Han comenzado los Juegos Olímpicos de Río y desde el primer
momento suceden cosas interesantes que nos permiten reflexionar. Una de ellas,
son los resultados adversos de algunos favoritos, como los tenistas Djokovic y
en dobles las hermanas Williams, la española Fátima Gálvez en tiro al plato, la
selección española masculina de baloncesto o la selección de fútbol de Brasil,
esta última sin marcar un solo gol en los dos primeros partidos ante rivales de
la envergadura de Sudáfrica e Irak. Anticipé en el artículo anterior que los
Juegos son algo especial, y el estrés que genera la “obligación” de conseguir
medallas suele pasar factura a algunos de los elegidos. Puede haber otras
causas, entre ellas el rendimiento de los rivales, pero la presión que afecta a los favoritos puede
tener un peso significativo.
Con independencia de los resultados, en estas primeras jornadas también ha sido interesante observar, entre otros, a los tiradores del
arco, la pistola y el rifle, especialidades apenas conocidas que en los Juegos
adquieren la notoriedad que sus protagonistas merecen. En estas competiciones
la precisión es clave, y el resultado final suele depender de diferencias muy
pequeñas. Si en el último tiro de una competición muy igualada, sacas un 9 y tu
rival un 10, o rompes un plato menos, quedas eliminado.
La exigencia es máxima, y para rendir a un nivel muy alto es imprescindible
controlar la activación que pueden provocar la trascendencia de la situación,
la trayectoria del marcador y la emoción que transmite el entorno (incluyendo
espectadores, técnicos y compañeros), además de las expectativas propias. El
nivel de activación es un continuo de activación fisiológica y mental que se
extiende desde un estado de extrema calma y relajación hasta otro de máxima
alerta, tensión y excitación. Entre los dos extremos, que podrían representarse
mediante números del 1 al 10, existen distintos niveles, y el nivel de
activación óptimo es aquel en cuya presencia es más probable el rendimiento más
alto en una determinada tarea. Por debajo (exceso de relación) o por encima (exceso
de excitación) de dicho nivel, el rendimiento suele ser peor.
En la activación influyen la motivación, el estrés y en
general cualquier emoción. Mediante la autoobservación y el entrenamiento
guiados por un psicólogo del deporte, cada deportista puede detectar qué influye
en su propia activación, cuál es su nivel de activación óptimo para cada una de
las tareas deportivas en las que debe rendir y qué puede hacer para situarse y
mantenerse en ese nivel. Se trata de un traje a medida que permite optimizar las posibilidades de rendimiento.
El exigente grado de precisión del tiro con arco, pistola o
rifle, requiere que estos deportistas se sitúen en un nivel de activación óptimo
que en general sea bajo, y eso supone una gran dificultad en el contexto tan
estresante de los Juegos Olímpicos. Lógicamente, los que están ahí son
deportistas de élite que han tenido que desarrollar esta habilidad, fundamental
para lograr sus objetivos. Viéndolos por la televisión justo antes de tirar, te das
cuenta del alto grado tranquilidad y concentración que muestran, mentalmente
aislados del bullicio que los rodea y de pensamientos propios ajenos a la
ejecución de sus disparos. Probablemente, habrán estado nerviosos o muy
motivados en las horas previas, pero su preparación habrá incluido estrategias
para estar en su nivel de activación óptimo al inicio de la prueba y ser
capaces de mantenerlo durante todo el evento, recuperándolo rápidamente si por algún
motivo lo perdieran.
Estos ejemplos sirven para acentuar la importancia de
situarse en el nivel de activación óptimo cuando se trata de rendir a alto
nivel en la tarea que lo requiera; y no solo en el deporte, sino en cualquier
faceta, ya sea en el trabajo o la vida personal. ¿Cuántas veces hemos
funcionado peor de lo que podríamos por no haber sido capaces de conseguir la
tranquilidad y concentración de estos tiradores de arco, pistola o rifle? ¿O al
contrario, por no haber estado lo suficientemente activados, quizá por falta de
motivación? Los deportistas necesitan desarrollar habilidades para autorregular su motivación y sus emociones y así poder estar en su nivel de activación óptimo, más bajo o más
alto en función de la tarea en la que deban rendir (de alta precisión, de alto
esfuerzo físico, etc.), y aumentar así sus posibilidades de éxito. Y lo mismo cualquier otra persona que desee optimizar su rendimiento en la tarea que sea, especialmente en las
situaciones más críticas o que más importan, para que no suceda como a esos
deportistas favoritos cuyas expectativas se han esfumado, quizá, por no haber
sido capaces de dominar y poner en práctica una habilidad tan decisiva cuando
llega el momento de la verdad.
Chema Buceta
8-8-2016
Twitter: @chemabuceta
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