Escribo este artículo dos días antes del decisivo partido de vuelta de la Champions entre el Barcelona y el Milan. Tras perder 2-0 en la ida y caer eliminado en la Copa del Rey por el Real Madrid, el Barca afronta este trascendente reto en uno de los peores momentos en su brillantísima trayectoria. Según Puyol, su carismático capitán, el equipo necesita una gran hazaña: esa que, al ser una situación tan infrecuente y con intentos fallidos en el pasado, de momento no tiene en su laureado palmarés.
Hasta el partido en Milán, los resultados del equipo
habían sido más que muy buenos, y se alababa su capacidad para mantener ese
altísimo nivel a pesar de la enfermedad de su entrenador, Tito Vilanova, que
obligó a su ayudante, Jordi Roura, a tomar el mando. Durante este tiempo, una impresión
extendida coincidía en que para liderar un equipo con esas estrellas maduras,
comprometidas y unidas por una espectacular sinergia en lo deportivo y lo
humano, prácticamente daba lo mismo Vilanova que Roura. Bastaba con dejar hacer
a esos grandes maestros siguiendo el modelo de autogestión desarrollado en la
etapa de Guardiola con su liderazgo participativo. Para muchos “gurús”, un ejemplo
de liderazgo moderno: la situación ideal en la que todos son líderes
que asumen esa responsabilidad y quien manda permite un espacio amplio
para la iniciativa de sus subordinados. Sin embargo, cuando han llegado los malos
resultados, muchos denuncian que Roura no está a la altura de las circunstancias y en el equipo falta liderazgo. ¿En qué quedamos?
Como se ha comprobado en otros muchos casos dentro y fuera
del deporte, favorecer la iniciativa y la participación activa en los procesos de
toma de decisiones, y propiciar que se desarrolle una responsabilidad
individual y colectiva sin necesidad de decir siempre lo que hay que hacer, son
elementos muy positivos que, bien administrados, contribuyen a optimizar el rendimiento de los equipos. Ahora bien, la autogestión colectiva sin una
jerarquía es una utopía en el alto rendimiento. Éste exige que haya alguien al
timón: un referente que puede aceptar las ideas de sus subordinados, consultarlos a menudo y delegar en ellos muchas de las decisiones, pero que está ahí (y todos
saben que está ahí) velando por el buen funcionamiento del grupo y asumiendo la
responsabilidad de mando cuando, como en los momentos más críticos, resulta
necesario que quien tiene el poder lo ejerza. ¿Quién lleva el timón? De hecho, la
autogestión es más eficaz cuando los que se autogestionan saben que lo hacen
con red: es decir, habiendo un director que avala y está al tanto de lo que se
está haciendo, que tiene la posibilidad de reconducirlo y, en definitiva, que asume la responsabilidad última. Muy probablemente, así ha sido en el Barca de
Guardiola y su continuador Vilanova. ¿También en el de Roura?
El grave contratiempo de la enfermedad de Tito Vilanova, ha
sido manejado por el club mediante decisiones aparentemente sensatas que han favorecido un
clima de normalidad. Una de ellas, apostar por la continuidad en la dirección
del equipo, dejándolo en manos de su ayudante; la misma pauta que cuando se
marchó Guardiola y Vilanova lo sustituyó. La diferencia es que entonces le dieron a éste los galones con todos los honores, mientras que ahora el bastón de mando
de Roura es provisional. Oficialmente, el entrenador sigue siendo Vilanova.
Roura es un sustituto por un plazo indefinido. La continuidad pretendía aportar
estabilidad e inicialmente lo logró; pero transcurrido un tiempo razonable, la provisionalidad sin
fecha límite cercana parece propiciar justo lo contrario. ¿Quién lleva el timón?
¿Se puede relacionar esta circunstancia, con los malos
resultados ante el Milan y el Madrid? Lo fácil es decir que sí: señalar que
Roura carece del liderazgo apropiado
para conducir a una plantilla plagada de estrellas. Sin embargo, a pesar de lo
expuesto anteriormente, no parece que se pueda establecer esa relación tan
sencilla entre causa y efecto. A menudo, se acude a lo psicológico para
explicar el bajo rendimiento de un equipo, pero muchas veces, son otros
factores los que tienen el mayor peso. En este caso, mi impresión es que el
Barcelona afrontó el partido de Milán con la misma motivación, autoconfianza,
sinergia colectiva y capacidad de autogestión que en otras grandes citas en
el pasado, y que como en algunas de estas (Inter y Chelsea en semifinales de
Champions; Real Madrid en algunos partidos), con Guardiola pilotando, el rival
encontró el antídoto táctico para entorpecer ese preciso fútbol que tantos
éxitos le ha dado. Si a eso unimos que los años y las lesiones hacen mella en algunos
jugadores clave, que otros quizá no han llegado en su mejor forma física, y
que, no hay que olvidarlo, el deporte no son las matemáticas y cualquier equipo
puede tener un mal día, encontramos explicaciones contundentes que minimizan la
de apelar a la falta de liderazgo.
Desde la distancia, Roura parece estar haciendo
una buena labor en un papel muy difícil, contribuyendo a que esa sinergia tan
positiva que caracteriza a este gran equipo, siga funcionando. Lo de Milán
podría haber ocurrido igualmente con Pep o con Tito (como de hecho ha pasado
otras veces). Ahora bien, lo que se vislumbra es que esa derrota ha tenido en
el equipo, y en su entorno, un impacto anímico negativo que se ha acentuado con
la eliminación de la Copa ante el gran rival. Y en este momento, ante el
trascendente partido de vuelta de la Champions, la robusta autoconfianza de antaño
podría estar debilitada. Un momento crítico, sin duda, en el que, ahora sí, el papel
de un líder con capacidad para tirar del carro adquiere una gran importancia. ¿Quién
lleva el timón?
La cuestión no es tanto
si está Vilanova o está Roura, sino que quien esté debe poder ejercer un
liderazgo verdaderamente influyente. Y para eso, la provisionalidad no ayuda a
Roura. El presidente del club ha señalado que lo importante en este momento, más que los triunfos,
es la recuperación de Vilanova (seguramente, con el propósito de reducir la presión del partido ante el Milan); añadiendo que Tito, pase lo que pase, es y seguirá
siendo el entrenador del equipo. También ha dicho que Roura es un héroe al que
hay que agradecer lo que está haciendo. Un detalle de humanidad
hacia Vilanova, pero flaco favor a Roura acentuando su papel de actor secundario
en lugar de apuntalarlo como principal. Habría sido más acertado reconocer el
mérito del primero y comentar que en el futuro se contará con él, pero dejar
muy claro que el entrenador del equipo, con mando absoluto, es Jordi Roura.
Los
jugadores perciben el poder, la confianza y el apoyo que el club concede a
quien les dirige, y eso, sobre todo en los momentos más críticos, influye en
la capacidad de éste para liderar con eficacia. En este caso, parece claro que la voluntad de todos es superar la eliminatoria y seguir cosechando triunfos;
y es evidente que este gran equipo está sobrado de recursos para poder hacerlo. Pero aún siendo
respetado por la plantilla, la fragilidad del entrenador, ¿quién lleva el
timón?, hasta ahora intrascendente, podría debilitar la autoconfianza y sinergia
colectivas que han repercutido tanto en los grandes éxitos.
Chema Buceta
10-3-2013
twitter: @chemabuceta
Hola desde Zorita (Cáceres) , es posible que tenga razón en lo que dice, pero me gustaría comentarle mi opinión:
ResponderEliminarPienso que si a Roura le dieran los galones definitivos la situación sería la misma que hay o incluso peor, no creo que Roura se haya sabido mover bien en los medios de comunicación, ni que sea un buen transmisor de sensaciones positivas o de seguridad, no creo que estuviera acertado señalando al árbitro del partido Barcelona- Madrid, por poner un ejemplo.
En el partido Milan-Barcelona, no afrontaron el encuentro con la misma intensidad que otras veces, las perdidas de balón, la presión de uno y otro equipo, nada cuadraba. Creo que el Barcelona ha perdido demasiada confianza en si mismo y en sus valores, vease la reacción de Valdes ante el Madrid,o las discusiones entre jugadores, si a Roura le dieran más galones sucedería más de lo mismo, y pienso que con Tito era cuestión de tiempo. El equipo está cumpliendo un ciclo y estas son las consecuencias, Guardiola lo sabía, quiso hacer una limpia, no le dejaron y se fue.
Es nuestra opinión desde Zorita y su deporte.
Le felicito por su Blog.
Muchas gracias por su comentario. Es posible que tenga razón. Podría ser que Roura no sea el entrenador que necesita el Barca, pero si el club confía en él, debería demostrarlo dándole los galones de verdad. La provisionalidad tan prolongada del que lidera no es buena para un equipo.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Chema Buceta