domingo, 10 de mayo de 2015

SI MI ÍDOLO JUEGA AL PÓKER, YO...

                                        Tener influencia social exige una responsabilidad                                        



En la tertulia Al Límite de radio Marca se ha hablado de las declaraciones de un chico de 31 años en las que se confiesa adicto al póker online. Al parecer, se enganchó a “PokerStars”, una empresa vinculada a la imagen de Rafa Nadal. “Escogen a este tipo de icono deportivo para atrapar a gente joven. Creo que él no es consciente de esto, pero verle anunciando esto para mí ha sido una decepción”.  Si entramos en Google y escribimos PokerStars y Rafa Nadal, podemos comprobar que se habla de las partidas de póker en las que participa el tenista junto a recordatorios de sus indiscutibles éxitos como deportista, mensajes como “me encanta competir” y enunciados como “Rafa Nadal juega online exclusivamente en PokerStars”. El objetivo es claro: vincular la imagen de un gran ídolo social al juego de póker online en esa empresa, con la intención de favorecer imitadores que atraídos por una figura tan relevante, también decidan jugar. Si mi ídolo juega al póker, yo…

Es la misma estrategia que siguen otras marcas comerciales: de coches, bancos, alimentos, etc., con la diferencia de que aquí se trata de un negocio que aunque es legal, favorece una adicción de consecuencias muy graves, y eso choca frontalmente con los valores y efectos saludables de los que presume el deporte. Si este es un medio de salud y crecimiento personal, no parece razonable que los deportistas de éxito vinculen su imagen al póker online, propiciando que quienes se fijan en ellos caigan en la adicción de jugar compulsivamente.

Los ídolos deportivos reciben tanto dinero de sus patrocinadores gracias a la influencia social que tienen. Son modelos muy admirados que no pueden ser imitados en lo deportivo, pero sí en otras facetas, como conducir un determinado coche, abrir una cuenta en un banco, llevar zapatillas de una marca o jugar al póker. Siendo así, por un lado se destaca al ídolo muy admirado que gustaría imitar, y a la vez, las acciones de ese ídolo que sí pueden ser imitadas. Especialmente vulnerables son los seguidores jóvenes, con una personalidad poco formada y una tendencia a identificarse con triunfadores de una edad cercana. También lo son los adultos que viven el deporte con mucha intensidad y se apuntan emocionalmente al éxito de los vencedores. Por eso, los anunciantes tiran de la poderosa imagen de estos iconos sociales, algo que evidentemente, si no fueran quienes son en la arena deportiva, no sucedería.

Es lícito que los grandes deportistas aprovechen las oportunidades que les proporciona su merecida fama, pero precisamente por esa influencia social que les suministra tantos ingresos, se les debería exigir (ellos mismos deberían exigírselo) una responsabilidad. Algunos dirán que en su vida privada cada uno puede hacer lo que quiera, pero aprovechar el impacto social de la actividad pública para obtener un beneficio, no puede considerarse vida privada. Por eso, aunque sea legal, no es moral ni responde al espíritu del deporte que un deportista anuncie productos que pueden ser nocivos para la salud de quienes los idolatran.

El Juego Patológico es una enfermedad mental que se caracteriza por la adicción a los juegos con apuestas de dinero, tales como las cartas, la ruleta, las maquinas tragaperras, las apuestas a un resultado deportivo… Como otras adicciones, conlleva un deseo impulsivo que la persona afectada no puede controlar, y que poco a poco llega a dominar su vida, provocando un deterioro grave tanto en lo económico como en el funcionamiento personal y social. Hasta la aparición de Internet, este deseo se satisfacía acudiendo a los casinos u otros lugares donde se pudiera apostar, pero desde que la Red lo pone muy fácil para apostar desde un ordenador o el teléfono móvil, la adicción es mucho más probable, sobre todo en las poblaciones más jóvenes. Hoy en día, muchos adolescentes se inician y enganchan al juego a través de empresas online que se dedican a este negocio.

Los jugadores patológicos, también llamados ludópatas, llegan a gastarse todo el dinero que tienen y mucho más, ya que su compulsión a jugar les mueve a vender o hipotecar bienes, pedir dinero que nunca devuelven e incluso robar. No son infrecuentes los casos de adolescentes que roban una tarjeta de crédito a sus padres para poder jugar. O de adultos que se endeudan hasta las cejas, cogen el dinero de la caja de la empresa o se apropian de la tarjeta de algún familiar. Las sumas que se gastan llegan a ser astronómicas, con perdidas a veces irreparables para el ludópata y su familia, pero lo que es todavía peor es que la vida de estas personas está dominada por esa adicción, y eso, además del desastre económico, deteriora gravemente su trayectoria laboral, su vida personal y sus relaciones sociales, aflorando los sentimientos de culpa y una autoestima cada vez más baja que, en muchos casos, derivan en una depresión muy seria. Y el tratamiento no es fácil; entre otras cosas porque es frecuente que no se quiera reconocer el problema hasta que sus consecuencias son muy graves; y entonces, ya no se trata únicamente de superar la adicción, sino de reparar todo el mal que esta haya provocado, algo que bastantes veces resulta casi imposible. Por tanto, la mejor medicina es la prevención, y para eso es importante eliminar, o al menos debilitar, todos aquellos estímulos que favorezcan esta enfermedad, más aún desde el deporte, adalid de la vida saludable y los valores humanos.

En su momento, en la televisión, la radio y los equipos deportivos, se prohibió la publicidad de alcohol y tabaco al considerarse que adicciones tan perjudiciales no se debían promocionar por medios tan poderosos. Sin embargo, ¿qué pasa con las apuestas? Hace un par de años, uno de nuestros principales equipos de fútbol llevó en su camiseta la publicidad de una empresa de apuestas, y cuando tuvo que jugar en Francia, no le permitieron hacerlo con esa publicidad (es obvio que los franceses, por mucho que nos pese, suelen llevarnos ventaja en este tipo de asuntos). También hemos visto que las empresas de apuestas online se anuncian en los programas deportivos de la radio y la televisión, entremezclándose con la emoción y los goles de la jornada. El mensaje subliminal es claro: “si apuestas, formas parte de esto”. Pero aquí no pasa nada. ¿Cuántos se habrán iniciado en las apuestas gracias a los estimulantes mensajes de las retransmisiones deportivas? ¿Y cuántos de estos estarán ahora enganchados y no pueden parar? Evidentemente, la responsabilidad última es de quien juega y se engancha, pero quienes favorecen esto (que no son los comentaristas, claro) conocen muy bien la Psicología del aprendizaje humano y juegan con esa baza para provocarlo.

Es hora de que los deportistas, los medios de comunicación y cuántos podamos tener una mínima influencia, asumamos la responsabilidad de prevenir el juego patológico y fomentar un estilo de vida saludable y digno de quienes siguen la actividad deportiva. Si limitamos el deporte a la emoción de sus apasionantes desafíos y el éxito de sus resultados, e idolatramos a los vencedores solo por sus hazañas en la arena, desperdiciamos la fuerza del deporte como fuente de salud y desarrollo de valores que nos hacen mejores personas. Por eso, junto a medidas legislativas que impidan vincular el deporte a hábitos que destruyen, quienes están en la cresta de la ola deben reflexionar sobre la influencia de sus acciones, procurando que esta sea favorable en lugar de propiciar, como sucede con la adicción al juego patológico, desgracia y deterioro. Si mi ídolo juega al póker, yo...


Chema Buceta
10-5-2015

Twitter: @chemabuceta

11 comentarios:

  1. Por una parte estoy de acuerdo con tu postura pero creo que también deberías pensar en que le mundo de los casinos tiene que vivir de alguna manera porque es un negocio como cualquier otro, así que tiene derecho como todos de hacer publicidad como le plazca. Estoy de acuerdo con que un famoso haciendo publicidad de un casino puede incitar a la ludopatía de algunos de sus seguidores pero tampoco somos quien para decirle a Rafa Nadal que hacer y que no

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  9. Jo crec que tot lo que dius es cert nanu

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