Los éxitos del baloncesto femenino son un referente en el deporte español
En primer lugar, quiero comenzar éste último artículo de 2012 con mis mejores deseos de salud, felicidad y éxitos en el nuevo año a todos los que seguís este blog, con mi más sincero agradecimiento por hacerlo.
Finaliza un año en el que muchos hemos insistido en destacar
los brillantes resultados del deporte femenino español en los Juegos Olímpicos
de Londres. Para algunos, los más, ha sido una agradable sorpresa; para otros,
los menos que seguimos más de cerca la trayectoria de nuestras mujeres
deportistas, una gran alegría que en parte compensa el esfuerzo callado de
tantas chicas que hacen deporte en condiciones adversas, y tantos entrenadores
y directivos tachados bastantes veces de tener los cables cruzados por
dedicarse a una actividad materialmente tan improductiva. En los últimos años,
el menosprecio tradicional al deporte femenino ha dado paso al respeto, la
admiración y el disfrute de los éxitos, si bien, es cierto, que queda aún mucho
camino para que las chicas tengan el protagonismo que merece su encomiable
progreso. Un ejemplo: cuando se habla de los héroes del 2012, deportistas como
Bolt o Phelps destacan en cualquier quiniela, pero apenas nadie señala a Serena
Williams a pesar de haber ganado dos medallas de oro, Wimbledon y el Open de
los Estados Unidos. Afortunadamente, esta vez en España no se han olvidado las
gestas olímpicas de Marina Alabau, Brigitte Yagüe, Mireia Belmonte, Maialen
Chourraut, Maider Unda, Teresa
Perales (en los paralímpicos) y las chicas de vela, waterpolo, balonmano y
sincronizada.
Sin embargo, curiosamente, los dos deportes de equipo que
más gloria han dado al deporte femenino español no han estado presentes en
Londres, y quizá por eso han quedado eclipsados en el momento de mayor
reconocimiento: el hockey, único con una medalla de oro olímpica, pero en línea
descendente desde que se extinguió el
excelente trabajo del seleccionador artífice, José Brasa; y sobre todo, el
baloncesto, que si bien no ha logrado nunca el metal olímpico, lleva más de una
década alcanzando medallas en casi todas las competiciones continentales y
mundiales de todas las categorías. Además, a nivel de club, sus éxitos más
recientes tampoco tiene parangón. En 2011 y 2012, respectivamente, Perfumerías
Avenida y Ros Casares fueron campeones de Europa, y este mismo año la final fue
disputada por dos equipos españoles (Ros y Rivas Ecópolis), algo que, me atrevo
a decir, ningún otro deporte femenino ha conseguido jamás.
Respecto a los éxitos de la selección nacional, datan de los
últimos veinte años, cuando en otras especialidades, salvo el hockey, parecían
de ciencia ficción (¡Campeonas de Europa en 1993!); y en la última década,
salvo en el pasado europeo (lo que nos costó no estar en Londres), nuestras
chicas estuvieron siempre entre las mejores, mostrando el camino a las nuevas
generaciones de mujeres de éste y otros deportes. Porque llegar no es fácil,
pero lo es menos mantenerse en la élite tanto tiempo, y ahí está el mérito de
nuestras selecciones y de todo el baloncesto femenino español: en la
continuidad del éxito. Por eso, deportistas con mayúsculas como Carolina
Múgica, Blanca Ares, Ana Belén Álvaro, Wonny Geuer, Marina Ferragut, Betty
Cebrián y, más recientemente, Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar, Laia Palau, Anna
Montañana y otras muchas que nos han representado, merecen estar ahí,
recibiendo el merecido homenaje por su gran contribución a que el deporte
femenino, no sólo el baloncesto, sea hoy un referente.
Por supuesto, no deben quedarse atrás todos los que, desde
una posición u otra, luchan cada día para que el baloncesto femenino continúe
creciendo. Siempre ha sido éste un ámbito de soñadores que trabajan en el
anonimato. Muchas jugadoras que no destacan tanto, pero cuyo esfuerzo y ejemplo
engrandecen nuestro deporte. Entrenadores sin exposición a los focos que
irradian pasión y lo dan todo por mejorar un bloqueo o un desplazamiento
defensivo. Directivos altruistas que se desviven por mejorar las condiciones de
trabajo. Todos ellos, en muchos casos, luchando con el viento en contra. Por suerte, la era digital le ha dado al
baloncesto femenino un espacio mediático que antes no tenía, y eso, sin duda,
ha contribuido a potenciar su difusión; pero las dificultades son muchas, y los
que siguen al pie del cañón, profesionales o no, son casi siempre un ejemplo de
constancia en condiciones habitualmente adversas.
En estos días se recuerda el indiscutible éxito de mujeres
deportistas que no consiguen ni evitan canastas, y los que formamos parte de la
gran familia del baloncesto debemos sentirnos orgullosos y brindar por ello; pero
eso sí, con la cabeza bien alta, porque hemos contribuido tanto, o quizá más,
al respeto y la dignidad que las deportistas en general gozan en este momento.
¡Feliz año 2013! ¡Qué continúen los éxitos! Sobre todo el de
seguir ahí, día a día, resistiendo y avanzando a pesar del viento. ¡Un brindis
por el baloncesto femenino!
Chema Buceta
twitter: @chemabuceta
chemabuceta.blogspot.com.es
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