La concentración de los deportistas es un aspecto esencial para conseguir el máximo
rendimiento. Y más en una gran competición como los Juegos Olímpicos, donde las
diferencias son tan escasas y el estrés muy elevado. En la prueba de ciclismo en ruta, por ejemplo,
pudimos ver como una pequeña distracción en los últimos metros, le costó al
colombiano Uran la medalla de oro. Cada deporte, según sus características,
tiene unas demandas de concentración específicas; y es importante comprenderlas
bien para prepararse convenientemente.
En la jornada de hoy, hemos
asistido a la final por equipos de gimnasia artística masculina. Una característica de la gimnasia es que se compite a la vez en varios aparatos; es decir, mientras
un equipo actúa en la barra fija, otro lo hace en el suelo, otro en las
anillas, etc. por lo que es habitual que los gimnastas realicen sus ejercicios en
presencia de estímulos que corresponden a sus rivales. Por ejemplo, puede haber
uno actuando en las anillas, al tiempo que se produce un gran aplauso del
público para premiar a otro que acaba de terminar en las barras paralelas. En condiciones
como ésta, los gimnastas deben ser capaces de concentrarse en lo suyo sin
distraerse con lo ajeno; y controlar, además, las emociones intensas que suelen
estar presentes en las grandes competiciones, que también pueden interferir negativamente en un buena concentración.
En la última rotación de la competición de hoy, China ocupaba
el primer lugar con una cómoda ventaja que auguraba el oro. En segunda posición
estaba Japón, con un margen razonable pero no seguro para conseguir la plata. Y
en la lucha por el bronce, muy igualados, Ucrania y el anfitrión Gran Bretaña.
El ambiente era impresionante. Los gimnastas británicos actuaban en el suelo y
el público ovacionaba cada uno de sus espectaculares movimientos. Al finalizar,
los aplausos y el clamor eran un auténtico estruendo que se acentuaba todavía
más cuando se conocían las puntuaciones que acercaban a los locales a una histórica medalla. Mientras tanto, los ucranianos en las anillas y los japoneses en el
caballo con arcos, realizaban sus respectivos ejercicios. Fue fantástico ver la
excelente actuación del último de los ucranianos aislándose de tanta
distracción; y también a los propios británicos sin perder un ápice de
concentración en ese clima de euforia. Por el contrario, los japoneses
cometieron errores importantes que pudieron costarles la medalla. Seguramente, al temor a perder la ventaja que llevaban se sumó el impacto del ambiente adverso. Sus
caras agarrotadas lo decían todo. Por
suerte para ellos, tenían suficiente margen, pero estuvieron a punto de
fracasar.
A la impactante belleza de la gimnasia se ha unido hoy el
gran espectáculo de la fortaleza mental: de esa increíble capacidad de
concentración y autocontrol emocional que en su mayoría han mostrado los
gimnastas; y se ha vuelto a comprobar la importancia de la preparación mental
para poder aspirar a lo más alto.
Chema Buceta
30-7-2012