sábado, 29 de agosto de 2015

¿NOS BASTA CON UN AMIGO?

                                                Algunas situaciones nos pueden superar 



En los últimos días, casi ha pasado desapercibido (para lo que suele ser el fútbol), el retorno de Illarramendi a la Real Sociedad. Solo dos años después de ficharlo el Real Madrid por treinta y muchos millones de euros (!), la Real lo ha recuperado por la mitad (!!!). El Madrid le fichó por ser uno de los jugadores jóvenes más brillantes, tal y como había demostrado en su club y en las selecciones nacionales de categorías inferiores. A sus 23 años, se le consideró un futbolista consolidado, llamado a ser el sustituto natural de Xabi Alonso, y se le contrató y recibió como a una estrella que sin duda triunfaría en el equipo blanco.

Sin embargo, nunca llegó a rendir como se esperaba de él, hasta provocar ese reciente viaje de regreso que deportiva y económicamente (excepto para la Real Sociedad) refleja un gran fracaso. Algunos han apuntado que no se le dieron suficientes oportunidades, o que no tuvo la continuidad apropiada para que cogiera confianza. Otros dicen que el desafío le vino grande y no fue capaz de superar el miedo escénico. Por unas causas u otras, pasó sin pena ni gloria, y cuando destacó fue más por sus malas actuaciones que por las buenas.

Sin entrar a valorar lo acertado o no de ese fichaje, lo que confirma este caso es que las habilidades técnicas (aquí, futbolísticas; en otros contextos, las que correspondan), por muy potentes que sean, no garantizan un rendimiento alto. Se puede observar muchas veces tanto en el deporte como en el ámbito laboral, los estudios, las relaciones interpersonales y cualquier otro contexto. Por muchas habilidades que se tengan, si física y mentalmente no se funciona a un buen nivel,  el rendimiento empeora. En el deporte de élite se nota muchísimo, y más en un equipo grande, porque no basta con cumplir o jugar bien de vez en cuando, sino de rendir a un nivel muy alto todos o casi todos los días. Y no hay excusas. Aunque el entrenador no te dé la continuidad que te gustaría, tienes que hacerlo muy bien en el tiempo, poco o mucho, que estés en la cancha. Fuera del deporte, a veces sucede lo mismo: las condiciones ideales no existen: la clave está en adaptarse a las que estén presentes, gusten o no, para poder enfrentarse a los desafíos en las mejores condiciones psicológicas: las que aumentan la probabilidad del éxito.

Para algunas personas, adaptarse a un gran número de situaciones es fácil, aunque ¡ojo!, todos podemos toparnos con alguna situación que en principio nos venga algo grande, y entonces, si queremos gestionarla bien, lo inteligente es contar con ayuda. ¿Nos basta con un amigo? Para otras personas, la adaptación es más difícil, sobre todo cuando  se trata de situaciones de exigencia elevada en las que uno se juega mucho; y más aún, si son muy diferentes a las que se estaba acostumbrado. Este puede ser el caso de Illarramendi. El cambio fue brutal: se le exigió muchísimo, como correspondía al montante de su fichaje y al club en que ahora jugaba; además, no tenía la continuidad de antes; y, seguramente, se sentía obligado a demostrar lo que valía cada vez que salía al campo. No lo hacía bien; recibía críticas que antes no le llegaban; su ansiedad aumentaba; lo hacía peor; se debilitaba su autoconfianza; cada vez contaban menos con él; etc. No es el primer caso, ni será el último; tampoco en otros contextos. Muy posiblemente, los que leáis este artículo conocéis casos similares propios o ajenos.saf cambio brutal, necesitan adantera. ces habr, ue necesitamos ayuda para enfrentarnos a los desaf cambio brutal, necesitan ada

Lo que llama la atención en este caso es que, muy probablemente, a pesar del elevado coste de la operación, este jugador no haya tenido el apoyo profesional que necesitaba para enfrentarse a una situación que le ha venido tan grande. Seguro que ha contado con la ayuda de personas del club para buscar piso, comprar lo que le hiciera falta, arreglar el coche,  atender a su familia y sus amistades, sacar entradas para algún concierto, buscar un peluquero para su perro (si lo tiene) y cualquier otra necesidad material. Si se ayuda a solucionar las necesidades de los jugadores, estos se encuentran más cómodos y pueden centrarse mejor en lo futbolístico, y por eso, los clubes de este nivel ponen a disposición de los futbolistas personas que les resuelven las cosas. Pero ¿es suficiente? También habrá habido personas del club o muy cercanas que habrán animado al futbolista en los malos momentos, y más de una cena habrá caído para intentar aportarle apoyo y confianza. Pero esos remedios caseros propios del amigo, si bien funcionan en algunos casos, suelen ser insuficientes cuando se trata de un problema que necesita atención profesional.

Si hubiera estado mal físicamente, ¿habría bastado con que unos amigos se lo llevaran a la montaña a correr unos kilómetros? ¿o le habrían puesto en manos del preparador físico? Este es un caso claro en el que parece haber faltado el psicólogo del deporte. En un equipo, una de las principales funciones que puede tener un psicólogo es ayudar a los jugadores que afrontan un cambio brutal, de gran exigencia, y necesitan adaptarse y rendir a alto nivel sin que la situación los devore. Illarramendi tenía muchos amigos, pero al parecer, ninguno de ellos era el profesional que necesitaba para gestionar exitosamente una situación que ha acabado con él en este proyecto.

Es evidente, que por bastante menos de los veinte millones que el Madrid ha dilapidado en esta operación, podría haber puesto a disposición del jugador a un psicólogo del deporte. Eso no habría asegurado que el jugador triunfara, como tampoco lo ha asegurado que tuviera un prestigioso entrenador y múltiples especialistas alrededor, pero habría sido mucho más probable. Por muy grandes que seamos, hay momentos en los que necesitamos ayuda psicológica para enfrentarnos a los desafíos que podrían superarnos. Y no somos más débiles por reconocerlo, aceptarlo y ponernos a ello; pero sí más estúpidos por ignorarlo y no poner remedio. ¿Nos basta con un amigo?


Chema Buceta
29-8-2015

Twitter: @chemabuceta


domingo, 16 de agosto de 2015

UNA VEZ MÁS... LA FUERZA MENTAL: ¿CASUALIDAD?


                                    En los momentos más críticos, la clave está en lo mental


En estos días, hemos disfrutado con los partidos de Carolina Marín, la jugadora española que por segunda vez consecutiva se ha proclamado campeona del mundo de bádminton. Entre las múltiples cualidades de esta laureada deportista, muchos han destacado su carácter, su mentalidad… es decir, sus recursos psicológicos, su fuerza mental. Carolina afrontaba este campeonato como campeona vigente y número uno del cuadro, lo que suele generar una presión añadida por “tener que ganar”, pero ha sido capaz de gestionar eficazmente cualquier manifestación de ansiedad que la pudiera perjudicar.  Como es lógico, tal y como ella misma ha reconocido, ha habido momentos en los que se ha puesto nerviosa, pero lo importante es que tenía los recursos para controlar esa ansiedad y no permitir que la perjudicara. Es cierto que ha estado lesionada, y esa “obligación de ganar” quizá no era tanta como si no lo hubiera estado, pero si eres la número uno, el objetivo de volver a serlo, por mucho que se quiera disfrazar, es ineludible; y así parece que lo había asumido ella: sin esconderse tras esa lesión, con la ambición que todo campeón necesita para seguir siéndolo, y empleando los recursos psicológicos que, gracias al entrenamiento específico con el psicólogo del deporte, había desarrollado y puesto a punto para afrontar este desafío. ¿Casualidad?

A diferencia de esta forma de afrontar la adversidad, deportistas o no, cada uno en lo suyo, sucede a veces que aprovechemos las circunstancias adversas para no acometer nuestros objetivos con el máximo esfuerzo. Nos apoyamos en algo real para anticipar que no podremos lograr lo que nos proponíamos, y entonces, nos esforzamos menos. Es cierto que hay que ser realistas y aceptar nuestras limitaciones y los cambios de objetivos y planes que estas conllevan, pero conviene vigilar que eso no nos conduzca a no hacer lo posible por intentarlo. Lo posible es todo aquello que depende de nosotros. Quizá no podamos hacer lo que nos gustaría, lo que estamos acostumbrados, lo que mejor dominamos, pero podemos buscar otras estrategias que, aún no siendo las ideales, puedan conducirnos al objetivo deseado o a uno cercano; o por lo menos, a intentarlo con algunas posibilidades de alcanzarlo. Muchos deportistas y no deportistas, aún no consiguiendo el éxito que persiguen, nos dan un lección en este sentido; otros, tiran la toalla antes de tiempo. Una vez más, la diferencia está en la fortaleza mental. 

Como sucede con la fuerza física, unas personas son más fuertes mentalmente que otras, pero todos podemos fortalecernos más si nos ponemos a ello. En muchos casos, lo hacemos sin ayuda externa, a base de enfrentarnos a la adversidad y aprender de nuestras experiencias de éxito y fracaso. La adversidad es una oportunidad para fortalecerse saliendo de la zona de confort, haciendo nuevos esfuerzos y desarrollando la creatividad. Se trata de centrarse en lo que uno puede hacer; y eso supone acentuar más los recursos disponibles y, a veces, buscar soluciones nuevas. Hasta un determinado nivel, podemos hacerlo solos, pero la ayuda de los profesionales puede ser fundamental para hacernos más fuertes y poder enfrentarnos con éxito a las situaciones que nos exigen más. En el caso de Carolina Marín, como ella misma destaca, la contribución del psicólogo del deporte ha sido muy importante. Con él ha sabido aprovechar la “oportunidad “ de la lesión para fortalecerse aún más, apuntalando un trabajo que ya lleva haciendo varios años. El psicólogo del deporte no es un "apagafuegos", sino un profesional que trabajando con tiempo ayuda a desarrollar recursos psicológicos que fortalecen al deportista mentalmente. Y lo mismo podría hacer con otras personas que persigan la excelencia en su funcionamiento laboral o personal.

Centrándonos en este campeonato del mundo, las manifestaciones de fortaleza mental de la jugadora española han sido claras. En una competición, la fuerza mental tiene trascendencia, sobre todo, en los momentos más críticos. Ahí, tanto en la final como en otros partidos, Carolina Marín ha jugado sin hundirse cuando el marcador era adverso, ni asustarse cuando teniendo ventaja se acercaba su rival, afrontando los puntos más decisivos con soltura y valentía, supongo que siguiendo la táctica que más le convenía. Una diferencia trascendente respecto a sus adversarias: mientras Carolina se superaba, ellas se agarrotaban y cometían errores en serie. ¿Qué explica esa diferencia? Sin duda, lo mental. No es casualidad que en estos partidos hayamos visto a la campeona hablar consigo misma para darse instrucciones, animarse, etc.  Y no era una improvisación, sino algo bien entrenado con su psicólogo del deporte. Cualquier jugador puede decirse un “vamos” cuando gana un punto, pero esos autodiálogos antes de cada punto (los primeros planos de la televisión captaban perfectamente cómo hablaba consigo misma) y esa expresión optimista tras cometer un error, han reflejado un entrenamiento psicológico bien planificado y ejecutado. Gracias a eso, en los periodos entre puntos la actividad mental de la jugadora ha estado bajo su control, y sin duda, eso ha contribuido al éxito final. 

A la preparación mental de los deportistas contribuyen diversos factores no específicamente psicológicos que en ocasiones son suficientes, como el propio entrenamiento deportivo (bien planteado con ese objetivo), el ambiente que rodea al deportista, sus rutinas,  los mensajes del entrenador... Pero el entrenamiento específico con el psicólogo del deporte es clave para optimizar su funcionamiento y conseguir un rendimiento mayor. Casi todos los deportistas de élite son capaces de controlar su actividad mental  la mayor parte del tiempo, sobre todo con viento a favor, pero no todos lo consiguen en esos momentos críticos que pueden decidir la competición. Y ese control es clave para que la mente, con sus pensamientos y automensajes, juegue a favor y no en contra. El trabajo con el psicólogo del deporte sirve para optimizar el rendimiento a nivel global y en diferentes facetas, pero es ahí, en los momentos más críticos, donde se notan más sus efectos. ¿Casualidad?

Algunos han señalado la similitud  de Carolina Marín con Rafa Nadal. Ciertamente, una de las grandes virtudes de este gran campeón ha sido su fuerza mental en los momentos más delicados de los partidos: ahí, mientras su rival se atenazaba, él sacaba su mejor tenis. Sin embargo, parece que ahora, según ha declarado él mismo, esa fortaleza se ha debilitado. ¿Dónde está el psicólogo del deporte? Carolina lo tiene; Nadal, no. Hasta hace poco, Nadal no lo ha necesitado, pero ahora…

Muchos grandes campeones nunca han trabajado con un psicólogo de deporte. En la historia del deporte también hay otros muchos que jamás tuvieron un preparador físico, vieron un video, siguieron planes de alimentación o tomaron suplementos vitamínicos. Pero todo evoluciona. Y el trabajo del psicólogo del deporte es una aportación más, a veces bastante trascendente. ¿Nadal? En su brillante carrera ha mostrado tener una gran fortaleza mental sin necesidad de un psicólogo, pero las circunstancias cambian. Hasta ahora, gracias a su propio mérito,  las cosas le han ido bastante bien, y cuando no fue así, fue capaz de reaccionar con rapidez y volver a ganar. El éxito, y lo que hacía para conseguirlo, fortalecían su autoconfianza y ahí estaba su fuerza. Sin embargo, ahora se enfrenta a una situación nueva: no gana, y haciendo lo que ha hecho siempre, sigue sin ganar. ¿Necesita más tiempo para ver si el viento cambia? Podría ser; pero la impresión que da es que, aún así, lo que verdaderamente necesita es encontrar soluciones que hasta la fecha no le hacían falta. 

Está bien recordar y repetir lo que uno ha hecho bien en el pasado siempre que en las circunstancias actuales pueda seguir siendo útil, pero en este caso parece que, además, no en lugar de, se necesita algo más. No es la primera vez que un número uno retrocede cuando por sus condiciones físicas y técnicas todavía podría seguir en lo más alto. Otros que pasaron por esa situación, tampoco supieron o quisieron darse cuenta de que necesitaban algo más. ¿Qué? Parece obvio. Si la cuestión es mental, y lo que se hace habitualmente no funciona, lo lógico sería trabajar con el especialista de lo mental: el psicólogo del deporte.

He leído que Nadal ha sido un ejemplo para Carolina Marín. Lógico. Lo ha sido y sigue siéndolo para muchos deportistas y no deportistas que admiramos esa fuerza mental y espíritu de superación que ha demostrado tantas veces. Pero quizá ahora, sea Carolina Marín la que debería servir de ejemplo a Nadal; no por sus éxitos, que aún siendo muy grandes todavía son exiguos comparados con los del tenista, sino por la inteligencia que demuestra trabajando con el especialista que necesita para fortalecer lo psicológico y tener ese plus que tanto le ayuda a ganar. Una vez más… la fuerza mental: ¿Casualidad?

Chema Buceta
16-8-2015

Twitter: @chemabuceta





domingo, 2 de agosto de 2015

COACHING: PREGUNTAS Y RESPUESTAS

                                            El protagonista del coaching es el coachee 


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En esta ocasión, dedico el blog a contestar con brevedad preguntas que con frecuencia me hacen sobre el coaching.


¿Qué es el coaching?

La etiqueta Coaching se usa para referirse a cosas muy diferentes, algunas de ellas exóticas y con muy poco rigor. En ocasiones, se identifica al coaching con el entrenamiento, y de hecho, en bastantes casos, lo que hacen los coach es entrenar; sucede en el deporte (dónde el coach es el entrenador), en las artes escénicas y en otros ámbitos. En estos casos, el coach es un experto en un campo concreto que transmite sus conocimientos, aporta su experiencia y da su opinión. A veces tiene autoridad, otras, no; pero siempre dirige o aconseja.

Otra vertiente diferente sitúa al coaching como un método de intervención psicológica, no directiva, para optimizar el funcionamiento de las personas a nivel individual o de equipo. A diferencia de otros métodos de intervención, la característica más importante del coaching es que el protagonista en todo el proceso es quien lo recibe (llamado coachee), por lo que la función del coach no consiste en transmitir conocimientos, dar su opinión, decir lo que hay que hacer, ser un motivador o juzgar lo que hace el coachee, sino ayudar, sin posicionarse, a que sea el interesado quien decida qué quiere lograr y que sea él quien encuentre su propio camino. Con este propósito, sin tomar partido, el coach es un facilitador que utiliza técnicas psicológicas para desarrollar una buena empatía y ayudar al coachee a reflexionar, mejorar su perspectiva de las cosas, poner en orden sus ideas, centrarse en lo que depende de él, tomar decisiones complejas, poner en práctica planes de acción y desarrollar habilidades.


¿Cómo se aplica el coaching?

El coaching no directivo se aplica en mayor medida en el ámbito laboral y a nivel individual, mediante entrevistas entre el coach y el coachee y tareas que este realiza en los periodos intermedios. Se utiliza sobre todo con directores que tienen responsabilidades de liderazgo, pero se puede aplicar con cualquier persona, tanto a nivel individual como en grupo, y en cualquier ámbito profesional, formativo o personal en el que los interesados quieran optimizar su funcionamiento.

En el ámbito profesional, el coach puede ser interno o externo a la organización, pero la mayoría de los expertos coinciden en que es más eficaz un coach externo, sin otra relación con el coachee que la propia del coaching. Eso facilita una interacción más libre, confidencial y eficaz que beneficia al proceso de coaching.


¿Cuál es el objetivo del coaching?

A diferencia de la terapia psicológica, el objetivo del coaching no es trabajar con pacientes para que estos superen sus trastornos psicopatológicos (depresión, fobias, ansiedad clínica, obsesiones, estrés post-traumático, etc.) , sino ayudar a optimizar el funcionamiento de personas sanas en cualquier área. Ahora bien, el coaching no es la solución para todo, ni la única herramienta para poder ayudar, sino un recurso más que a veces será el más idóneo y otras no; un recurso que puede complementar a otros (por ejemplo, a los cursos de formación o la consultoría).

El coaching es especialmente útil cuando las personas queremos o debemos afrontar procesos de cambio, alcanzar nuevos objetivos, tomar decisiones difíciles, mejorar nuestro rendimiento o incorporar nuevas habilidades. Con independencia del motivo específico por el que se desarrolle un programa de coaching, este debería servir para ayudar a crecer al interesado más allá de ese motivo, de forma que, a partir de ese momento, sea más capaz de conocerse a sí mismo, ver las cosas con una perspectiva más objetiva, afrontar eficazmente sus retos y relacionarse mejor con los demás.


¿Qué relación tiene el coaching con la Psicología?

 Al haber sido inicialmente impulsado por personas sin una titulación en Psicología, es frecuente que algunos de los que hablan de coaching no mencionen la Psicología o se esfuercen por diferenciarse de esta. Sin embargo, se quiera o no, el coaching es Psicología, como lo demuestra que sus objetivos son claramente psicológicos (la motivación, el cambio de actitud, el cambio de comportamiento, el autoconocimiento, la superación personal, el desarrollo de habilidades mentales...), y que también son psicológicos su método y sus técnicas, desarrollados previamente por la Psicología del deporte, la Terapia cognitiva, la Psicología humanista, la Psicología conductual, las Técnicas de solución de problemas, la Psicología positiva y la Inteligencia emocional.

El coaching es un procedimiento de intervención psicológica no directiva cuya principal característica es que el protagonismo lo tiene el interesado. Al no ser un campo reglado, puede haber coaches psicólogos y no psicólogos, pero estos últimos deben aprender la Psicología necesaria para poder desarrollar su labor con responsabilidad, rigor y eficacia.


¿Qué técnicas utiliza el coaching?

Por un lado, el coach debe desarrollar habilidades para regular sus propias emociones, tener una relación interpersonal apropiada con el coachee y ser capaz de atender a los estímulos relevantes durante la entrevista de coaching. Asimismo, debe aprender a utilizar el lenguaje no verbal, los silencios, la repetición/resumen de lo que el coachee transmite, las preguntas para ayudarle a reflexionar, las metáforas, los ejemplos, las explicaciones y sugerencias sin posicionarse… todo ello en el momento oportuno y de la manera adecuada. Además, debe dominar conocimientos psicológicos relacionados con las emociones, la motivación, la autoconfianza y otras variables relacionadas con el rendimiento, así como técnicas psicológicas como el análisis funcional, la tormenta de ideas, las matrices de decisiones, el establecimiento de objetivos y otras, y ser capaz de incorporarlos al proceso de coaching sin que el coachee pierda el protagonismo. 


¿Sirve el coaching para liderar?

El coaching es una buena herramienta para ayudar a quienes dirigen equipos, pero no debe confundirse el liderazgo con el coaching. El que lidera se puede beneficiar del coaching que le proporciona a él un coach externo, y también puede incorporarlo como un recurso más para liderar, pero no siempre podrá usar este recurso, y cuando lo haga tendrá ciertas limitaciones debidas a su posición.

Dirigir personas conlleva una relación de poder y autoridad, y en muchos momentos exige que quien lidera tome decisiones y dé órdenes sin poder aportar información ni consultar a los liderados. Sin embargo, en el coaching el protagonista de las decisiones es el coachee, y el coach es un mero facilitador que no tiene poder ni autoridad. Gracias al coaching, un director puede sensibilizarse más sobre la importancia de escuchar a quienes dirige, contar con sus opiniones y permitirles una mayor autonomía de funcionamiento; y por supuesto, puede desarrollar habilidades para llevar a cabo todo esto, pero su función es dirigir, no hacer coaching.

Lo más recomendable es que el director, cuando lo necesite, pueda acceder a un coach externo que le ayude a liderar eficazmente, y que a la vez pueda incorporar a su liderazgo algunas herramientas del coaching, pero sin pretender ser el coach de sus liderados.


¿Sirve el coaching para el crecimiento personal?

El coaching puede ser muy útil para promover el crecimiento personal. Mediante un proceso de coaching, podemos aprender a conocernos mejor, utilizar nuestras fortalezas, potenciar nuestras debilidades, ambicionar nuevos objetivos, anticipar y superar dificultades, tolerar la frustración, comprender y comunicarnos mejor con los demás y desarrollar valores y habilidades.

El coaching no es la única vía para crecer como persona, y en ocasiones habrá alternativas más indicadas o a las que el coaching deba complementar. Sin embargo, tiene un valor específico muy notable, ya que al ser el protagonista el interesado, este se involucra más en los distintos procesos y los pasos que da son más firmes. No es lo mismo que te señalen el camino, a que seas tú quien deba buscarlo, elegirlo y asumirlo, por lo que a través de las técnicas de coaching, se pueden conseguir logros más sólidos.


¿Qué es el coaching educativo?

Es la aplicación del coaching al ámbito de la educación para optimizar el funcionamiento individual y colectivo de los profesores, tutores, jefes de estudio, directores y otros gestores de centros educativos, padres de alumnos y los propios estudiantes. Al igual que en otros ámbitos, se puede aplicar a nivel individual o en grupo.


¿Se puede hacer coaching en grupo?

El coaching se suele aplicar sobre todo a nivel individual, pero también se puede hacer en grupo. Básicamente, existen tres tipos de grupos: los que incluyen personas que no tienen una relación; los que se componen de miembros de una misma organización que no pertenecen al mismo equipo; y los que forman parte de un equipo que debe rendir como tal. En función de esta diferencia, los objetivos, planteamientos y estrategias pueden variar, pero en todo caso se trata de aprovechar la experiencia de cada componente del grupo para enriquecer a los demás. En el caso de los equipos, además, el coaching puede ayudar a fortalecer sinergias positivas y optimizar su funcionamiento cotidiano.

Las actividades pueden incluir algunos juegos, videos cortos, discusión de casos, role-playing u otros elementos que  aporten un punto de partida para la reflexión individual y los debates en grupo. Como en el coaching individual, el coach debe ser un mero facilitador de procesos, involucrando a todos en los ejercicios y los debates, aprovechando las coincidencias y las discrepancias y, en definitiva, favoreciendo la reflexión sobre los aspectos clave en un clima distendido que ayude a abrirse a los participantes.


¿Qué es el coaching outdoor?

El coaching outdoor es una modalidad de coaching en grupo que incluye experiencias ajenas a la actividad cotidiana. Habitualmente, son juegos, preferiblemente al aire libre, pero también en el interior, en los que existe una competición con objetivos diversos, siendo lo fundamental que los participantes tengan la oportunidad de aprender de sus propias vivencias en un ambiente distendido y positivo.

Evidentemente, no se trata de juegos, sin más, para que los participantes se diviertan, sino de actividades que, según sea el objetivo, provoquen la necesidad de comunicarse, trabajar en equipo, superar dificultades, tomar decisiones, etc. Tras los juegos, los participantes deben reflexionar sobre lo sucedido, y el coach debe facilitar los debates y contribuir a que la experiencia sea bien aprovechada, teniendo en cuenta, eso sí, que como sucede siempre que se hace coaching, son los participantes quienes tienen el protagonismo y deben alcanzar las conclusiones.

El coaching outdoor puede tener efectos muy beneficiosos si se administra bien, pero puede quedarse en simplemente pasarlo bien si no se conduce correctamente, por lo que exige una buena preparación específica del coach.


¿Cómo se forma un coach?

Al no ser una profesión reglada, cualquiera puede hacerse una tarjeta y decir que es un coach. Para poner un poco de orden, algunas asociaciones extienden certificados que acreditan horas de formación en cursos que organizan o autorizan ellas mismas, cuya calidad es muy variada. Junto a cursos buenos, existen otros muy deficientes, y por desgracia han proliferado los que imparten personas poco preparadas. Algunas universidades avalan cursos de escuelas de coaching, o como es el caso de la UNED, tienen títulos propios sobre coaching (véase www.psicologiadelcoaching.es), lo que garantiza, sobre todo esto último, la seriedad y el rigor científico que otras instituciones no siempre ofrecen, por lo que estas titulaciones cada vez se valoran más.

El coach no es un motivador que vende entusiasmo y supuesta confianza: un vendedor de humo: “cumple tus sueños, si quieres puedes, la fuerza está en tu interior, bla, bla, bla…”, ni tampoco es un showman de la televisión, ni alguien a quien le gusta oírse dando consejos, sino un profesional que debe estar bien preparado para poder asumir la responsabilidad de ayudar a otras personas. Ser psicólogo ayuda, pero no es necesario serlo; sí lo es aprender la Psicología inherente a las competencias exigidas para ser un buen coach.


(Para los que estéis interesados en saber más, os dejo el link de una conferencia reciente: https://canal.uned.es/mmobj/index/id/38705 ).

¡Buen verano!

Chema Buceta
2-8-2015

Twitter: @chemabuceta