En mi último artículo aproveché la noticia de la no renovación de la seleccionadora de sincronizada, Anna Tarrés, para comentar algunos aspectos relacionados con el liderazgo deportivo. En éste, como adelanté entonces, continuo con el mismo tema.
Explicaba en ese artículo cómo el liderazgo desgasta al que
lo ejerce, sobre todo cuando predominan el personalismo y las decisiones
autocráticas (es decir: cuando la participación de los liderados es mínima), pudiendo
deteriorarse las relaciones interpersonales, la capacidad de influencia en los
liderados y el rendimiento del grupo. A estos elementos habría que añadir lo
que se conoce como “Síndrome de Betsabé”. David, tras vencer a Goliat, fue un
gran rey para su pueblo, pero se enamoró de Betsabé, una mujer casada, y envió al
marido de ésta a la guerra en una posición adelantada para que le mataran. El
poder de su posición y sus indiscutibles éxitos como rey, le hicieron creer que
sus decisiones estaban por encima del bien y del mal, que el código ético que
aplicaba para los demás, a él no le afectaba; y bajo esta premisa, actuó. Le
sucede a algunos políticos en el poder; también a directores en el ámbito
laboral; y a muchos directivos y entrenadores deportivos. En el fútbol, el
baloncesto y cualquier otro deporte, podemos encontrar muchos ejemplos. Como le
sucedió a David, el poder y el éxito pueden propiciar decisiones abusivas que además de su falta de ética, contribuyan, aún más, al mencionado desgaste y sus consecuencias.
Es cierto que el alto rendimiento exige bastantes veces un mando
firme que impida distraerse del camino, asegure la disciplina colectiva y no dé resquicio a la relajación indebida, pero ¿todo vale? Muchos lideres llegan a
confundir la alta exigencia, la dureza del trabajo, la búsqueda constante de la
optimización, con un trato desconsiderado y hasta déspota. Confunden las
decisiones difíciles que benefician el rendimiento supremo y el interés colectivo,
con las decisiones caprichosas que, bajo la justificación anterior, esconden vanidades,
intereses y estados de ánimo propios. Amparado en su obligación y deseo de
conseguir lo máximo, el líder estima, consciente o
inconscientemente, que puede actuar sin apenas límites. No acuso en concreto a
Anna Tarrés ni a ningún otro, pero ¿cuántos entrenadores emplean el insulto, el
desprecio y la humillación en su trato con los deportistas (sobre todo si son
deportistas jóvenes), descargan sobre ellos sus estados de ánimo extremos, o
ejercen abusivamente su poder más por demostrar que lo tienen que por la
necesidad objetiva de hacerlo? Todos los que somos entrenadores o directivos
podríamos reflexionar sobre esta cuestión y, quizá, encontraríamos en nuestra
trayectoria algunos ejemplos. Es un asunto ético de gran importancia, pero
también se relaciona con el rendimiento. El comportamiento abusivo, tarde o
temprano, pasa factura en forma de desgaste personal, pérdida de influencia en
los liderados y peores resultados.
Las acusaciones de antiguas nadadoras de la
selección española de sincronizada (que no han sido
desmentidas de manera explícita por Tarrés), si bien deben considerarse con cautela, indican que,
probablemente, como sucede en otros casos, “no es todo oro lo que reluce”. ¿El fin justifica los medios? ¿Justifica cualquier medio? Este es uno de los principales dilemas del
liderazgo. En defensa de la entrenadora se ha dicho que para ganar medallas
olímpicas hay que liderar con mucha dureza, como hacen las rusas o las chinas,
nuestras principales rivales y grandes referentes de este deporte. ¿También son
un referente a nivel social? ¿Debemos adoptar algunos valores de la sociedad
china, incluidas la falta de libertad, la explotación laboral o la ausencia de
muchos derechos, para poder equipararnos a sus medallas? ¿Estamos entonces de
acuerdo, por ejemplo, con los métodos que se utilizaban en la antigua Alemania
Oriental (entre ellos, doping sin escrúpulos) para conseguir los éxitos deportivos a
cualquier precio? ¿Dónde está el límite?
Triunfar en el deporte de élite tiene un alto precio, y
es la responsabilidad de los entrenadores desarrollar una ambición grande por el éxito
y conducir a sus deportistas por el exigente camino para lograrlo, lo que
supone, en muchos casos, decisiones impopulares que pretenden desarrollar la
disciplina estricta, la capacidad de sacrificio, la tolerancia a la
frustración, el endurecimiento mental y saber anteponer el interés colectivo al
individual. Y es cierto que no todos los jóvenes son capaces de soportar esa
carga de exigencia y estrés continuos que forman parte del equipaje cuando se
intenta viajar a lo más alto. Pero en una sociedad civilizada todo eso se debe
hacer compatible con el respeto a los deportistas, la preservación de su
dignidad, el trato educado, la utilización del poder sin el abuso indiscriminado,
la aceptación de los deportistas como personas que sienten y piensan, que
necesitan ser escuchadas y valoradas. La sociedad ha evolucionado. Los líderes deportivos
también deben evolucionar.
Un último comentario. El principal argumento que he
escuchado a Anna Tarrés en su defensa de las acusaciones de la nadadora Paola
Tirados, es que hay deportistas que no están preparados para aceptar la dureza
de decisiones propias del alto rendimiento (supongo que en alusión a decisiones
de la entrenadora sobre, por ejemplo, la titularidad o suplencia de las nadadoras). A muchos
deportistas les cuesta aceptar las decisiones que les afectan negativamente. Es
lógico. Nos pasa a la mayoría de las personas. A la misma Anna, cuando el
presidente de la federación, su superior, decidió no renovarle el contrato. ¿Son
las mismas reglas para todos? Y no es lo mismo no aceptar una decisión
deportiva o laboral (por ejemplo: estar o no estar en el equipo) que no aceptar
el abuso. El deportista (y el entrenador) de élite debe aprender a convivir con
la frustración de las decisiones que le perjudican y levantarse de nuevo, pero
debe tener voz para denunciar los abusos y preservar su dignidad. Callarse por
miedo a represalias es un comportamiento que se puede esperar en deportistas jóvenes que intentan llegar o mantenerse en la élite, pero cuando éstos hablan, tapar las malas prácticas de los entrenadores "para no
perjudicar una buena trayectoria deportiva" (¿el fin justifica cualquier medio?) es
algo lamentable y una gran falta de ética y responsabilidad. El liderazgo de
una federación exige actuar a tiempo para proteger la dignidad de los
deportistas y el buen uso del deporte. Aunque es cierto que siempre es mejor intervenir tarde que no hacerlo.
Chema Buceta
21-9-2012
twitter: @chemabuceta
HOLA CHEMA, ME GUSTARIA COMENTAR QUE COMO BIEN DICES POR ENCIMA DE CUALQUIER RESULTADO QUE QUIERA OBTENER UN ENTRENADOR A TRAVES DEL RENDIMIENTO DE LOS DEPORTISTAS A SU CARGO SIEMPRE DEBE PRESERVAR Y RESPETAR SU DIGNIDAD COMO PERSONA ANTES QUE COMO DEPORTISTA.
ResponderEliminarDIGO ESTO POR QUE LA DELGADA LINEA QUE A VECES SEPARA DEL INTENTO DE MOTIVAR O ARENGAR AL DEPORTISTA EN LOS ENTRENAMIENTOS O ANTE UNA CITA DEPORTIVA IMPORTANTE, DE LA PRESIÓN DESMEDIDA QUE A VECES PODEMOS EJERCER SIN SER CONSCIENTES DE LO QUE REALMENTE PUEDE SENTIR EL DEPORTISTA.
EL ENTRENADOR DEBE TENER EN CUENTA(Y AQUI TENDRIA MUCHA IMPORTANCIA EL ASESORAMIENTO DE LA FIGURA DEL PSICÓLOGO DEPORTIVO) VARIOS ASPECTOS:
-QUÉ VARIABLE/S QUIERE TRABAJAR CON LOS DEPORTISTAS(CONCENTRACIÓN, MOTIVACIÓN,ESTRÉS, ACTIVACIÓN,ETC).
-CUÁL ES LA MEJOR FORMA DE TRABAJARLA/S(INDIVIDUAL O COLECTIVAMENTE).
-TODOS LOS DEPORTISTAS NO SON IGUALES(EDAD,EXPERIENCIA EN EL EQUIPO O DEPORTE,PERSONALIDAD,TITULAR-SUPLENTE,ETC,ETC), Y LO QUE A UNO LE PUEDE SUPONER UN RETO A OTRO LE SUPONDRÁ UNA SITUACIÓN CLARAMENTE ANSIÓGENA.
-¿LO QUE QUIERO CONSEGUIR DE MIS DEPORTISTAS, QUÉ COSTE TENDRÁ SOBRE EL ENTRENADOR COMO FIGURA DE LIDERAZGO?.
-¿CONSEGUIRÉ UNA MAYOR COHESIÓN GRUPAL CON MI FORMA DE ACTUAR?
HAY TANTOS Y TANTOS ASPECTOS A VALORAR, QUE NO QUIERO ABURRIR, PERO QUE UN ENTRENADOR "DE ÉXITO" PUEDE EN UN MOMENTO DADO NO TENERLAS EN CUENTA Y BASAR SU MODO DE PROCEDER EN CUESTIONES MÁS SUBJETIVAS QUE OBJETIVAS Y CREER QUE SE ESTÁ POR ENCIMA DEL BIEN Y DEL MAL Y QUE UNO ES "THE SPECIAL ONE" (Y QUE CONSTE QUE MOURINHO ME PARECE UN BUEN ENTRENADOR, PERO CON MATICES QUE AHORA NO ES EL MOMENTO DE ANALIZAR).
LA FIGURA DEL LIDER DEBE ANTES QUE DAR EJEMPLO, SER EJEMPLO, Y BUSCAR LA AUTONOMIA DE LAS PERSONAS A LAS QUE GUIA,CONSEGUIR QUE CREZCAN COMO PERSONAS Y A LA VEZ COMO DEPORTISTAS Y CREO QUE HAY MUCHAS FORMAS DE APELAR AL ORGULLO, LA MOTIVACIÓN, EL ESFUERZO, EL SACRIFICIO SIN HERIR LA FIBRA SENSIBLE DE NADIE.
UN SALUDO Y NOS VEMOS POR CARTAGENA!!!
Estamos de acuerdo. Muchas gracias por aportar este comentario. Un abrazo.
ResponderEliminarEstimado Chema.
ResponderEliminarExquisito el comentario tuyo sobre este tema. Me parece toda una lección , ¡¡y gratis!!
Muchas, que digo muchas, muchísimas gracias.
Gracias a ti. Muy amable. Saludos
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