En los momentos más críticos, la clave está en lo mental
En estos días, hemos disfrutado con los partidos de Carolina
Marín, la jugadora española que por segunda vez consecutiva se ha proclamado
campeona del mundo de bádminton. Entre las múltiples cualidades de esta laureada
deportista, muchos han destacado su carácter, su mentalidad… es decir, sus
recursos psicológicos, su fuerza mental. Carolina afrontaba este campeonato
como campeona vigente y número uno del cuadro, lo que suele generar una presión
añadida por “tener que ganar”, pero ha sido capaz de gestionar eficazmente cualquier manifestación de ansiedad que la pudiera perjudicar. Como es lógico, tal y como ella misma ha reconocido, ha habido momentos en los que se ha puesto nerviosa, pero lo importante es que
tenía los recursos para controlar esa ansiedad y no permitir que la perjudicara. Es cierto que ha estado lesionada, y esa “obligación de ganar” quizá
no era tanta como si no lo hubiera estado, pero si eres la número uno, el
objetivo de volver a serlo, por mucho que se quiera disfrazar, es ineludible; y así parece que lo había asumido ella: sin esconderse tras esa lesión, con la
ambición que todo campeón necesita para seguir siéndolo, y empleando los
recursos psicológicos que, gracias al entrenamiento específico con el psicólogo
del deporte, había desarrollado y puesto a punto para afrontar este desafío. ¿Casualidad?
A diferencia de esta forma de afrontar la adversidad, deportistas o no, cada uno en lo suyo, sucede a veces que aprovechemos las circunstancias adversas para no acometer
nuestros objetivos con el máximo esfuerzo. Nos apoyamos en algo real para anticipar que no podremos lograr lo que nos proponíamos, y entonces, nos
esforzamos menos. Es cierto que hay que ser realistas y aceptar nuestras
limitaciones y los cambios de objetivos y planes que estas conllevan, pero conviene vigilar que eso no nos conduzca a no hacer lo posible por intentarlo. Lo
posible es todo aquello que depende de nosotros. Quizá no podamos hacer lo que
nos gustaría, lo que estamos acostumbrados, lo que mejor dominamos, pero
podemos buscar otras estrategias que, aún no siendo las ideales, puedan
conducirnos al objetivo deseado o a uno cercano; o por lo menos, a intentarlo con algunas posibilidades
de alcanzarlo. Muchos deportistas y no deportistas, aún no consiguiendo el
éxito que persiguen, nos dan un lección en este sentido; otros, tiran la toalla antes
de tiempo. Una vez más, la diferencia está en la fortaleza mental.
Como sucede con la fuerza física, unas personas son más
fuertes mentalmente que otras, pero todos podemos fortalecernos más si nos
ponemos a ello. En muchos casos, lo hacemos sin ayuda externa, a base de
enfrentarnos a la adversidad y aprender de nuestras experiencias de éxito y
fracaso. La adversidad es una oportunidad para fortalecerse saliendo de la zona
de confort, haciendo nuevos esfuerzos y desarrollando la creatividad. Se trata de centrarse en lo que uno
puede hacer; y eso supone acentuar más los recursos disponibles y, a veces, buscar
soluciones nuevas. Hasta un determinado nivel, podemos hacerlo solos, pero la ayuda de
los profesionales puede ser fundamental para hacernos más fuertes y poder
enfrentarnos con éxito a las situaciones que nos exigen más. En el caso de Carolina
Marín, como ella misma destaca, la contribución del psicólogo del deporte ha
sido muy importante. Con él ha sabido aprovechar la “oportunidad “ de la lesión
para fortalecerse aún más, apuntalando un trabajo que ya lleva haciendo varios
años. El psicólogo del deporte no es un "apagafuegos", sino un profesional que trabajando con tiempo ayuda a desarrollar recursos psicológicos que fortalecen al deportista
mentalmente. Y lo mismo podría hacer con otras personas que persigan la
excelencia en su funcionamiento laboral o personal.
Centrándonos en este campeonato del mundo, las
manifestaciones de fortaleza mental de la jugadora española han sido claras. En
una competición, la fuerza mental tiene trascendencia, sobre todo, en los momentos
más críticos. Ahí, tanto en la final como en otros partidos, Carolina Marín ha
jugado sin hundirse cuando el marcador era adverso, ni asustarse cuando
teniendo ventaja se acercaba su rival, afrontando los puntos más decisivos con soltura y valentía, supongo que siguiendo la táctica que más le convenía. Una diferencia trascendente respecto a sus
adversarias: mientras Carolina se
superaba, ellas se agarrotaban y cometían errores en serie. ¿Qué explica esa
diferencia? Sin duda, lo mental. No es casualidad que en estos partidos hayamos visto a la
campeona hablar consigo misma para darse instrucciones, animarse, etc. Y no era una improvisación, sino algo bien
entrenado con su psicólogo del deporte. Cualquier jugador puede decirse un
“vamos” cuando gana un punto, pero esos autodiálogos antes de
cada punto (los primeros planos de la televisión captaban perfectamente cómo
hablaba consigo misma) y esa expresión optimista tras cometer un error, han reflejado un entrenamiento psicológico bien planificado y ejecutado.
Gracias a eso, en los periodos entre puntos la actividad mental de la jugadora
ha estado bajo su control, y sin duda, eso ha contribuido al éxito final.
A la preparación mental de los deportistas contribuyen diversos
factores no específicamente psicológicos que en ocasiones son suficientes, como el propio entrenamiento
deportivo (bien planteado con ese objetivo), el ambiente que rodea al
deportista, sus rutinas, los mensajes del
entrenador... Pero el entrenamiento específico con el psicólogo del deporte
es clave para optimizar su funcionamiento y conseguir un rendimiento mayor. Casi todos los
deportistas de élite son capaces de controlar su actividad mental la mayor parte del tiempo, sobre todo con viento a favor, pero no todos lo consiguen en esos momentos críticos que
pueden decidir la competición. Y ese control es clave para que la mente, con sus pensamientos y automensajes, juegue a favor y no en contra. El trabajo con el psicólogo del deporte sirve para optimizar el rendimiento a nivel global y en diferentes facetas, pero es ahí, en los momentos más críticos, donde se notan más sus efectos.
¿Casualidad?
Algunos han señalado la similitud de Carolina Marín con Rafa Nadal. Ciertamente, una de las grandes virtudes de este gran campeón ha sido su fuerza mental en los momentos más delicados de los partidos: ahí, mientras su rival se atenazaba, él sacaba su mejor tenis. Sin embargo, parece que ahora, según ha declarado él mismo, esa fortaleza se ha debilitado. ¿Dónde está el psicólogo del deporte? Carolina lo tiene; Nadal, no. Hasta hace poco, Nadal no lo ha necesitado, pero ahora…
Muchos grandes campeones nunca han trabajado con un
psicólogo de deporte. En la historia del deporte también hay otros muchos que
jamás tuvieron un preparador físico, vieron un video, siguieron planes de
alimentación o tomaron suplementos vitamínicos. Pero todo evoluciona. Y el
trabajo del psicólogo del deporte es una aportación más, a veces bastante trascendente. ¿Nadal? En su
brillante carrera ha mostrado tener una gran fortaleza mental sin necesidad de
un psicólogo, pero las circunstancias cambian. Hasta ahora, gracias a su propio
mérito, las cosas le han ido bastante
bien, y cuando no fue así, fue capaz de reaccionar con rapidez y volver a
ganar. El éxito, y lo que hacía para conseguirlo, fortalecían su autoconfianza
y ahí estaba su fuerza. Sin embargo, ahora se enfrenta a una situación nueva:
no gana, y haciendo lo que ha hecho siempre, sigue sin ganar. ¿Necesita más
tiempo para ver si el viento cambia? Podría ser; pero la impresión que da es que, aún así, lo que verdaderamente necesita
es encontrar soluciones que hasta la fecha no le hacían falta.
Está bien recordar y repetir lo que uno ha hecho bien en el pasado siempre que en las circunstancias actuales pueda seguir siendo útil, pero en este caso parece que, además, no en lugar de, se necesita algo más. No es la primera vez que un número uno retrocede cuando por sus condiciones físicas y técnicas todavía podría seguir en lo más alto. Otros que pasaron por esa situación, tampoco supieron o quisieron darse cuenta de que necesitaban algo más. ¿Qué? Parece
obvio. Si la cuestión es mental, y lo que se hace habitualmente no funciona, lo lógico sería trabajar con el especialista de lo mental: el psicólogo del deporte.
He leído que Nadal ha sido un ejemplo para Carolina Marín.
Lógico. Lo ha sido y sigue siéndolo para muchos deportistas y no deportistas
que admiramos esa fuerza mental y espíritu de superación que ha demostrado
tantas veces. Pero quizá ahora, sea Carolina Marín la que debería servir de
ejemplo a Nadal; no por sus éxitos, que aún siendo muy grandes todavía son
exiguos comparados con los del tenista, sino por la inteligencia que demuestra
trabajando con el especialista que necesita para fortalecer lo psicológico y tener ese plus que tanto le ayuda a ganar. Una vez
más… la fuerza mental: ¿Casualidad?
Chema Buceta
16-8-2015
Twitter: @chemabuceta
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