¿Es que no sabe cómo está el patio? ¿Quién le asesora?
Ha sorprendido mucho la decisión de Ancelotti, nuevo entrenador del Real Madrid, de no alinear a Casillas en el primer partido oficial de la temporada en beneficio de Diego López. Sin duda, Diego es un gran portero y tiene méritos suficientes para defender esa portería, pero no es esa la cuestión. Un entrenador debe medir siempre el impacto psicológico de sus decisiones, y aparentemente, salvo que haya una intención de momento oculta, no parece haber sido el caso esta vez. Algo extraño en un técnico avalado por una experiencia extensa y numerosos éxitos, que se supone llega al Madrid para cerrar heridas heredadas, aportar tranquilidad y recuperar la buena sintonía interna y con la afición que necesita el equipo para optar a los títulos.
¿Es que nadie le ha explicado cómo estaba, y sigue estando,
el patio? Como otros grandes entrenadores, Ancelotti se ha instalado en el Madrid con toda una cohorte de ayudantes, incluido su propio hijo de veinticuatro años, del que, sin
mencionarlo mucho, se han querido destacar méritos como investigador que justifican su puesto de ayudante del ayudante. Como le ha sucedido a otros que
le precedieron, es probable que Ancelotti acabe refugiándose en la cómoda protección de su guardia pretoriana, pero ¿tan pronto? Lo lógico es que al menos al
principio, escuche a alguno de los del Madrid de siempre. ¿Zidane? ¿Le escucha? Y que sus advertencias las
tenga en cuenta. ¿No hay alguien que le haya advertido del impacto de una decisión
que, guste o no, tiene un enorme calado?
Se puede argumentar que el entrenador, cuando decide las
alineaciones, sólo debe pensar en el estado de forma de los jugadores y la
idoneidad de los mismos. Parece claro, estoy de acuerdo, que éste debe ser el
principal argumento, pero en condiciones similares, otras razones adquieren
sentido. En este caso, las dos opciones que tenía Ancelotti para la portería eran
buenas. No es que Casillas esté mal y Diego en mejor forma. Mourinho faltó gravemente a Casillas despreciándolo en público, y erró al no ser capaz de lograr una
buena sintonía con su capitán, pero acertó en mantener a un Diego López que
estaba haciendo grandes partidos y merecía una continuidad que beneficiaba al
equipo. Ahora es diferente. Los dos parten de cero en la pretemporada, y los
dos parecen estar a un nivel muy alto.
Casillas viene de defender la portería
de la selección española y sigue siendo el mejor o uno de los mejores del
mundo. No es un veterano al que hay que contentar para que no de problemas, sino un valor seguro. Además, es el capitán, y necesita volver a encontrar su sitio en la
portería del Madrid. Si Ancelotti hubiera optado por él, le habría dado un gran
voto de confianza que, por fuertes que sean, hasta los más grandes necesitan. Y
habría ganado para su causa a un jugador con mucho peso
dentro del vestuario, algo que ahora, en el idilio de la pretemporada y los
primeros partidos, quizá le de igual, pero que más adelante podría echar en
falta. Asimismo, habría contribuido a un clima de
normalidad que tras la convulsa temporada pasada, parece muy aconsejable; en lugar de alentar este fuego y provocar los desagradables silbidos a uno y otro portero en el
Trofeo Bernabeu. Por añadidura, se habría distanciado de su controvertido antecesor, algo que
le conviene para fortalecer su carisma y liderar con eficacia. Diego López
podría haber entrado en el equipo más adelante, aprovechando otras
competiciones o circunstancias. El mismo lo habría comprendido y aceptado perfectamente.
¿Por qué ahondar en la herida en lugar de cicatrizarla? ¿Quién le asesora?
El caso es que Ancelotti tomó la decisión de alinear a Diego
y no a Casillas. Decisión, no obstante lo dicho anteriormente, muy respetable.
Él es el entrenador y esa es su responsabilidad. Pero la segunda sorpresa es que no lo haya
hecho con la convicción suficiente. Todos los entrenadores de fútbol con los
que he trabajado o hablado coinciden en que al portero hay que darle confianza,
y por eso no son partidarios de hacer cambios en la portería que en otros
puestos pueden ser más habituales. La fórmula de que el segundo portero juegue
la Copa, contribuye a que tenga su lugar en el equipo, mantenga su motivación y
esté preparado para sustituir al primero cuando haga falta, pero sin que éste
se sienta demasiado amenazado. No puede dormirse, claro; pero sabe que el
entrenador confía en él y que a pesar de algún error, volverá a estar en la
portería. Consolidada esta tradición, es difícil entender, para los propios
porteros en primer lugar, un sistema en que el entrenador decida cada semana
quién es el portero que estará en la alineación. El principal efecto puede ser
la inseguridad que eso podría generar en los dos implicados, además de las interminables
quinielas durante la semana y la correspondiente polémica en los medios y entre
los aficionados, que poco ayudan a ese clima de normalidad.
Por eso sorprende que Ancelotti tome la decisión en el
último instante (al menos de cara al público) y diga después que Diego era la
mejor opción “para este partido”. ¿Para el siguiente, no? Si verdaderamente
cree que Diego López es la mejor opción para defender la portería del Madrid,
debería decirlo claramente. Con el máximo respeto a Casillas, obvio, pero sin
rodeos, dando la cara. “En este comienzo de temporada, en la liga, Diego López
va a ser el portero titular”. En un
principio quizá provocaría cierta polémica, pero él aparecería como un entrenador que
está convencido de su decisión y apoya abiertamente al portero que considera
mejor. Una buena medida para que Diego se sienta seguro y juegue mejor. También
para que Casillas, aunque no le guste, sepa cuál es su situación real. Y para
el propio Ancelotti, ¿o quiere estar todas las semanas con la misma canción? Contentar
a todos es difícil, pero las medias tintas no suelen ser buenas, y con el tiempo
debilitan el liderazgo del entrenador. ¿Quién le asesora?
Chema Buceta
23-8-2013
Twitter: @chemabuceta