domingo, 22 de junio de 2014

¿HAMBRE?

                                            ¿Motivación alta, pero insuficiente en la adversidad?



El respeto, admiración y apoyo  a los jugadores y técnicos de la selección española de fútbol que tantas alegrías nos ha dado, algo que comparto, no es incompatible con la crítica constructiva, y por eso en estos días, son muchos los que buscan explicaciones a lo sucedido en el Mundial. Xabi Alonso declaró que había faltado “hambre”, y al parecer, eso disgustó a sus compañeros, por lo que se vio obligado a matizar que no se refería a una ausencia de motivación, que es lo que se había interpretado, sino a falta de intensidad (¿Debida a qué?). El propio seleccionador que antes del campeonato intuyó, y apuntó, que “faltaba hambre”, intenta ahora, y hace bien, que el fuego no se extienda. Seguimos en el torneo, y con o sin hambre, no está el horno para bollos. Nos suele sentar mal que nos digan que no estamos motivados cuando se supone que deberíamos estarlo; y más aún, cuando encima percibimos que sí lo estamos. La cuestión es cuánto. No creo que ni Alonso ni Del Bosque hayan querido decir que el equipo no estaba motivado, pero sí, quizá, que no lo estaba lo suficiente; que faltaba algo. En el deporte de alta competición las pequeñas diferencias pueden ser muy trascendentes. No se le niega al equipo una motivación alta, pero quizá sí la ausencia de ese plus de motivación, pequeño pero decisivo, que en ocasiones marca la diferencia;  y sobre todo, en la adversidad. Acudimos a un excelente restaurante y tenemos hambre, incluso muchas hambre, pero quizá no tanta como  para comer los platos que no nos gustan. Mientras el menú nos satisface o es llevadero, perfecto; pero si no es así…

Seguramente, las declaraciones de Xabi Alonso han sido inoportunas por haberse producido cuando aún queda un partido y, al referirse a un tema delicado, pueden afectar a la cohesión del grupo, pero eso no quiere decir que su percepción sea necesariamente errónea. Indicios razonables sugieren que en el restaurante de Sudáfrica se tenía más hambre. Y no hay que tomárselo a mal, ni sentirse atacado por ello. Muchas veces, no es cuestión de voluntad, sino de habilidad; y esta no se suele trabajar con la especificidad necesaria. Por tanto, uno puede empeñarse en tener hambre y, a pesar de eso, no tener tanta como el guión indica. Más aún en un equipo, donde siendo cierto que las circunstancias de cada jugador son diferentes (veteranos que se retiran, jóvenes que debutan, campeones de todo, aspirantes a serlo…), existe una tendencia colectiva que, en mayor o menor medida, suele contagiar a todos. En Sudáfrica íbamos a comernos lo que fuera; hasta los platos que provocaban arcadas; y eso nos dio la energía para sufrir, sobreesforzarnos y superar las situaciones adversas. A Brasil también hemos ido con ganas, ¡cómo no, siendo el Mundial un restaurante tan exclusivo! Y mientras el menú fue de nuestro agrado (primer tiempo contra Holanda) las cosas funcionaron. Pero la situación cambió cuando llegó a la mesa el plato que no nos gustaba: de un posible 2-0 a un 1-1 y enseguida un 1-2 que obligaba a un costoso sobreesfuerzo.  Fatídica adversidad que como explicó el seleccionador, marcó nuestro fracaso. Hasta aquí, el equipo jugó a un buen nivel y superó a Holanda (que es el subcampeón del mundo). A partir de entonces, quedó tocado y llegó la debacle del 1-5. Después, jugamos contra Chile sin habernos recuperado del palo.

¿Faltó un plus de motivación en ese momento tan crítico? ¿Un poco más de hambre para remangarnos y comernos ese marrón? Quizá pensábamos, de manera inconsciente, que en este excepcional restaurante, siendo quienes somos, los campeones del mundo, sólo nos darían manjares exquisitos, y no estábamos preparados para comer la basura de los goles en contra. Había hambre, pero no tanta; y encima, ese menú que nos revolvió las tripas no se esperaba. En los dos artículos anteriores, señalé la importancia de anticipar las posibles dificultades y prepararse para afrontarlas. La sensación que se dio es que no estábamos preparados para ese contratiempo, y el hundimiento tan desproporcionado demostró una gran fragilidad que sólo se explica si en parte venía de antes. Faltaba algo. Quizá, ese extra de motivación que, haciéndote insaciable, te da una energía especial para comerte el mundo aunque estés muerto. Quizá, fortaleza física y mental para responder y sobreponernos. Muy probable: las dos cosas. No se puede descartar que las lesiones y el cansancio físico y psicológico acumulados a lo largo de una dura temporada, con muy poco tiempo de recuperación, hayan tenido su peso; aunque viendo la energía de Benzemá, Neymar, Alexis o Godín con sus respectivas selecciones, la duda es razonable. ¿En qué clubs juegan estos? Parece evidente que, además del cansancio, algo ha habido en nuestra selección que ha influido en esa falta de frescura, chispa, intensidad, alegría… que hemos mostrado en el campo. Además de insuficiente hambre, ¿falta de autoconfianza? Es lógico que esta se debilitara al sentirse los jugadores sin fuerzas para remar contra corriente. Pasó tras el 1-2 con Holanda; y por supuesto, frente a Chile. Seguro que ese segundo día las ganas de sacarse la espina no faltaban, pero el equipo no pudo recuperarse de la paliza, y desde el primer momento se mostró espeso e inseguro, con esa ansiedad que te paraliza y te hace impreciso. Los goles en contra fueron la puntilla. ¡Hundidos!

¿Seguirá Del Bosque? Es un gran entrenador, no descubro nada; y en Brasil está dando una lección de liderazgo en la adversidad, cuando el barco está hundido y el capitán debe aguantar el tipo con la mayor dignidad. La procesión va por dentro, y él, aunque dolido, se muestra tranquilo, sin señalar a nadie, dando la cara. No se queja de nada, apoya a los suyos y asume su responsabilidad con la honestidad y caballerosidad que le caracterizan. Su papel fue muy difícil tras el partido contra Holanda. Actuó con moderación y sensatez, confiando en sus jugadores. Algunos piensan que un entrenador es todopoderoso, pero en muchos casos su capacidad de influencia es muy limitada. Un varapalo como este deja muy tocado a un equipo que no está acostumbrado a perder, y por muy bueno que sea el médico, la gravedad de la enfermedad puede más que él. ¿Podía haber hecho algo más, estar más acertado en sus decisiones previas y durante el campeonato? No lo sé. Siempre se puede mejorar lo que uno hace, y estoy seguro de que él será el primero en analizarlo. ¿Seguirá? Nadie mejor que Del Bosque para liderar una nueva etapa con prudencia y acierto, pero supongo que su decisión de continuar va a depender del "hambre" que tenga. ¡Otra vez el hambre! Si encuentra retos que le estimulen de verdad, que le motiven lo suficiente, y se ve con fuerzas para acometerlos, seguirá. Si no es así, renunciará. Lo ha ganado todo, y es una persona honesta. No se embarcará de nuevo si no está seguro de poder llevar el barco al mejor puerto. Sabe mejor que nadie que para continuar necesita, en primer lugar, recuperarse del palo de Brasil; y después, tener ese plus de motivación y autoconfianza que marca la diferencia entre simplemente cumplir y rendir con la excelencia que exige la alta responsabilidad de dirigir a la selección española. Hambre y convicción. ¡Ojalá las tenga, y siga!

Chema Buceta
21-6-2014

twitter: @chemabuceta

sábado, 14 de junio de 2014

¿SOMOS UNO MÁS, O SOMOS NADAL?

                                        Anticipar las dificultades es clave para no hundirse



Comenzó el mundial con un contundente resultado adverso que nadie esperaba: 5-1 a favor de Holanda. Los tulipanes no son un paquete. Si nosotros presumimos de ser los campeones del mundo, ellos son los siguientes. En Sudáfrica, sólo nos separó un gol en la prórroga. Por tanto, cabía esperar que no sería precisamente un paseo militar, sino un partido muy difícil en el que quizá esta vez tendríamos que ir a remolque. Antes de un campeonato, resulta incómodo el sobreesfuerzo mental de pensar en las dificultades que te puedes encontrar. Es más agradable ignorarlas y disfrutar del optimismo de ese momento previo en el que el guión indica que hay que creer en lo mejor. Más aún, si eres el campeón. Se espera de ti que no dudes, que pienses en grande, que destroces al rival desde el pitido inicial. ¿Dificultades? ¡Jamás! 

Tras la derrota, Vicente del Bosque, al que respeto y admiro, declaró que el principal problema de la selección había sido anímico. Se le preguntó por el bajón físico que nuestros jugadores mostraron en la segunda parte, pero él insistió en que la clave había estado en lo mental. Explicó que tras haber perdido una clara oportunidad de adelantarnos 2-0, los holandeses empataron enseguida y eso nos dejó psicológicamente tocados, y que cuando marcaron el segundo gol, ellos se fueron arriba impulsados por la euforia y nosotros nos deprimimos. Obviamente, existirán otros factores de carácter físico, técnico y táctico que habrán influido en lo que sucedió, pero según él, y yo lo comparto, esa fue la clave del partido. ¿Por qué ocurrió? Desde fuera, es difícil saberlo; pero se puede intuir que, probablemente, el equipo no estaba preparado para recibir un revés y verse obligado a superarse y jugar con el marcador en contra.

El artículo anterior del blog, ¿Mentalmente Preparados? hacía referencia a aspectos psicológicos a tener en cuenta para afrontar este mundial. En varios apartados se mencionaba la trascendencia de analizar las fortalezas y debilidades propias y anticipar las dificultades que se pudieran presentar. Una de éstas, que las cosas no salgan como se esperaba y haya que remar contra corriente. Más aún, que el partido vaya bien (lo que se esperaba y ocurrió en la primera parte) y en dos jugadas se tuerza: lo que obliga a asimilar el mazazo y hacer un sobreesfuerzo mental para mantener la calma y el ánimo y poner en práctica un plan B. La preparación mental no es sólo crear un buen ambiente y transmitir tranquilidad y confianza; también es anticipar los posibles problemas para que no pillen por sorpresa y, si se presentan, se puedan gestionar. Algo fundamental en cualquier equipo, pero más en una selección que no tiene costumbre de ir perdiendo, acumula un acusado cansancio y soporta la presión de tener que ganar.

También señalaba ese artículo que es ahora, en una situación de enorme adversidad, tanto por el palo recibido como por la obligación ineludible de reaccionar ya, cuando se va a comprobar la fortaleza mental de este equipo. En primer lugar, su motivación. No hay por qué dudar de que ésta sea alta, pero ¿existe ese plus de “hambre” que reclamaba Del Bosque antes de empezar? Ahora se verá.  ¿Conformismo de quien ha ganado todo, o ambición de quien quiere más? ¿Tiramos la toalla o seguimos peleando hasta el final? ¿Damos la cara hasta cierto punto para no quedar muy mal y decir que lo hemos intentado, o nos ponemos las pilas del campeón y lo damos todo, sin escatimar nada? Con la paliza de ayer, muchos se rendirían. ¿Nosotros? ¿Los campeones del mundo? ¿Somos uno más, o somos Nadal?

En segundo lugar, no basta con estar dispuestos a luchar hasta la extenuación. Para que sea eficaz, ese plus de motivación debe ir acompañado de una buena estrategia y una sólida autoconfianza. Ésta, tras el varapalo, puede estar debilitada, y es clave recuperarla. Sin precipitarse. Tras un golpe tan fuerte y teniendo días suficientes hasta el siguiente envite, no es aconsejable forzar la máquina del olvido para pensar ya en el próximo compromiso. Antes de llenar el depósito, conviene limpiarlo de los residuos. Lo más urgente, mantener la calma y apoyar a los jugadores, como ya hizo Del Bosque después del partido. Después, dejar uno o dos días para un breve análisis constructivo de lo sucedido (sólo aquello que se pueda corregir en futuros partidos) y, sobre todo, que haya tranquilidad para que fluyan y se diluyan con naturalidad las emociones causadas por esa dura derrota, permitiendo así que el desánimo y la culpa den paso a la rabia que pide sacarse la espina y ésta al deseo de ganar.

A partir de ahí, lo importante será olvidar el mal resultado contra Holanda y centrarse exclusivamente en lo que hay que hacer para ganar a Chile. En los dos días anteriores, el fortalecimiento de la autoconfianza será fundamental: recordar situaciones pasadas similares (comienzo con derrota en el mundial de Sudáfrica…), reflexionar sobre lo bueno de la primera parte contra Holanda, centrarse en lo que depende de nosotros, apelar a lo que mejor dominamos, y por supuesto, anticipar las dificultades que podemos encontrar. Xabi Alonso ha declarado que “el partido contra Chile puede ser parecido”. Pensemos, por tanto, que no será fácil, que habrá que jugar con determinación y paciencia, que podríamos enfrentarnos a un marcador en contra o a un cambio de viento, y que si esto último ocurriera, deberíamos estar preparados para afrontarlo sin perder los papeles ni desanimarnos. 

Me preguntan si Del Bosque debería hacer cambios en la alineación. Él sabe muy bien lo que tiene entre manos, y seguro que toma decisiones acertadas. Desde el punto de vista psicológico (en lo táctico, no entro), puede ser interesante que incluya a algún jugador con la mente fresca y mucha “hambre”, pero no sería un buen mensaje para la autoconfianza colectiva, la cohesión y el estado de ánimo del grupo, que hiciera muchos cambios. Es momento de confiar, no de dudar. De dar responsabilidad, no de quitarla.

Siento un enorme respeto por este equipo y sus grandes hazañas pasadas. Suceda lo que suceda ahora, la exitosa historia que ha escrito la selección es imborrable, y a muchos nos seguirá llenando de orgullo. Pero el deporte no se detiene en el pasado, y lo que toca ahora es este campeonato del mundo. Aunque es cierto que es imposible ganar siempre, que la derrota forma parte del juego y que repetir el título es tarea de titanes, el campeón no puede tener otro objetivo que volver a serlo. El reconocimiento a los incomparables logros de este victorioso equipo no es incompatible con la exigencia de ese sobreesfuerzo físico y mental que caracteriza a los grandes campeones en los momentos más difíciles. ¿Djokovic o Nadal?

(Es una lástima que la selección española no cuente ahora con un psicólogo del deporte con experiencia. Entre otros, es en momentos como éste cuando este profesional puede ser de gran ayuda para la recuperación emocional de los jugadores y el asesoramiento psicológico a los entrenadores. Si decimos que los pequeños detalles marcan la diferencia, éste puede ser uno de ellos. ¿Seguimos ignorándolo?).


Chema Buceta
14-6-2014

twitter: @chemabuceta

sábado, 7 de junio de 2014

¿MENTALMENTE PREPARADOS?

                                  El campeón no puede tener otro objetivo que volver a serlo



Dentro de unos días comenzará en Brasil el esperado mundial de fútbol. Me preguntan cómo veo en lo psicológico a la selección española. No estoy dentro, y por tanto, no puedo hacer un diagnóstico preciso; pero en base a lo que desde fuera creo observar, me atrevo a compartir algunos comentarios sobre cada uno de los aspectos psicológicos más directamente relacionados con el alto rendimiento en competiciones como ésta. ¿Mentalmente preparados?

Motivación

Del Bosque ha declarado que el equipo necesita “hambre” para poder ganar de nuevo el mundial. En Sudáfrica existió una gran ambición por ser campeones. ¿Ahora? Al parecer, preocupa al seleccionador que tras haber ganado un mundial y dos eurocopas, la ambición (“el hambre”) no sea la misma. En principio, la motivación por ser campeón del mundo debe presuponerse muy alta, tanto por el beneficio emocional que conlleva formar parte de esta gran experiencia y afrontar el reto excepcional de vencer por segunda vez, como por el alza de la cotización individual y su reflejo en fama, contratos y patrocinios. La propia negociación de los premios económicos apuntala esa ambición por ganar. No entro a valorar la oportunidad/moralidad de las cantidades que han sido publicadas, pero la diferencia entre ser campeón y otras opciones, incluida estar en la final (720.000 euros, frente a 144.000), transmite un mensaje claro: ¡Queremos ganar! Seguramente, no es este el principal factor que mueve a nuestra selección, pero ahí está: potenciando el desafío de ser campeón. No obstante, aún siendo muy elevada, ese plus de motivación al que parece referirse Del Bosque, se comprobará si existe en los momentos de mayor dificultad, cuando sea necesario un sobreesfuerzo físico y mental. Ahí se dirimirá quién vence: el conformismo del que lo ha ganado todo, o la ambición de quien ansía más.

Estrés

La gran trascendencia del evento y la implacable evaluación social de lo que el equipo haga, son factores muy estresantes a los que ya están acostumbrados estos jugadores y este equipo. Sin embargo, puede emerger un estrés añadido si se impone la presión de “tener que ganar”, algo que es difícil de eludir si eres el actual campeón. Por mucho que se pretenda minimizar esta responsabilidad y se comprenda su enorme dificultad real, el campeón no puede asumir otro objetivo que volver a serlo, y esa obligación sin escape puede tener mucho peso. El estrés añadido puede ser positivo si compensa esa posible “falta de hambre” y sitúa a nuestros jugadores en su nivel óptimo de activación para rendir al máximo, pero perjudicial si los atenaza o incita a actuar impulsivamente, precipitadamente o yendo por libre. Sobre todo, serán críticas las situaciones de mayor adversidad: no llega el gol, marcadores en contra, cansancio acumulado, derrotas en la primera fase, tandas de penaltis… y en caso de que juguemos contra Brasil, un enfervorizado ambiente en contra (recuérdese el antecedente de la Copa Federación). Es posible que incluso en partidos frente a otros equipos, el público sea bastante hostil con el campeón a batir, y más aún con Diego Costa, algo que convendría tener previsto para minimizar su impacto. Por supuesto, si las cosas no empiezan bien, las críticas de los medios de comunicación y los mismos aficionados por internet, serán otra circunstancia estresante a anticipar y controlar. En Sudáfrica, Del Bosque y el equipo dieron un gran ejemplo de tranquilidad ante las duras críticas por la derrota frente a Suiza en el primer partido. Ahora que somos campeones y estamos “obligados” a ganar, será mucho peor si desde el comienzo los resultados no pintan como se espera. Asimismo, se debe considerar el estrés relacionado con la forma física de los jugadores. Algunos llegan tocados y casi todos muy machacados de una temporada larga e intensa. Las secuelas de lesiones y el cansancio acumulado también afectan al estado psicológico. Otros equipos estarán en una situación parecida, y tanto la recuperación física como la fortaleza mental pueden establecer la diferencia entre superarse o claudicar.


Autoconfianza

Es la faceta psicológica más importante cuando se afronta una gran competición. Puesto que en gran parte se basa en las experiencias de éxito en el pasado, es de esperar que la autoconfianza de la selección española sea bastante elevada y consistente. Así lo avalan las victorias de las últimas grandes citas en partidos muy igualados, con marcadores muy justos y hasta en los penaltis. La huella de estos triunfos sigue viva, y debe aprovecharse para confiar en las propias fuerzas. Eso sí, la clave no está en recordar esos resultados exitosos, sino el camino que condujo a ellos: lo que se hizo entonces para competir bien y se puede repetir ahora. La autoconfianza es el mejor antídoto del estrés, y puede ser el principal aliado de nuestro equipo. Para eso es recomendable un planteamiento realista que admita las fortalezas y debilidades, y derive en la mejor estrategia a seguir. Será una falsa confianza si se apoya en tópicos de ganador de barro, asumiendo que se vencerá simplemente por ser España, el campeón del mundo. Será una confianza sólida si con humildad nos centramos en lo que hacemos mejor, aliviamos lo peor y anticipamos las dificultades para que no nos pillen por sorpresa. Obviamente, si el equipo avanza en el torneo jugando como sabe hacerlo y superando la adversidad, la autoconfianza se fortalecerá de cara a los siguientes partidos. 


Atención

La autoconfianza se alimenta de la percepción de control: es decir, controlo lo que me importa, y no al contrario. Para fortalecer el control es fundamental centrar la atención en lo que depende de uno mismo, tanto a nivel individual como colectivo. Atender a lo que hay que hacer para ganar, y no malgastar la atención en asuntos sobre los que no se puede influir.  En un campeonato de estas características, antes de empezar conviene tener una visión global del conjunto del evento, pero cuando comienza es importante que la atención se centre en el siguiente partido y no se desvíe más allá. Por ejemplo, ganar un partido y pensar demasiado en el posible cruce, o hablar de la final cuando todavía no se ha superado la primera fase, son errores que se pueden pagar caro. Del Bosque ha demostrado ser un maestro orientando la atención de los jugadores hacia lo más inmediato, y eso es una buena garantía para este mundial. Por otra parte, el campeonato es largo, y la atención necesitará descansos. La selección tiene experiencia sobrada en estos torneos, por lo que parece seguro que sabrá desconectar para cargar las pilas y estar listos para la siguiente batalla. 


Cohesión/ambiente de equipo

El buen ambiente que parece predominar es un factor bastante importante, pero lo verdaderamente trascendente es mantenerlo a lo largo del torneo, pase lo que pase. Pronto habrá jugadores que participarán mucho, otros poco y algunos nada. Aceptar el rol que les asigne el seleccionador y anteponer los intereses del equipo a los propios serán aspectos de gran relevancia. No es fácil para una estrella aceptar la suplencia o un protagonismo secundario. Quizá algunos que en el pasado tuvieron mucho peso, ahora no tengan tanto; y es posible que haya quienes esperan estar en la primera línea y después no sea así. ¿Están preparados para eso? Conforme avance el torneo, y sobre todo en los momentos más adversos,  se comprobará la verdadera unidad del equipo frente a los descontentos individuales y las opiniones externas. Asimismo, será fundamental que los jugadores con mayor capacidad de liderazgo den un buen ejemplo, aportando su esfuerzo para mantener una buena sinergia y que no se debilite esa cohesión ganadora que fue tan influyente en los éxitos de las eurocopas y el mundial anterior. Dentro del campo, jugar como equipo será fundamental. Una de las claves de éxitos anteriores. Si nos olvidásemos de eso y buscásemos más el protagonismo individual, el fracaso estaría casi asegurado.

¿Ganará España el mundial? La reputada vidente Damemil Ytedilé echó las cartas para obtener la respuesta, y estas le revelaron que tiene más posibilidades que Suecia (???). No supo interpretarlo, y entró en trance para maximizar sus poderes. Descubrió que Suecia no participa.  Si estás ahí, puedes ganar; pero otros equipos fuertes también juegan. Lo importante es dar el máximo para lograrlo, y no es sólo una cuestión de esfuerzo, sino también de inteligencia. ¿Mentalmente preparados?


Chema Buceta
7-6-2014

twitter: @chemabuceta


miércoles, 4 de junio de 2014

¿MALA SUERTE?

                              Volvió a ganar el "convidado de piedra" ¿Mala suerte del favorito?




(Artículo publicado en el número de junio de 2014 de la revista GIGANTES DEL BASKET)

En una temporada de records, muy buen baloncesto y contundente victoria frente al Barcelona en la semifinal, a muchos ha sorprendido la derrota del Real Madrid en la final de la final four. También, que el amplio marcador en esa semifinal se produjera sólo unos días después del triunfo del Barca en la liga española. Cada partido es diferente, y por supuesto existen razonamientos técnico-tácticos y de condición y forma física que pueden influir en estos resultados. Además, está el factor psicológico, cuyo peso, menor o mayor, puede contribuir de manera decisiva a que los jugadores tomen o no las decisiones correctas y ejecuten sus acciones mejor o peor.

El estado mental no es siempre algo consciente, sino muchas veces inconsciente o que el jugador elude valorar. No digo que sea este el caso, pues no lo conozco de primera mano, pero sucede con cierta frecuencia que estados de exceso de tensión o relajación que son ignorados o negados por los protagonistas, acaban repercutiendo negativamente en su rendimiento en el campo. De hecho, uno de los principales objetivos del entrenamiento psicológico es despertar ese estado de alerta para que lo que se ignora pase a ser reconocido y, en la medida posible, controlado.

Esta vez, desde fuera, parece muy probable que en el partido de liga, la motivación del Barca haya sido superior a la del Madrid, más pendiente de la cita europea, donde dio el do de pecho en esa semifinal sin piedad para su adversario. Durante toda la temporada, el Madrid había mostrado en Europa que era el gran favorito, y en Milán, con esa incontestable paliza a su gran rival, esa idea se fortaleció. Más aún, cuando su adversario en la final  era el que se consideraba más débil de los cuatro.  Creo que es la tercera vez consecutiva en que el pobre “convidado de piedra” a la final four gana la Euroliga. ¿Sorpresa? ¿Mala suerte de quien debería ganar?

Jugar con menor presión que el favorito, contribuye a que el rendimiento sea mayor, y eso compensa las diferencias baloncestísticas. La presión psicológica tiene que ver con la obligación de ganar para responder a las expectativas ajenas y propias. Se espera que el favorito gane, que culmine el largo recorrido de la temporada con esa victoria en la final, y eso genera un estrés que se añade al que ya conlleva la trascendencia del partido per se. ¿Sus efectos? Una sobreactivación que explica el rendimiento deficiente de ciertos jugadores y el equipo como conjunto, sobre todo en los momentos más críticos del partido, cuando el estrés es mayor. Si además se suma que el equipo contrario, al jugar muy motivado y sin esa presión, rinde a un buen nivel, se puede explicar que un año más lo que se esperaba que debía suceder, no haya sucedido.

La cuestión es si equipos como el Madrid o el CSKA harán algo específico para solucionar esto, o como de costumbre, se centrarán en los fichajes, la planificación, los entrenamientos, el video, los planteamientos tácticos, el buen rollo, el apoyo emocional, más video… (todo necesario, sin duda, pero ¿suficiente?) y simplemente seguirán confiando en que el próximo año tendrán más suerte en el momento de la verdad.

Chema Buceta