En
estos días, hemos
sabido que Luis Enrique será el nuevo seleccionador español de fútbol y
que con
él llegará un equipo técnico de su confianza formado por un entrenador
ayudante, un preparador físico y un psicólogo deportivo. Este psicólogo
es
Joaquín Valdés, antiguo alumno del Máster en Psicología del deporte de
la UNED
y, posteriormente, profesor de ese mismo Máster cuando su actividad
profesional se
lo ha permitido. La presencia de Valdés en el equipo de Luis Enrique no
es una
novedad, ya que este, desde su primera etapa como entrenador en el
Barcelona B,
siempre ha contado con él. Para Luis Enrique, el psicólogo es uno más, y
así lo ha demostrado en todos los equipos que ha entrenado.
La noticia, sin embargo, es que
la presencia de un psicólogo en el deporte de élite ya no es noticia. Lo habría
sido hace algunos años, cuando Joaquín Valdés, todavía en el siglo pasado, fue
alumno de ese Máster y afrontó sus primeros retos profesionales en el Sporting
de Gijón, pero ahora es agua pasada. La trayectoria exitosa de Valdés y de
otros psicólogos del deporte bien formados, proporcionando buenos servicios a
deportistas y entrenadores de diferentes especialidades, ha contribuido a
cambiar la percepción que, en general, se tenía del psicólogo como recurso excepcional
para atender a deportistas con una disfunción patológica. Afortunadamente, en
la actualidad se comprende y acepta que hay psicólogos especializados en
diferentes campos, y que, si bien algunos lo están para tratar patologías como,
por ejemplo, la depresión, que también pueden sufrir los deportistas, otros,
los psicólogos del deporte, son expertos de la preparación psicológica para optimizar
el rendimiento deportivo.
Es cierto, no obstante, que todavía hay muchos entrenadores,
deportistas y clubes que ignoran las ventajas de contar con un psicólogo del
deporte, y también que, en otros casos, aun valorándose tales ventajas, los recursos económicos
son limitados o no se conoce a un psicólogo bien preparado en quien confiar.
Sin embargo, cada vez son más los proyectos deportivos, en la élite o la base, que incorporan al psicólogo
como uno más: con una implicación mayor o menor en función de las necesidades y
los recursos, pero considerándolo un actor más cuya función se aprecia y del
que nadie se extraña.
El psicólogo del deporte
es un especialista de la preparación mental, y el propósito de esta es
contribuir a que los deportistas rindan lo mejor posible. Por tanto, el
psicólogo debe conocer los objetivos deportivos y, en la medida posible,
detectar
e incidir en todo aquello que pueda afectar al funcionamiento mental de
los
deportistas con vistas a conseguir tales objetivos. Con este propósito,
su actuación conlleva observar y analizar el entorno, las necesidades y el
comportamiento de los deportistas, los entrenadores y cualquier otro
actor
implicado, incluyendo la interacción entre todos ellos; y requiere saber
cuándo, cómo y sobre qué aspectos debe intervenir. Un error de
psicólogos mal
preparados o con poca experiencia, influidos
por el entusiasmo, la ansiedad o la presión de quienes les contratan, es
hacer cosas simplemente porque “algo
tienen que hacer” (aunque de alguna forma lo justifiquen), como si
observar y analizar para poder actuar cuando sea
necesario, no fuera ya una tarea de suma importancia.
La actuación de un
psicólogo del deporte puede tener distintas facetas y llevarse a cabo de
diferentes maneras y desde distintas posiciones respecto a quienes
reciben sus
servicios. Por ejemplo, se puede centrar en asesorar al entrenador, el
director deportivo o un directivo, trabajar directamente con los
deportistas (en el caso de un
equipo, todos o algunos) o hacer un poco de todo (entrenador,
deportistas, directivos…); asimismo,
puede realizar su cometido de manera más o menos directiva (bien
aportando opiniones
y consejos, bien ayudando a reflexionar, encontrar las respuestas y
tomar
decisiones, bien ambas cosas). Puede ocuparse de necesidades muy
concretas (por ejemplo, la
ansiedad de un delantero que no marca goles), intervenir en asuntos más
habituales
y globales (ayudar al entrenador a preparar sus reuniones con los
deportistas para que tengan un
impacto psicológico favorable), participar en la planificación deportiva
(planteando las
necesidades psicológicas en cada periodo, anticipando el impacto
psicológico…), ayudar a los protagonistas en sus temas personales
(preocupaciones, dudas, problemas...), anticipar y prevenir situaciones
difíciles o aportar sus conocimientos en cualquier otro asunto que
lo requiera; y puede trabajar formando parte del cuadro técnico de un
equipo (el caso de
Valdés) o de un deportista individual, atendiendo a
diferentes equipos y deportistas como psicólogo de un club o una
federación, contratado a nivel particular, etc.; es decir, desde
diferentes posiciones, según se acuerde.
En cualquier caso, el
psicólogo debe estar bien preparado y no ser un mero entusiasta.
Evidentemente, tiene que tener su titulación universitaria como
psicólogo, pero, además, debe ser
un experto en el campo específico de la Psicología del deporte (es
decir, no
vale cualquier psicólogo), conocer el deporte en el que trabaje y saber
estar
en este ocupando un lugar discreto, sin asumir un protagonismo principal
que no
le corresponde (en general, cuanto menos se sepa de él fuera de su
entorno, mejor). Obviamente,
no tiene que ser un hincha, y sí un ejemplo de control emocional y
objetividad. Por supuesto, debe comprender y tener en cuenta las
circunstancias que rodean a
los protagonistas (contratos, patrocinadores, obligaciones
extradeportivas,
popularidad, medios de comunicación…), así como sus estados de ánimo,
cuyas
fluctuaciones en el deporte de élite pueden ser muchas y muy bruscas; y
tiene que actuar con
mucha prudencia, salvaguardando la confidencialidad de sus cometidos y
conversaciones.
En los deportes
individuales, el psicólogo suele trabajar directamente con el deportista
para
que desarrolle habilidades psicológicas que le permitan autorregular su
funcionamiento mental en beneficio de su rendimiento; y en bastantes
casos,
también con sus entrenadores para optimizar el plan de entrenamiento, la
comunicación entre ambos y la mejor estrategia psicológica en las
competiciones. En los deportes de equipo, si bien con deportistas
jóvenes es
conveniente que el psicólogo entrene a los jugadores para que aprendan
habilidades y se fortalezcan mentalmente, al tiempo que asesora y a
veces entrena a sus
entrenadores, directivos y padres, en la élite, lo más aconsejable suele
ser que sobre todo trabaje como asesor del entrenador y, además, esté
disponible para
ayudar individualmente a los deportistas que lo necesiten y de forma
voluntaria
lo demanden.
Cuando Luis Enrique llegó al
Barcelona, dijo que “el psicólogo era
para él”; y, de hecho, la función principal de Joaquín Valdés ha sido
asesorarle
para optimizar su funcionamiento como entrenador en sus diversas
facetas, e influir así, favorablemente, en la preparación psicológica
del equipo.
Seguramente, también haya trabajado de forma directa con algunos
jugadores
(siempre de manera muy confidencial), pero su aportación fundamental,
muy
valiosa, ha sido como asesor del entrenador. Este es un modelo de
trabajo que,
supongo, prevalecerá también en la selección, con un psicólogo
experimentado
que, integrado como uno más en el equipo técnico, cuidará de lo
psicológico y
asesorará convenientemente al seleccionador.
Luis Enrique ha
demostrado su valía como entrenador en la élite del fútbol; y una de sus
principales fortalezas es la apuesta por el psicólogo del deporte como uno más.
Así ha sido desde sus primeros pasos con el Barcelona B. Con convicción ha
asumido la importancia de contar con el especialista de lo mental, y por eso, al
negociar sus contratos con los diferentes clubes y ahora la federación, ha
impuesto la presencia del psicólogo en su equipo técnico. Evidentemente, no
todos los entrenadores pueden negociar con la misma fuerza, pero el mensaje del
nuevo seleccionador, corroborado por otros muchos ejemplos, es que el psicólogo
del deporte no es un lujo o un remedio ocasional, sino un actor necesario que,
como los demás actores, no garantiza el éxito final, pero contribuye significativamente
al proceso que aumenta las posibilidades de conseguirlo.
Chema Buceta
15-7-2018
@chemabuceta
Muy buen artículo Chema. Totalmente de acuerdo, habéis entrado en los Staff (equipo técnico) y, espero que sea para trabajar juntos de ahora en adelante. 🎾 Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, David. Un abrazo
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