lunes, 30 de septiembre de 2013

UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO

                                         
                                                     Lo que pasa dentro, se cuece fuera


El gran comienzo de temporada del Atlético de Madrid, con superioridad manifiesta y victoria en el Bernabeu incluida, ha acentuado elogios que venían prodigándose desde la llegada de su entrenador, Cholo Simeone. Uno de los que más se oye, coincide con lo que el mismo técnico destaca en cada rueda de prensa: “el éxito está en ser un equipo… jugar como equipo… pensar como equipo… trabajar al servicio del equipo… Equipo, equipo, equipo…

Si preguntásemos a mil o más entrenadores de deportes colectivos, prácticamente todos, por no decir todos, coincidirían en señalar que actuar como equipo es un factor fundamental. Y no sólo en los partidos: también en el día a día, ya que lo que ocurre fuera, se refleja dentro. Quizá en menor porcentaje, pero también mayoritariamente, opinarían así jugadores y directivos. Sin embargo, una cosa es pensarlo y manifestarlo, y otra que eso suceda en la medida apropiada. En general, salvo en situaciones de deterioro irreversible, la mayoría de los equipos funcionan bien como tales gran parte del tiempo; pero no tanto, cuando se necesita un sobreesfuerzo o se enfrentan a la adversidad: conflictos, momentos de mayor dificultad, malos resultados, frustraciones individuales, críticas duras… Es ahí cuando el concepto de equipo adquiere verdadera trascendencia y se pueden observar las fortalezas y las carencias. Para recoger entonces, hay que haber sembrado con anterioridad. Si no se sientan las bases en tiempos de paz, es muy improbable que cuando se necesite, el grupo funcione como equipo a un alto nivel de exigencia, por muchas arengas y declaraciones cargadas de tópicos que se hagan. Una cosa es la apariencia, lo que se pretende mostrar, y otra la realidad. Ésta se demuestra con hechos, no con palabras.

Actuar como un equipo no garantiza superar a otros con mayor talento o que también funcionan bien como tal, pero contribuye a alcanzar el máximo rendimiento de ese grupo y, por esa vía, a que sea mucho más probable que se supere el listón del que se parte. El Atlético de Madrid actual es un buen ejemplo. Ya lo fue la temporada pasada, incluyendo sus peores momentos, que los hubo. Ahora,  quizá no pueda mantener este nivel tan alto de rendimiento y buenos resultados, pero lo que está mostrando es ese significativo espíritu de equipo que subyace al lema de los mosqueteros. Se observa en la generosidad de los constantes apoyos al compañero que tiene el balón, las ayudas y relevos en defensa, cómo protegen la espalda del que no puede retroceder a tiempo, la confianza del que presiona sabiendo que hay más rojiblancos detrás, los desplazamientos sin balón para crear espacios que aprovechan otros, ese lenguaje no verbal que transmite unidad y apoyo mutuo… Existe una parcela de rendimiento individual, pero no se trata de cumplir por libre, sino de contribuir al engranaje colectivo. El talento al servicio del equipo. La responsabilidad de acudir en ayuda del compañero necesitado. La confianza en que los demás estarán ahí cuando uno lo necesite. “Uno para todos y todos para uno”.

Se habla del espíritu de Simeone como una de las claves: su ambición, determinación, espíritu de lucha, liderazgo eficaz… Elementos fundamentales que marcan la diferencia. Uno de ellos, es el control de las expectativas. Insiste en el planteamiento realista de ir partido a partido, en lugar de dejarse llevar por delirios de grandeza. Otro es que tiene claro, y así lo transmite, el rol de cada jugador en el equipo. Es importante tener buenos jugadores, pero no basta. Deben saber qué se espera de ellos y cómo deben coordinar su esfuerzo. No siempre los de mayor talento individual encajan unos con otros; por sus características o intereses particulares, algunos pueden estorbarse mutuamente. Se suma por un lado, pero se resta más por otro. En bastantes ocasiones, se ficha pensando en las cualidades positivas sin tener muy en cuenta cómo se ensamblarán con las de los compañeros, qué rol ocupará ese jugador en el equipo, y cómo afectará al rol de otros. Una patata caliente para el entrenador que no ha intervenido. ¿Bale? En el Atlético, parece que no ocurre; que los fichajes se ajustan a las necesidades reales, lo que facilita que el entrenador no dude y pueda explicar a cada jugador cuál es su función, el valor que debe aportar para que el equipo triunfe. Eso transmite confianza y fortalece el compromiso.

En gran parte, lo que sucede en el campo se cuece fuera. Caprichos que alimentan egos frente a decisiones coherentes. Dudas que no se despejan versus ideas claras. La credibilidad de unos que disminuye; la de los otros, que aumenta. Voluntades que se distancian, mientras que otras se unen.  Soldados muy cualificados que avanzan a trompicones, sin referencia, frente a mosqueteros conjurados que asumen su lema. El marcador: 0-1; ¿es esa la diferencia?   


Chema Buceta
30-9-2013

twitter: @chemabuceta

lunes, 23 de septiembre de 2013

MADRID 2020 (2): ¿MÁS FICCIÓN? ¡NO, GRACIAS!

                                                           ¿Apoyo popular masivo?                                                                 

Siguiendo con la aventura de Madrid 2020, una de las mentiras o medias verdades que nos contaron fue que la candidatura tenía más de un 90% de apoyo popular. Sin duda, una extensa mayoría bastante silenciosa, porque en las redes sociales abundaban los comentarios en contra y, salvo mensajes institucionales, se leían muy pocos a favor. ¿Cómo se obtuvo ese dato de ciencia ficción? Lo que en realidad se palpó fue que a diferencia de intentos anteriores (2012, 2016), salvo al final, la trayectoria de la candidatura pasó prácticamente desapercibida excepto para los que estaban en el ajo. Escasas y muy espaciadas notas en los medios de comunicación, como queriendo ir de puntillas para no llamar la atención de una ciudadanía enojada por los recortes y cansada del intento olímpico. Con prioridades más acuciantes, el sueño de los cinco aros careció de esa magia que predominó otras veces. En esta ocasión, fue la ilusión de unos pocos: los deportistas de élite, su entrenadores y las federaciones, como es lógico, pensando que así tendrían más recursos; los implicados en la organización y los que, de salir el proyecto, podrían encontrar ahí oportunidades laborales; y políticos a los que el deporte no importa demasiado, pero que pensaron en la rentabilidad de esa foto.  El entusiasmo de la candidatura, distante de la realidad social, contrastó con la frustración de las restricciones en sectores básicos y la lucha por sobrevivir al paro, las deudas con los bancos y la pérdida de poder adquisitivo; pero además, centrándonos exclusivamente en el deporte, con las precariedades y desapariciones de muchos clubs y deportistas madrileños y de toda España, y la subida de cuotas en las instalaciones deportivas del mismo municipio que solicitaba unos Juegos Olímpicos (!). ¿Apoyo popular masivo?

En el sprint final, gracias al esfuerzo de algunos medios de comunicación, que en cierta medida ofrecieron una información sesgada por exceso o defecto, según se ha denunciado posteriormente, se logró animar a bastantes madrileños a participar en diversos eventos promocionales, y sobre todo, a salir a la calle el 7 de septiembre para celebrar una “victoria segura”. Otro engaño; que condujo a una enorme decepción. Y fuera de Madrid, el fervor fue prácticamente inexistente. En resumen, apoyo de mucha gente, sí; pero desde luego, no masivo. Es lógico. Aunque los Juegos aporten riqueza, también exigen mucho gasto, y la experiencia de ciudades olímpicas con grandes deudas post Juegos no es precisamente alentadora. No era el mejor momento para un proyecto faraónico por muy buenas previsiones que aparentemente tuviera. Y menos aún, cuando la credibilidad de los dirigentes políticos está por los suelos. ¿Gastar para ganar más? ¿Quién lo dice? Uff! Cualquiera se fía.

Aquí es dónde se sitúa la segunda mentira o media verdad. Otra ficción. La candidatura “low cost”, con el 80% (o 90%) de las infraestructuras hechas. Sólo faltan el estadio olímpico, la villa olímpica, reformar el centro acuático y habilitar unas cuantas instalaciones más. Nada. Pecata minuta. La plaza de toros, lista para el baloncesto. Poner las canastas y a jugar. ¿Quién que conozca Madrid y las instalaciones de las que se ha hablado, puede creer que está casi todo hecho? Muchas necesitan grandes reformas para estar listas; otras, sólo existen en las maquetas. ¿Quién dice lo del 80%? Uff! Los Juegos de la Austeridad. ¿A quien se pretendió engañar? “Brillante” etiqueta rápidamente transformada en “Los Juegos del Hambre”. Gurús gringos a precio de oro que nos consideran tontos y desconocen nuestra capacidad de ingeniar e ironizar en menos que canta un gallo. Flaco favor, uno más, muy merecido, a los políticos y dirigentes deportivos que se dejaron embolatar.

Los Juegos del Hambre… perdón, de la Austeridad, presumían de poder organizar la cita olímpica con un presupuesto bastante inferior al de las restantes candidaturas. Mal mensaje para los del COI, claro, acostumbrados al lujo y la modernidad. Pero como nos habían dicho que estaba ganado… ¿Vendernos la moto a los de aquí para evitar una oposición fuerte en la calle?  La experiencia de muchas ciudades olímpicas es que el presupuesto inicial aumenta considerablemente durante el recorrido, y ese parecía ser el caso de Madrid 2020. Con tantas cosas por hacer aún, resulta muy difícil de creer que pudieran mantenerse los números presentados. Pero una vez concedidos los Juegos ¿qué más da? Gasto de dinero público fácil de justificar. A cuenta, algo simbólico, la extensa comitiva que acompañó a la candidatura de Madrid en Buenos Aires. Mayor que las de Estambul y Tokio juntas. Más numerosa que el total de los deportistas que nos representaron en los Juegos de Londres. ¿Juegos de la Austeridad? ¿Quién lo dice? Uff!! No es extraño que muchos, y no es mi caso, se alegren de la derrota pensando en las consecuencias negativas que podría acarrearnos la designación. ¿Apoyo popular masivo?

Con frecuencia, los políticos aprovechan el deporte de élite para intentar fortalecer su imagen pública vinculándola a los grandes éxitos y a los deportistas conocidos. También, la Casa Real. En los Juegos Olímpicos he visto como les van avisando para que estén allí donde se vislumbra una medalla. Salvo excepciones, el que pierde no interesa. Sólo importa estar junto al que gana. Pero ¡ojo! La incomparable exposición que proporciona el deporte, si se utiliza mal, puede tener el efecto contrario. En Buenos Aires, el Príncipe y sus asesores lo tuvieron claro. Un discurso que, con independencia de la afinidad monárquica, cautivó a gran parte de la audiencia. No debería extrañarnos que el Príncipe hable bien en público. Es parte de su oficio. ¿Y los demás? ¿No es parte del suyo? Samaranch y González mostraron un aceptable nivel. Rajoy, Blanco y Botella… sin comentarios.

El principal problema de la Alcaldesa de Madrid no fue el inglés ni el desacierto de algunos contenidos, sino su falta de habilidad para enganchar a la audiencia, compartir con ésta una emoción sincera y transmitirle un mensaje creíble. Es muy probable que hablando en español el resultado hubiera sido parecido. Y lo peor para ella es que quienes escucharon su plática no fueron únicamente los electores, sino millones de personas que la siguieron por televisión o vieron después en youtube. El discurso más seguido en toda su carrera. Vergüenza ajena. Sonrojo por tan desdichada representación de nuestro país en ese inmenso escaparate internacional. La imagen de una España liderada por políticos mal preparados y oportunistas. Porque eso es lo que se buscó allí: el oportunismo de estar en una gran foto de portada. ¿El deporte? Interesa la fachada; la esencia… Aquí, éste se tomó su venganza. Implacable con el cronómetro, los centímetros, los goles, las canastas, las valoraciones de los jueces… esta vez lo fue con quien quiso aprovecharse de él y salió esquilada. Ella y otros.

El sueño olímpico de Madrid debería dormir durante bastantes lunas; hasta poder despertar en circunstancias sociales mejores, con el entusiasmo mayoritario que lo caracterizó antaño y liderado por dirigentes con un mínimo de credibilidad. Cuando se vislumbre ese momento, ¿por qué no una consulta popular a todos los ciudadanos? No, una encuesta sesgada, sino una consulta seria tras explicar con todo detalle en qué consiste la inversión, quién pone el dinero, cuáles son sus ventajas y cuáles sus riesgos. Tras la experiencia vivida, si Madrid se vuelve a presentar, debería tener un gran apoyo popular real tras un verdadero ejercicio de democracia. ¿Más ficción? ¡No, gracias!


(Continuará)


Chema Buceta
23-9-2013

Twitter: @chemabuceta






domingo, 15 de septiembre de 2013

MADRID 2020 (1): LA CULPA ES DE OTROS

Madrid 2020 ha sido derrotada. Para muchos, sorpresa, decepción, engaño, frustración, indefensión... ¿Cómo puede ser? Lo hemos hecho muy bien; y además, nos lo habían asegurado. Nos han tomado el pelo. La culpa es de otros. Incluso el gurú norteamericano que por la módica cantidad de dos millones de euros escribió y orientó los brillantes discursos de nuestros representantes en el acto final, ha declarado que las presentaciones fueron estupendas. Si los mortales corrientes no lo percibimos así, es porque somos tontos o no estamos preparados para poder apreciar tan exquisita oratoria, ni entender qué es un lobby o la complejidad del Comité Olímpico Internacional (COI) y la alta política. Todo cuela. Parece fácil vendernos la moto: manipularnos con expectativas triunfalistas, verdades a medias, mentiras enmascaradas y esa euforia patriotera que pretende envolvernos en la gloria del vencedor; aunque ésta, muchas veces, sea sólo un espejismo. Necesitamos sentirnos parte de algo importante, y lo que nos gusta oír nos lo creemos; da igual que sea humo. Esta vez, ración doble.

Ningún evento me atrae tanto como los Juegos, y desde luego, unos en Madrid, a tiro de piedra de mi casa, serían el no va más. Sin embargo, desde hace meses, en la tertulia “Al límite” de radio Marca he sido bastante crítico con el proyecto Madrid 2020, con argumentos que repetiré en éste y sucesivos artículos. La misma mañana de la elección apunté tres razones por las que consideraba que Madrid no ganaría. (1) Era la candidatura mejor puntuada en los informes previos, pero bien se sabe que esto no tiene un efecto directo en las votaciones. Sirve para constatar que esa ciudad podría organizar los Juegos y alentar que continúe en la carrera, pero nada más. Y las otras dos ciudades también tenían muchos puntos fuertes, lo que suponía, desde el punto de vista técnico, una dura competencia. Otra cosa es que no quisiéramos verlo o mostrarlo a la opinión pública, pero así era. (2) Por diversos motivos: la economía, el paro, la corrupción, el dopaje… la imagen de España en el extranjero, a diferencia de la de Japón, no es buena e inspira muy poca confianza. (3) Ni en el deporte, ni en la política, tenemos dirigentes con verdadero peso y capacidad de influencia en el contexto internacional. Otrora tuvimos a Samaranch, y con él los Juegos de Barcelona. Ahora…

Presentarse para organizar unos Juegos Olímpicos es un reto ambicioso que merece todos los respetos. Así es el deporte: se diseña un plan, se trabaja duro para alcanzar el objetivo, se compite, se lucha, y después, el resultado llega o no llega; porque también participan otros. Perder no es deshonroso, y el propio proceso para intentar ganar, con independencia del resultado final, fortalece y engrandece a quien lo afronta. Pero el objetivo debe ser realista; si no, es un autoengaño, una huida hacia delante. Madrid 2012 fue un proyecto ilusionante que dinamizó muchas cosas. Aprendimos, crecimos en muchos sentidos, y la candidatura mostró que en un futuro habría que contar con ella. Pero no tuvimos paciencia. Madrid 2016 dio el paso adelante desafiando la norma no escrita de no repetir los Juegos en el mismo continente, y probablemente, a pesar del buen trabajo realizado, cerró algunas puertas.

Tras dos dignas derrotas consecutivas, Madrid era un proyecto claramente desgastado, por lo que lanzar la candidatura para el 2020, cuando además crecía la crisis económica, demostró tener muy poco sentido de la oportunidad. Pero… ¿A quién le importaba eso? Lo prioritario era continuar con la tienda abierta como fuera. Se adujo que la experiencia previa era un buen punto de partida, pero no se quiso valorar que presentándose tan seguidamente aparecen los efectos del cansancio y el hartazgo. No de quienes están involucrados, claro; pero sí de los que deben mediar, apoyar o votar. Puedes pedir algo una vez, insistir una segunda, pero tres… Y si encima ofreces más de lo mismo... y además “low cost”… Bastante obvio. Por supuesto, nadie se atrevió a destacarlo, y menos aún los asesores bien paniaguados, a sabiendas de que no presentarse significaba cerrar el chiringuito. ¿Cuántas ciudades sensatas se presentan tres veces consecutivas? Si además le unimos la crisis, el paro, el dopaje… el desprestigio de nuestros políticos, no es extraño que en esta última convocatoria, a pesar de tener más experiencia y mejorar el proyecto, se hayan conseguido menos votos que nunca.  ¡Y eso que lo teníamos controlado!

Se dice que el COI nos alentó a presentarnos. Lógico. Necesita candidatos mínimamente creíbles para alimentar su show, y nosotros somos los pardillos perfectos. Nos gastamos bastante dinero en hacer bien los deberes y, así, contribuimos al espectáculo. Después, tras ser una liebre obediente durante toda la carrera, otros nos rebasan. Y para colmo, como dice una miembro marroquí del COI con esperpéntico cinismo paternalista, nos descartan para hacernos un favor “porque tenemos necesidades más prioritarias”. ¿Les damos las gracias a los del COI después de haber dilapidado en sueldos, sueldazos, oficinas,  maquetas, tecnología punta, complejos informes técnicos, viajes en business, hoteles de lujo, visitas de evaluadores tratados por todo lo alto, fanfarrias varias y posible fondo de reptiles, ni se sabe cuánto? Tomadura de pelo. El timo de la estampita. Descojone olímpico. Merecido, claro; porque creer que te pueden garantizar la victoria antes de una votación es de tontos. Y hasta va contra la misma esencia del espíritu deportivo. ¿Qué habríamos dicho nosotros si nos enteramos de que a Tokio le han asegurado el triunfo antes de las presentaciones finales y los votos? ¿Tongo? Y nos lamentamos porque el COI ¡no ha cumplido!

La cara de idiotas que se nos ha quedado, a unos por sentirse engañados por el COI, a otros por el ridículo creyendo que lo teníamos atado, y a unos cuantos por la vergüenza de negociar, y mal, bajo cuerda, no impide que todavía haya algunos que defiendan ia que﷽﷽﷽﷽digan que habrque se nos queda, no impide que todavtraposidades mun favor!bastante dinero en hacer bien los deberes y,presentarse en 2024. ¿Que se nos venderá esta vez? ¿Qué le vuelve a tocar a Europa? ¿Qué caemos más simpáticos que París, Berlín o Roma? Más desgastados aún, tras tres intentos fallidos consecutivos, lo más razonable sería que Madrid se tome un largo respiro, pero... La alcaldesa de Madrid ha dicho que no presentará la candidatura... ¿quién puede creerla? Puede que ni siquiera esté ella cuando se tome la decisión. Si Madrid se presenta, el COI encantado, claro. Madrid, candidata eterna. Siempre dispuesta a contribuir al show. Y los que aquí viven de este asunto, miel sobre hojuelas: lógico. Para algunos, competentes y honrados empleados a los que deseo lo mejor, significa mantener su trabajo, salvo que sean cabeza de turco para protegerse otros. Para los de más arriba, el poder, el reparto de prebendas, las dietas, los beneficios encubiertos… justificar cualquier gasto para hacer lobby: ¿viaje a los campeonatos de esgrima de Oceanía para tomar un café con el vicepresidente de la federación de Papúa Nueva Guinea que es amigo de otro que conoce a otro que tiene voto en el COI? Perfecto. Gran estrategia. Llevamos haciendo lobby ocho o nueve años. En ese tiempo, guiados por supuestos grandes expertos del entramado de la familia olímpica, y no precisamente gratis, no hemos escatimado expendios para ganarnos el favor de una pandilla de vividores… ¡y cada vez tenemos menos votos! Pero la culpa es de otros. Siempre es de otros.

(Continuará)

Chema Buceta
15-9-2013

twitter: @chemabuceta