miércoles, 10 de agosto de 2016

VENDER LA PIEL DEL OSO...

                                                 Expectativas altas que no se cumplen






La jornada del martes en los Juegos de Río no ha sido afortunada para  algunos deportistas españoles con expectativas muy altas. Ander Elosegui en piragüismo, aspirante a medalla, quedó octavo tras haber firmado el segundo mejor tiempo en las semifinales, la selección masculina de baloncesto volvió a perder contra todo pronóstico, la de waterpolo femenino, subcampeona en Londres, también cayó derrotada, y en tenis quedaron eliminados Carla Suárez, David Ferrer y Garbiñe Muguruza, los dos últimos claros favoritos en sus respectivos partidos. Así se unen a los que en jornadas anteriores siguieron el mismo camino, entre ellos dos campeones del mundo. Que los medios de comunicación y el interés de los patrocinadores vendan la piel del oso antes de que los deportistas lo cacen, genera una presión añadida que probablemente, en algunos casos como estos, está haciendo bastante mella.

De todos estos deportistas, lo que menos me sorprende es la contundente derrota de Garbiñe Muguruza  (1-6, 1-6)  frente a Mónica Puig, 34 del ranking. Finalista en Wimbledon en 2015, ganadora de Roland Garros hace algo más de dos meses  y en los primeros lugares del ranking mundial, Muguruza acompaña sus indiscutibles éxitos con grandes fracasos cuando más se espera de ella. Tal y como ha sucedido aquí, sus eliminaciones a cargo de jugadoras mucho peor clasificadas que ella son bastante frecuentes, y suelen coincidir con momentos en los que se la ensalza en exceso y se da por hecho que conseguirá algo importante. Si el viento sopla a favor, puede ganar a cualquiera; pero si el partido se pone mal, es incapaz de reaccionar.

Tampoco parece beneficiarle que se intente situarla al nivel de Nadal. Este ha tenido una continuidad en el éxito de los más grandes de la que Garbiñe, de momento, está a años luz. Resulta obvio el interés de sus patrocinadores y los medios de comunicación en que una chica de buena presencia que juega muy bien al tenis sea una estrella mediática, pero vender la piel del oso cuando ella no parece preparada mentalmente para asumir la exigente carga de los grandes campeones, puede arruinar una prometedora carrera.

La continuidad en el éxito requiere desarrollar una gran fortaleza mental para ser capaz de afrontar retos de alta dificultad en un entorno estresante. En el deporte y otros ámbitos, es importante no conformarse y tener la ambición de conseguir más, de llegar aún más lejos, de enfrentarse a nuevos desafíos que sean realistas como si fueran el primero; y a partir de ahí, prepararse con humildad, dedicación y calidad para superar los propios límites y ampliar las posibilidades de rendimiento.

Al mismo tiempo, resulta clave centrarse en lo que depende de uno y no dejarse influir por el halago y las expectativas de los demás, evitando sentirse obligado a cazar el oso que otros hayan vendido. Tampoco hay que distraerse con los asuntos extradeportivos más allá de lo razonable, teniendo claro que la prioridad es el deporte y no lo que lo acompaña, pues incluso en los casos en los que esto último suponga más ingresos, el deportista no debe olvidar que estos se difuminarán en cuanto los resultados deportivos dejen de ser buenos.

Asimismo, el verdadero campeón debe aprender a remar contra corriente, con el viento en contra; es decir, a luchar y superarse cuando las cosas no salen como se había previsto y uno no se siente cómodo. También, a levantarse cuando fracasa, ya que el fracaso es parte del juego y debe aprovecharse constructivamente para seguir creciendo. Es en la adversidad dónde hay que demostrar la fortaleza mental de un campeón, y es ahí, precisamente, dónde muchos vencedores ocasionales naufragan. También lo vemos en otros ámbitos. ¿Somos capaces de remar con el viento en contra, o tiramos fácilmente la toalla?


Chema Buceta
10-7-2016

Twitter: @chemabuceta
 

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