En la tertulia Al Límite de radio Marca se ha hablado de las
declaraciones de un chico de 31 años en las que se confiesa adicto al póker online. Al parecer, se enganchó a
“PokerStars”, una empresa vinculada a la imagen de Rafa Nadal. “Escogen a este
tipo de icono deportivo para atrapar a gente joven. Creo que él no es
consciente de esto, pero verle anunciando esto para mí ha sido una decepción”. Si entramos en Google y escribimos PokerStars
y Rafa Nadal, podemos comprobar que se habla de las partidas de póker en las
que participa el tenista junto a recordatorios de sus indiscutibles éxitos como
deportista, mensajes como “me encanta competir” y enunciados como “Rafa Nadal
juega online exclusivamente en PokerStars”. El objetivo es claro: vincular la
imagen de un gran ídolo social al juego de póker online en esa empresa, con la intención de favorecer imitadores que
atraídos por una figura tan relevante, también decidan jugar. Si mi ídolo juega
al póker, yo…
Es la misma estrategia que siguen otras marcas comerciales: de
coches, bancos, alimentos, etc., con la diferencia de que aquí se trata de un
negocio que aunque es legal, favorece una adicción de consecuencias muy graves,
y eso choca frontalmente con los valores y efectos saludables de los que
presume el deporte. Si este es un medio de salud y crecimiento personal, no
parece razonable que los deportistas de éxito vinculen su imagen al póker online, propiciando que quienes se fijan
en ellos caigan en la adicción de jugar compulsivamente.
Los ídolos deportivos reciben tanto dinero de sus patrocinadores
gracias a la influencia social que tienen. Son modelos muy admirados que no
pueden ser imitados en lo deportivo, pero sí en otras facetas, como conducir un
determinado coche, abrir una cuenta en un banco, llevar zapatillas de una marca
o jugar al póker. Siendo así, por un lado se destaca al ídolo muy admirado que
gustaría imitar, y a la vez, las acciones de ese ídolo que sí pueden ser
imitadas. Especialmente vulnerables son los seguidores jóvenes, con una personalidad
poco formada y una tendencia a identificarse con triunfadores de una edad cercana.
También lo son los adultos que viven el deporte con mucha intensidad y se
apuntan emocionalmente al éxito de los vencedores. Por eso, los anunciantes
tiran de la poderosa imagen de estos iconos sociales, algo que evidentemente,
si no fueran quienes son en la arena deportiva, no sucedería.
Es lícito que los grandes deportistas aprovechen las oportunidades
que les proporciona su merecida fama, pero precisamente por esa influencia social
que les suministra tantos ingresos, se les debería exigir (ellos mismos
deberían exigírselo) una responsabilidad. Algunos dirán que en su vida privada
cada uno puede hacer lo que quiera, pero aprovechar el impacto social de la
actividad pública para obtener un beneficio, no puede considerarse vida
privada. Por eso, aunque sea legal, no es moral ni responde al espíritu del
deporte que un deportista anuncie productos que pueden ser nocivos para la
salud de quienes los idolatran.
El Juego Patológico es una enfermedad mental que se caracteriza
por la adicción a los juegos con apuestas de dinero, tales como las cartas, la
ruleta, las maquinas tragaperras, las apuestas a un resultado deportivo… Como
otras adicciones, conlleva un deseo impulsivo que la persona afectada no puede
controlar, y que poco a poco llega a dominar su vida, provocando un deterioro
grave tanto en lo económico como en el funcionamiento personal y social. Hasta
la aparición de Internet, este deseo se satisfacía acudiendo a los casinos u
otros lugares donde se pudiera apostar, pero desde que la Red lo pone muy fácil
para apostar desde un ordenador o el teléfono móvil, la adicción es mucho más
probable, sobre todo en las poblaciones más jóvenes. Hoy en día, muchos
adolescentes se inician y enganchan al juego a través de empresas online que se dedican a este negocio.
Los jugadores patológicos, también llamados ludópatas, llegan a
gastarse todo el dinero que tienen y mucho más, ya que su compulsión a jugar
les mueve a vender o hipotecar bienes, pedir dinero que nunca devuelven e
incluso robar. No son infrecuentes los casos de adolescentes que roban una
tarjeta de crédito a sus padres para poder jugar. O de adultos que se endeudan
hasta las cejas, cogen el dinero de la caja de la empresa o se apropian de la
tarjeta de algún familiar. Las sumas que se gastan llegan a ser astronómicas, con
perdidas a veces irreparables para el ludópata y su familia, pero lo que es todavía
peor es que la vida de estas personas está dominada por esa adicción, y eso, además
del desastre económico, deteriora gravemente su trayectoria laboral, su vida
personal y sus relaciones sociales, aflorando los sentimientos de culpa y una
autoestima cada vez más baja que, en muchos casos, derivan en una depresión muy
seria. Y el tratamiento no es fácil; entre otras cosas porque es frecuente que no se quiera reconocer el problema hasta que sus consecuencias son muy graves; y entonces,
ya no se trata únicamente de superar la adicción, sino de reparar todo el mal
que esta haya provocado, algo que bastantes veces resulta casi imposible. Por tanto,
la mejor medicina es la prevención, y para eso es importante eliminar, o al
menos debilitar, todos aquellos estímulos que favorezcan esta enfermedad, más
aún desde el deporte, adalid de la vida saludable y los valores humanos.
En su momento, en la televisión, la radio y los equipos
deportivos, se prohibió la publicidad de alcohol y tabaco al considerarse que
adicciones tan perjudiciales no se debían promocionar por medios tan poderosos.
Sin embargo, ¿qué pasa con las apuestas? Hace un par de años, uno de nuestros principales
equipos de fútbol llevó en su camiseta la publicidad de una empresa de
apuestas, y cuando tuvo que jugar en Francia, no le permitieron hacerlo con esa
publicidad (es obvio que los franceses, por mucho que nos pese, suelen
llevarnos ventaja en este tipo de asuntos). También hemos visto que las
empresas de apuestas online se
anuncian en los programas deportivos de la radio y la televisión, entremezclándose
con la emoción y los goles de la jornada. El mensaje subliminal es claro: “si
apuestas, formas parte de esto”. Pero aquí no pasa nada. ¿Cuántos se habrán
iniciado en las apuestas gracias a los estimulantes mensajes de las retransmisiones deportivas? ¿Y cuántos de estos
estarán ahora enganchados y no pueden parar? Evidentemente, la responsabilidad
última es de quien juega y se engancha, pero quienes favorecen esto (que no son
los comentaristas, claro) conocen muy bien la Psicología del aprendizaje humano
y juegan con esa baza para provocarlo.
Es hora de que los deportistas, los medios de comunicación y
cuántos podamos tener una mínima influencia, asumamos la responsabilidad de
prevenir el juego patológico y fomentar un estilo de vida saludable y digno de
quienes siguen la actividad deportiva. Si limitamos el deporte a la emoción de
sus apasionantes desafíos y el éxito de sus resultados, e idolatramos a los
vencedores solo por sus hazañas en la arena, desperdiciamos la fuerza del
deporte como fuente de salud y desarrollo de valores que nos hacen mejores
personas. Por eso, junto a medidas legislativas que impidan vincular el deporte
a hábitos que destruyen, quienes están
en la cresta de la ola deben reflexionar sobre la influencia de sus acciones,
procurando que esta sea favorable en lugar de propiciar, como sucede con la
adicción al juego patológico, desgracia y deterioro. Si mi ídolo juega al
póker, yo...
Chema Buceta
10-5-2015
Twitter: @chemabuceta
Por una parte estoy de acuerdo con tu postura pero creo que también deberías pensar en que le mundo de los casinos tiene que vivir de alguna manera porque es un negocio como cualquier otro, así que tiene derecho como todos de hacer publicidad como le plazca. Estoy de acuerdo con que un famoso haciendo publicidad de un casino puede incitar a la ludopatía de algunos de sus seguidores pero tampoco somos quien para decirle a Rafa Nadal que hacer y que no
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ResponderEliminarHidrojen
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ResponderEliminarJo crec que tot lo que dius es cert nanu
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