En el primer artículo de este blog (julio, 2012) me referí a la selección española de fútbol como los “campeones en autoconfianza”. Señalé entonces, que los excelentes resultados de los últimos años y el dominio de las acciones concretas (el estilo de juego) que habían conducido a ellos, habían fortalecido la cualidad psicológica que más trascendencia tiene en los grandes partidos: la autoconfianza colectiva; y que ésta parecía haber contribuido notablemente al éxito en la Eurocopa. Apunté también, que asimismo, el éxito conlleva el riesgo de un exceso de confianza que puede perjudicar el rendimiento, y de ahí la importancia de no infravalorar a ningún rival por modesto que sea. Los dos últimos partidos de la selección española frente a Finlandia y Francia, constituyen dos buenos ejemplos sobre la autoconfianza: ¿buena o mala?
Contra Francia, una vez más, la autoconfianza fue el valor psicológico de la selección española
Desde la perspectiva psicológica, el máximo rendimiento de un equipo se produce cuando éste, en su conjunto, se encuentra en lo que se denomina “nivel de activación óptimo”. En ese nivel óptimo, el equipo juega con fluidez y desarrolla lo mejor de sí mismo. Sin embargo, si la activación colectiva se encuentra por debajo o por encima de dicho nivel, el rendimiento empeora. En los grandes partidos, la motivación y/o el estrés propician estados de activación que suelen estar por encima del nivel óptimo deseado; y es entonces cuando una autoconfianza fuerte contribuye a contrarrestar este problema, situando la activación en el nivel apropiado. Es lo que parece haberle ocurrido a la selección española en tantos partidos trascendentes de los últimos años, incluyendo el último contra Francia. ¿Autoconfianza buena?
Nadie esperaba que los campeones del mundo no pudieran ganar a Finlandia. ¿Exceso de confianza?
Por el contrario, en los partidos aparentemente fáciles (los partidos “trampa”) la motivación y el estrés tienen menos presencia, y entonces una autoconfianza fuerte puede contribuir, todavía más, a un nivel de activación por debajo del que se considera óptimo. Es decir, puede potenciar un estado de relajación que podría perjudicar el rendimiento. No es que los jugadores salgan relajados en su sentido más estricto; pero sí menos activados de lo que deberían para estar alerta, anticiparse, reaccionar a tiempo, medir bien los riesgos, movilizar la energía necesaria, mostrarse ambiciosos, tomar las decisiones correctas… Esto es lo que, probablemente, aún habiendo ganado por ser muy superior, ha sucedido en algunos partidos de la selección frente a rivales inferiores. También ante Finlandia; aunque esta vez sin la victoria ¿Autoconfianza mala?
Tras el partido contra Finlandia, el propio Del Bosque reconoció que no se esperaban lo sucedido. En realidad, nadie lo esperaba. Se hablaba del trascendente partido contra Francia, y el de Finlandia se consideraba un mero trámite en el que lo más destacado eran los cien partidos de Sergio Ramos y el regreso de Villa a Asturias. El seleccionador advirtió en sus declaraciones, y estoy seguro de que también en las reuniones con los jugadores, que se trataba de un partido trampa que había que ganar, pero por otro lado su mensaje fue claro: reservó a los jugadores tocados para el partido contra Francia. ¿Hizo mal? No soy quien para juzgarlo, pero desde un punto de vista global (lo psicológico no lo es todo) creo que la decisión fue acertada: objetivamente, el partido contra Francia era mucho más difícil y más trascendente, esos jugadores clave tenían algunos días más de recuperación, y los que los sustituían no eran precisamente cojos, sino grandes futbolistas, y desde luego mucho mejores que los de Finlandia, último en la clasificación del grupo. Después, con 1-0, el equipo se encuentra cómodo. Es lógico. ¿Cuántos partidos ha ganado la selección con ese resultado? Muchos. Y encima, ahora, frente a un rival bastante inferior que apenas pasa del centro del campo. Los jugadores intentan marcar otro gol, claro; ¿pero lo hacen con la ambición e intensidad que predominarían si de verdad pensaran que lo necesitan? Es algo inconsciente, pero que está ahí, influyendo en la actitud general y el comportamiento en cada jugada. ¿Autoconfianza mala? Y en una jugada ¿desgraciada? Finlandia empata. ¿Mala suerte?
Acaba el partido y aparecen las críticas. Muchos se dan cuenta de que la cosa se ha puesto fea, que ya no sirve empatar contra Francia (antes quizá tampoco, pero ahora menos). ¿Cómo lo gestiona Del Bosque? Comenté en twitter antes del partido en París que, pasara lo que pasara, consideraba que el seleccionador, en su línea de gran maestro, había manejado muy bien el traspié contra Finlandia. Quedaban tres días para un trascendental y muy difícil partido, y lo único importante en ese crítico momento era llegar al mismo en las mejores condiciones. Del Bosque no critica a nadie por lo de Finlandia, no busca culpables, no se pone nervioso, mantiene la calma y encaja el golpe con naturalidad. Y a pesar de que se dice que el estilo de España está agotado (?), el seleccionador fortalece la autoconfianza colectiva manteniendo lo que tantos éxitos ha dado en el pasado. Sabía decisión. En los partidos grandes se debe apostar por lo que se ha hecho y se hace bien; no es momento de grandes cambios. Del Bosque lo sabe y lo aplica. Y así jugó España en Francia: mostrando una sólida autoconfianza; sin precipitarse a pesar de no marcar en toda la primera parte. Con esa convicción y ese autocontrol que proporciona el nivel de activación óptimo, tarde o temprano llegaría el gol; ¡y llegó! Podría no haber llegado, porque así es el fútbol, o podría haber marcado Francia (estuvo a punto), pero el estado psicológico que mostró la selección española fue el adecuado para conseguir la hazaña. ¿Autoconfianza buena?
Del Bosque ha sido ensalzado en estos días como corresponde al emotivo triunfo de la selección y a sus indiscutibles méritos. El mayor, en mi opinión, es haber sabido estar a gran altura en esos días difíciles entre ambos partidos. Cuando las cosas van bien, son muchos los que pueden liderar, pero es en esos momentos críticos, con tan poco tiempo de reacción, cuando se observa a los verdaderos maestros. Trasladémoslo a cualquier otro campo: la empresa, las relaciones personales… ¿Cuántos se habrían puesto nerviosos, hecho críticas inoportunas y planteado cambios significativos, en lugar de mantener la calma y atenerse a los planes previos? (Del Bosque cambió a algunos jugadores, pero no por el mal resultado contra Finlandia, sino porque lo tenía previsto). ¿Autoconfianza buena?
No hay enemigo pequeño. ¿Aprenderemos la lección?
Tras el éxito contra Francia, se alaba a la selección española y del partido contra Finlandia ya nadie parece acordarse: un accidente intrascendente; fútbol es fútbol. Incluso se habla ya de clasificación asegurada, cuando aún quedan tres partidos. Claro, son frente a rivales muy inferiores… uno de ellos, ¡Finlandia! ¿Habremos aprendido la lección? ¿O nos arriesgaremos a tropezar en la misma piedra del exceso de confianza, la autoconfianza mala?
La humildad y la capacidad de aprender de los errores
propios, son virtudes que ningún gran campeón, si pretende seguir siéndolo,
debería despreciar. La selección debe seguir apoyándose en una sólida
autoconfianza cuando lleguen los partidos grandes, pero a corto plazo, al
afrontar los más fáciles, conviene asumir que nadie regala nada, y que lo de Finlandia puede repetirse si no
se respeta al contrario por modesto que sea.
Chema Buceta
30-3-2013
twitter: @chemabuceta