Tras nuestra conversación telefónica, me reuní por primera vez con Luis Catorce y su esposa María
Luisa. Me contaron que tienen tres hijos. El mayor, José Luis, ha cumplido dieciséis años y
juega de centrocampista en un equipo de fútbol con el que entrena tres día a la
semana. La siguiente, Luisa Fernanda, tiene trece, practica el tenis todas las
tardes y compite en torneos casi todos los fines de semana, donde ha obtenido
algunos buenos resultados. El pequeño, Luis a secas, tiene ocho, y aún no se ha
decidido entre el fútbol, el tenis o el judo. De momento, tiene dos clases
semanales de judo en el colegio, una de tenis en un club los fines de semana y
dos entrenamientos más el partido del sábado con un equipo de fútbol sala del
barrio. Luis (padre) y María Luisa me hablaron de algunas situaciones que les
preocupaban.
--- Tenga en cuenta que nosotros no hemos hecho deporte como
ellos --- señaló María Luisa --- Y creo que por eso muchas veces no sabemos qué
hacer o qué decirles… Como si no pudiéramos comprender lo que hacen… Y a mí esto
me da mucha inseguridad…
--- Sí, sí --- confirmó Luis --- Y lo peor es que los chicos
no aceptan lo que les decimos… José Luis (el mayor) me dice a veces que no me
meta porque no sé nada de deporte… ¡fíjese!
Y eso que soy socio del Atlético de Madrid desde niño…
--- Bueno, bueno… en casa tenemos algunas discusiones
fuertes… no muchas, pero cuando las hay… porque el mayor y la niña tienen mucho
carácter, y a veces se arma --- señaló ella --- Yo le digo a Luis que no les
siga la corriente, que no hurgue… pero este también es un buen cabezota…
--- ¡Hombre! ¡Solo faltaba que me quedara callado! --- saltó
Luis --- Mire, por ejemplo, el otro día la niña perdió 7-5 en el tercer set
contra una que tiene mejor ranking que ella. Según lo vimos nosotros, jugó bastante
bien; y no solo nosotros, los que estaban allí también lo dijeron ¿verdad
Luisi? (la mujer asintió). Pues bien, Luisita sale con una cara hasta los pies y en el coche no para de llorar y decir que es una mala jugadora y cosas así…
Bien. Le digo que se tranquilice y que esté contenta porque ha hecho un gran
partido, y no vea la que me montó ¿verdad Luisi? (volvió a confirmarlo). Que me
calle, que no tengo ni idea, que la deje en paz… ¿Qué tengo que hacer yo,
entonces? ¿Callarme y aguantar? ¿Decirle lo que pienso? ¿Darle una bofetada?
--- Es que Luisa Fernanda no lleva bien eso de perder ---
intervino la madre --- Y cuando gana tampoco crea que está muy contenta. No se
coge esos berrinches como cuando pierde, pero casi siempre hay algo que no le
ha gustado… Es muy perfeccionista… En eso sale a mí...
--- Y eso que nosotros, al fin y al cabo, tampoco nos
metemos mucho --- añadió él --- Porque hay otros padres que en fin… menudos
números montan… sobre todo en el fútbol… Algunos creen que su hijo va a ser una
estrella, y no vea la que arman…
--- Eso sí… y no se dan cuenta de que son sus hijos los que
peor lo pasan con eso --- apuntó María Luisa --- Muchos chavales se ponen más
nerviosos, y encima sienten vergüenza de sus padres…
-- Bueno, yo en parte disculpo a esos padres ¡eh! ---
intervino Luis --- porque de esta película del deporte nadie nos había hablado…
Y hacemos lo que podemos.
Conversamos durante más de una hora. La mayor parte del
tiempo, ellos hablaron y yo escuché. Después, tuvimos otros encuentros en los
que les ayudé a comprender mejor y encontrar estrategias que les sirvieran. Su
caso no es algo aislado. En mi trayectoria como entrenador y psicólogo he
conocido a muchos padres en una situación parecida y escuchado a numerosos
colegas que también lo han vivido. Yo mismo he sido padre de deportista, y debo
confesar que alguna vez he tenido sensaciones y experiencias parecidas a las de
Luis y María Luisa.
Ser madre o padre no es fácil. No lo es en ningún caso; pero
encima, el deporte de competición plantea una dificultad añadida. Por un lado,
es una alegría que los hijos estén sanos y se involucren en una actividad
divertida que fortalece su salud, contribuye a su educación y les aparta de las
malas compañías. Pero al mismo tiempo, con sus atractivos y apasionantes
desafíos, vivencias intensas, marcadores igualados, aciertos, errores y
altibajos, victorias y derrotas… el deporte de competición es muy emocional:
deseo, expectación, incertidumbre, sufrimiento, satisfacción, decepción, alegría,
tristeza, subidón, bajón… y si el que está ahí es tu hijo, todo eso se
multiplica. Muchos deportistas y entrenadores de élite que han estado en las
principales citas mundiales, han reconocido que jamás se han puesto tan
nerviosos como viendo competir a sus hijos, incluso en eventos de mínima
trascendencia. Hay que tener en cuenta que la relación entre padres e hijos
tiene un componente emocional muy fuerte que a menudo eclipsa a lo racional, y
eso se acentúa con la emoción que proporciona el deporte. Si además, como
sucede en la mayoría de los casos, se trata de un terreno desconocido para los
padres, parece lógico que predomine su inseguridad y en ocasiones se sientan
perdidos, sin saber qué hacer, siendo las emociones más inmediatas e intensas
las que guían sus decisiones y comportamientos.
¿Qué hacer, entonces? ¿Nos ponemos una venda en los ojos y
que cada uno se las arregle como pueda, o buscamos la manera de ayudar a los
padres? ¿Dejamos al azar un factor de tanta trascendencia para el desarrollo de
los deportistas jóvenes, como es el comportamiento de sus padres, o intentamos
influir para que este factor tan decisivo juegue a favor? ¿Padres que
estorban? ¿O padres de alto rendimiento?
Este es un fragmento del libro que acabo de publicar: “Mi
hijo es el mejor, y además es mi hijo”. Está dirigido a los padres de los
deportistas jóvenes, pero también pretende ser muy útil a los entrenadores,
directores deportivos, directivos, organizadores, árbitros, psicólogos del
deporte y otras personas involucradas en el deporte infantil y juvenil, ya que
se exponen aspectos cruciales sobre la actividad deportiva en estas edades, los
deportistas jóvenes, los padres y la interacción de estos con sus propios hijos, los entrenadores y todos los demás actores habituales.
Se trata de ayudar a los padres a comprender mejor el deporte y el rol que ellos pueden desempeñar, y a los demás a
que comprendan mejor a los padres y los involucren como un jugador más en el puesto que les corresponde, En ambos casos el objetivo es que los
progenitores sumen y se beneficien los chicos.
El libro consta de cinco grandes secciones. La
primera, tras repasar el papel habitual de los padres y plantear la necesidad de contar con ellos, explica las características específicas del deporte
infantil y juvenil: en qué consiste, qué beneficios puede aportar, qué riesgos
puede conllevar, cuáles deberían ser sus objetivos, cómo se debería organizar y
cuáles son los elementos y estrategias clave del entrenamiento y la competición
en estas edades.
La segunda abarca las características psicológicas
de los deportistas jóvenes, una información de gran valor para que los padres
(y también los entrenadores, los
directivos…) comprendan cómo funcionan los niños y los adolescentes y el
impacto que el deporte puede tener en ellos. Aspectos como la motivación, la
autoconfianza, la autoestima, el perfeccionismo, el estrés, la ansiedad, la
competitividad, la personalidad y la fortaleza mental, y su relación con la
actividad deportiva de los muchachos, se explican con detalle, con ejemplos
y estrategias que pretenden enriquecer el funcionamiento de los padres (y otros
adultos) en beneficio de los chicos.
A continuación, se abordan temas de especial interés en el
contexto del deporte infantil y juvenil: los errores de los deportistas,
titulares y suplentes, los árbitros, las lesiones, el dopaje, el abuso de los
deportistas jóvenes, los estudios, la presión añadida y la relación entre
entrenadores y padres. Asuntos de gran trascendencia que sobresalen en el día a
día y merecen una atención específica para que los padres (y los demás) reflexionen
y adquieran conocimientos que puedan aplicar.
Seguidamente, se exponen y comentan los datos de dos
investigaciones sobre padres de deportistas jóvenes expresamente realizadas con
motivo del libro. El primer estudio es una encuesta sobre el funcionamiento de
los padres en la que han participado más de 1500 personas de 22 países. El
segundo versa sobre la motivación de los padres, con la participación de madres
y padres de México y España.
La última sección incluye cuatro capítulos con
recomendaciones prácticas para los padres. El primero, trata de la motivación
de los padres, incluyendo estrategias para que conozcan su motivación y puedan
controlarla. A continuación se presenta un amplio capítulo sobre las emociones
de los padres y las estrategias e instrumentos eficaces para su autocontrol.
Adelanto que en la citada encuesta, en la que participaron entrenadores,
directivos, psicólogos y muchos padres, el mayor acuerdo (98%) fue para el
enunciado: “los padres deben aprender a controlar sus emociones”. De hecho,
suele ser en presencia de emociones no controladas cuando los padres actúan
peor, por lo que este capítulo, muy didáctico, puede ser de gran utilidad.
El autocontrol de la motivación y las emociones favorece que los padres controlen su comportamiento, y el siguiente capítulo
se centra específicamente en este: (¿Qué puedo hacer para sumar?) con contenidos como: el ejemplo de los padres, los padres en los
entrenamientos, los padres en las competiciones, los padres como voluntarios, ante la
retirada del hijo… También aquí, se aportan ejemplos y sugerencias para que los
progenitores de los deportistas optimicen su comportamiento y tengan un
rendimiento alto como padres. El último capítulo se refiere al entrenamiento de
los padres, incluyendo directrices para organizar y aplicar programas que les
sirvan para adquirir habilidades y rendir mejor como padres.
Conseguir que los niños y los adolescentes se beneficien de
su paso por el deporte cualquiera que sea su nivel deportivo, es un objetivo
ambicioso que será más alcanzable si se trabaja bien en equipo. Los padres
también juegan en ese equipo (y no tienen suplentes; siempre son titulares). ¿Padres de alto rendimiento?
(A los que tengáis la amabilidad de leer el libro, muchas gracias
por vuestra confianza y mi más sincero deseo de que lo disfrutéis y os resulte interesante y
útil. Vuestros comentarios serán bienvenidos).
Chema Buceta
27-6-2015
Twitter: @chemabuceta