El reciente sorteo del próximo Eurobasket femenino, nos ha recordado la importancia de este evento tras el traspié sufrido en el último campeonato y la obligada participación en el pre-europeo. Se puede pasar la página asumiendo que lo sucedido fue, simplemente, un golpe de mala suerte; y que por tanto, una vez pagada la penitencia del torneo clasificatorio, todo vuelve a ser como antes. O analizar más en profundidad, aprender de los errores y valorar que, quizá, las circunstancias no son las mismas que antaño. He leído unas declaraciones en las que se señala que “hay que crecer durante el campeonato”. Respeto esta opinión, pero me suena a un planteamiento de los de antes, cuando éramos favoritos y sabíamos que los partidos clave empezaban a partir del cruce de cuartos. Ahora, me da la impresión de que si no crecemos antes, con un buen plan de preparación, podríamos quedarnos en la cuneta (otra vez) antes de lo que pensamos. ¿Tenemos equipo para llegar lejos? Sí; pero tras lo sucedido, parece razonable que seamos humildes y afrontemos el torneo partiendo desde abajo. Lo fácil es decirnos que somos muy buenos, etc. (y no dudo que lo seamos) pero el optimismo debe apoyarse en la realidad, y ésta, por dura que sea, es que venimos del pre-europeo y que, probablemente, ya no hay tanta diferencia con selecciones a las que antes superábamos con facilidad (Suecia, por ejemplo).
Otro asunto a considerar es la inclusión de Sancho Lyttle en
el equipo. Sin duda, es una de las mejores jugadoras del mundo, y hay que
felicitar a la federación por la buena gestión para nacionalizarla. Pero habría
que analizar si en las condiciones en que participa (está en la WNBA y llega en
el último momento, sin hacer la preparación con el resto del equipo) suma más
que resta, o al contrario. Se ha dicho que en el mundial del 2010, sumó. No lo
dudo; aunque en la lucha por las medallas, ganamos a equipos que hasta ese
momento habíamos vencido sin ella (Francia, Bielorrusia), y probablemente, la
singularidad de su situación fue aceptada por un grupo ambicioso que deseaba
superar resultados previos. En el europeo de 2011, es posible que esa
aceptación (a su situación, no a ella) ya no fuera la misma (lo que no quiere
decir que hubiera un rechazo abierto). El equipo ganó todos los partidos
previos sin su participación. Sancho llegó algo lesionada (es lógico, porque
nunca descansa) y su aportación individual fue irregular, en detrimento de
otras jugadoras que tuvieron muchos menos minutos en el campo. En el
pre-europeo de 2012, su única aparición (frente a Suecia, en casa) coincidió
con una derrota, y días después, sin ella, el equipo (¿fortalecido
anímicamente?) ganó en Alemania el partido decisivo.
No tengo nada contra
Sancho Lyttle, y no dudo de su entrega cuando juega con la selección, pero uno
de nuestros principales valores, siempre, ha sido el espíritu de equipo, la
fuerza del grupo; algo que nos ha diferenciado de otras selecciones y nos ha
hecho superar momentos difíciles y ganar muchos partidos. Seguramente, incorporar
a una jugadora en el último momento, sin participar en la preparación, no sea
lo más apropiado para desarrollar esa fuerza extra que nos dan la cohesión
interna y la autoconfianza de quienes lo han hecho bien en los amistosos. Si
valoramos a Lyttle por sus cualidades individuales, sin duda puede sumar mucho;
si valoramos las condiciones de su participación, parece que puede restar.
¿Suma más que resta, o resta más que suma? Esta es la cuestión.
La selección está en muy buenas manos, y estoy seguro de que
los responsables de la federación y los técnicos del equipo sabrán resolver
estas cuestiones. Confío en ellos y en nuestras grandes jugadoras para volver a
lo más alto.
Chema Buceta
22-9-2012 (publicado en www.encancha.com)
twitter: @chemabuceta
www.palestraweb.com
www.psicologiadelcoaching.es
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