por última vez?
Bolt anunció que con casi 31 años, esta sería su última
participación en un evento de tanta envergadura. ¿Demasiado mayor? Sus marcas
en los últimos años indican que ya no es el “extraterrestre” de antaño, pero no
justifican una retirada que sólo tiene la explicación del hartazgo, la falta de
hambre de más títulos, y/o no querer compartir la victoria, probablemente menos
frecuente, con segundos y terceros puestos que decepcionarían a los muchos que
esperarían que ganara siempre. No es fácil pasar de ganar siempre a hacerlo sólo
de manera intermitente o quedarse cerca. La presión por tener que ganar, porque todo sea como ha sido costumbre, puede ser tremenda; la autoconfianza se
resiente, y uno ya no disfruta como lo hacía antes.
En este mismo campeonato del mundo se ha destacado que Bolt
no mostraba la misma alegría que otras veces. Sus habituales gestos tan simpáticos antes y después
de las carreras, esta vez parecían forzados: parte del guión que no
podía faltar, pero carentes de la naturalidad de otras ocasiones. Antes de llegar a
Londres, había participado en pocas carreras y sus marcas (para él) habían sido
modestas. Ya en el campeonato, se quejó de los tacos de salida y se le notó
preocupado y más pendiente de ese elemento externo que de mostrar esa confianza
que apabullaba a sus rivales antes del pistoletazo. En la semifinal fue
batido por Coleman, algo que nunca sucedía antes por mucho que corriera
reservando fuerzas.
No obstante, se esperaba que, a pesar de todo, Bolt cumpliera
con el guión de volver a ganar y retirarse en lo más alto: el broche de oro a
una excepcional trayectoria que en realidad, ya tan laureada, no queda
empequeñecida por esta medalla de bronce. Al revés, lo sucedido demuestra que
ganar no era tan fácil como parecía, que por muchas cualidades que se tengan,
exige esfuerzo, sacrificio y acierto en la preparación y la puesta a punto; que
Bolt es humano; excepcional, pero humano.
Curiosamente, Gatlin, el atleta que ha destronado a Bolt en
su última carrera, es aun mayor que él (35 años frente a 31), una prueba más de
que, al igual que está demostrando Federer en el tenis, se puede alargar la
carrera deportiva, incluso al más alto nivel, siempre que se esté bien
físicamente y se siga teniendo la suficiente ambición como para soportar el
alto coste en dedicación, esfuerzo, renuncia a otros estímulos y tolerancia a
la frustración que estar entre los más grandes, exige ¿Perdió Bolt esa ambición? Es lógico que, si fuera así, no
quiera seguir y prefiera dejarnos los buenos recuerdos de esas prodigiosas
carreras que será difícil superar. Pero es una lástima, porque todavía podríamos seguir disfrutando de sus espectaculares gestas.
¿Y qué decir de la ambición y el espíritu competitivo de
Gatlin? Su pasada relación con el dopaje provoca el justificado rechazo por una
práctica intolerable que debe erradicarse sin contemplaciones. Una sombra
profunda que le acompañará siempre. Los silbidos del público se lo recordaron
en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro y ahora en Londres, donde ni siquiera
dio la vuelta al estadio tras haber batido al dios de los 100 metros. La falta
fue muy grave, y lo pagó muy caro con cuatro años de suspensión. Podría haber
sido de por vida, como muchos apuntan, pero esos cuatro años le han dado la
oportunidad de rectificar e ir por la buena senda. El deporte debe ser
implacablemente estricto para sancionar a quienes acuden al dopaje, pero
también generoso con quienes, tras cumplir una dura sanción, desean
rehabilitarse y lo demuestran.
Gatlin ha estado limpio en los últimos 11 años, y su oscuro
pasado no debería eclipsar el indiscutible mérito de superar esa lacra y perseverar
sin desfallecer para ser capaz, a sus 35 años, de ganar a Bolt y proclamarse
campeón del mundo: el de más edad en toda la historia de estos campeonatos. El
propio Bolt, también campeón en deportividad, ha declarado que Gatlin es
un gran competidor y no merece esos abucheos del público. Tampoco merece el
desprecio de medios de comunicación que quizá decepcionados con el héroe y
enojados con el villano por haber estropeado el guión, destacan lo de su dopaje en el pasado más que los incuestionables méritos deportivos de los últimos siete años que
ahora le han llevado a lo más alto del pódium.
Chema Buceta
6-8-2017
Twitter: @chemabuceta
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