Hace dos décadas todavía se consideraba que los deportistas
que cumplían 30 años eran viejos. En algunos deportes, como la gimnasia o la
natación, incluso mucho antes. Los deportistas de élite se retiraban o pasaban a un
segundo plano pronto, y eran sustituidos por otros más jóvenes. Esto
justificaba la especialización temprana, nido de algunos grandes campeones y
tumba anticipada de muchos otros que podrían haber llegado, incluso más lejos que los
anteriores, si en lugar de acelerar su madurez deportiva forzando la máquina,
se hubiera respetado el curso que aconsejaban sus condiciones físicas y, sobre
todo, psicológicas.
En la actualidad, cada vez tenemos más ejemplos de carreras
deportivas longevas y ausencia de jóvenes que sustituyan a los que están
arriba.
El panorama ha cambiado, aunque lamentablemente, en algunos deportes se
sigue
apostando por la especialización temprana que masacra a tantos
potenciales
talentos. En los Juegos Olímpicos de Rio hemos disfrutado de algunos
veteranos exitosos. Uno de ellos, Ruth Beitia, la saltadora
de altura española que regresó a la alta competición tras haberse
retirado
después de Londres, 2012, y ganó la medalla de oro con 37 años. Y qué
decir de
Michael Phelps, ganador de cinco medallas de oro y una de plata con 31
años, en
un deporte, la natación, donde antaño se creía que los nadadores eran
viejos
cuando cumplían los 20. Lógicamente, también ha habido campeones
jóvenes, pero
ahí han estado esos y otros admirables ejemplos de veteranos exitosos.
Hace dos semanas, tuvo lugar la presentación con su
nuevo equipo de Alberto Contador, uno de los únicos seis ciclistas que han ganado las
tres grandes vueltas en la historia de este deporte. Con 32 años volvió a ganar el
Giro de Italia, y ahora, con 34, su objetivo es añadir a su palmarés otro Tour de
Francia. Palabras mayores; pero el objetivo, aunque difícil, parece posible.
Contador sigue siendo uno de los mejores del mundo y, de momento, no hay ningún
ciclista español que le supere. El único que se le acerca es Alejandro
Valverde, quien con 36 años también se mantiene entre los mejores. ¿Dónde están
los siguientes?
El ejemplo más reciente lo hemos tenido en el Open de
Australia de tenis que acaba de terminar. Las finales femenina y masculina han
sido disputadas por cuatro jugadores de más de 30 años. Venus Williams (36),
Serena Williams (35), Rafa Nadal (30) y
Roger Federer (35), y en la final de dobles masculino estuvieron los gemelos
Brian (38). ¿Y los jóvenes?
Estos y otros ejemplos invitan a pensar, por un lado, qué
hacen estos campeones "viejos” para mantenerse a tan alto nivel, y por otro, cómo
es que no salen deportistas más jóvenes que les arrebaten ese liderato.
Respecto a la primera cuestión, una explicación es que las ciencias del
deporte avanzan, y eso supone mejores métodos de entrenamiento y recuperación,
mejor material, mejor alimentación, mejores cuidados adicionales, etc., lo que repercute
favorablemente en el rendimiento físico. Además está la
motivación. Por un
lado, los incentivos económicos; ya que la continuidad conlleva ingresos muy
importantes que benefician no sólo al deportista, sino también a quienes lo
acompañan. Por otro, los incentivos emocionales; pues el deporte es una fuente
de desafíos, satisfacciones y éxitos que enganchan mucho, y es difícil
renunciar a eso.
También tiene un peso significativo el mayor grado de
madurez de los deportistas. Ahora ven el deporte de una forma más
tranquila y
más objetiva. Son más conscientes de sus limitaciones, sus fortalezas
actuales
(que en ocasiones no coinciden con las de antes) y el camino que deben
seguir
para tener la opción de ganar. Siguen teniendo la energía que aporta la
ambición de ganar, pues de otra forma no estarían ahí, pero ya no es
una obligación, o no tanto como antes, y por tanto, perder ya no es la
amenaza que suponía antaño, lo que favorece que disfruten más y sufran
menos con su actividad. Todo
esto les da una gran ventaja mental respecto a deportistas más jóvenes
que
todavía tienen que hacerse o consolidar un hueco en lo más alto.
Asimismo, influye su estrategia. En muchos casos compiten
menos que antes, tienen más periodos de descanso y aprovechan las pausas para
fortalecer aspectos concretos de su preparación física, mejorar algo en
lo
técnico y, sobre todo, cargar las pilas. Federer ha ganado el Open de
Australia
con 35 años, saliendo como cabeza de serie 17! Al competir poco, el
ranking
empeora, y no sé si alguna vez ha habido un campeón de un Grand Slam que
iniciara el torneo desde una posición así, enfrentándose a los mejores
desde
los dieciseisavos de final, pero eso ha estado compensado, más que con
creces,
por el aprovechamiento que el jugador ha hecho de este tiempo de
ausencia, ya que le ha
servido para realizar un trabajo especial que de estar jugando casi
todas las semanas, no habría podido llevar a cabo; también, seguramente, para
tener más “hambre”, llegar más fresco mentalmente y
jugar con esa fortaleza física y psicológica que ha demostrado. Antes,
yendo
abajo en el quinto set, jamás habría ganado a un portento de la
fortaleza
psicológica como es Nadal (salvo lesión de este), pero en el decisivo set
de esta
gran final, fue él quien demostró estar más fuerte que un rival que
también lo estuvo.
El caso de Nadal, aun habiendo perdido la final, es similar.
Apartado de las competiciones debido a las lesiones, parece haber aprovechado
bien ese tiempo para volver ahora con nuevos bríos, tal y como ha demostrado en
Australia. Con 30 años quizá no llegue al nivel que tuvo antaño, que fue altísimo, pero vuelve a
estar entre los mejores. Las lesiones pueden ser una gran oportunidad para
descansar y fortalecer aspectos físicos, técnicos y psicológicos que ayuden a
regresar incluso mejor de lo que se estaba antes. Hay muchos ejemplos en diferentes deportes que así
lo demuestran. Por eso es inteligente aprovechar una oportunidad así, de la que carecen los
que no se lesionan, salvo los veteranos que se dan cuenta y pueden permitírselo. Muchos
campeones longevos lo son cuando regresan tras haber abandonado o haberse tomado un descanso para
cargar las baterías y mejorar en algo. ¿Por qué no lo hacen otros deportistas más
jóvenes y sin necesidad de lesionarse?
En cuanto a los jóvenes, existen varios motivos que podrían
explicar la falta de talentos al más alto nivel en determinados deportes. Uno
es que al retirarse más tarde los que están arriba, es más difícil hacerse con
un hueco entre los mejores, y eso elimina a algunos candidatos, bien por falta
de recursos económicos para continuar (los recursos que no llegan por falta de suficiente
éxito), bien por desánimo. Además, para llegar a lo más alto hay que entrenar
muy duro y, sobre todo, ser muy fuerte mentalmente para involucrarse al máximo,
renunciar a una vida más cómoda, enfrentarse a retos difíciles, manejar la presión
que conlleva tener que ganar y responder a lo que los demás y el propio
deportista esperan, superar múltiples adversidades, tolerar la frustración que
suponen las derrotas y los contratiempos, mantener la ambición aunque las cosas
vayan mal, no conformarse con metas menores, no acomodarse con los éxitos,
tener paciencia, etc. En el primer mundo, las generaciones más jóvenes
disfrutan de condiciones de vida y alternativas al deporte que dificultan el
sobreesfuerzo físico y mental que es necesario para triunfar. No es una barrera
definitiva, y de hecho hay grandes campeones que han disfrutado de un entorno
cómodo, pero en bastantes casos, junto a otros factores, esto también influye.
El conformismo y el acomodamiento no son sólo un problema de
algunos deportistas, sino también de entrenadores e instituciones. Por
ejemplo, no hay muchos entrenadores dispuestos a intentar sacar adelante a un
gran campeón con las implicaciones de dedicación y renuncia que eso conlleva,
sobre todo cuando las contraprestaciones económicas a corto plazo no lo compensan. Es más cómodo, por
ejemplo, trabajar en una escuela de tenis con chicos que entrenan un par de
días a la semana, o limitarse simplemente a cumplir con quienes en principio pretenden
llegar arriba pero tarde o temprano tiran la toalla, que implicarse al máximo con lo que eso supone. También están
los entrenadores que exprimen a los deportistas jóvenes para obtener éxitos
tempranos y satisfacer su ego y sus ambiciones cortoplacistas. Muchos de estos
chicos se lesionan o se queman y salen frustrados. Lo fácil es masacrarlos y ver si así,
además de ganar ahora, alguno que sobreviva sale. Lo difícil es elaborar un plan razonable en
lo físico, lo técnico y lo psicológico que permita al deportista avanzar de
verdad y tener la posibilidad de desarrollar al máximo su talento. En la
sociedad actual se fomenta la búsqueda del éxito fácil y rápido. En el deporte,
salvo casos muy excepcionales, es difícil alcanzar y mantener el éxito por ese
camino.
La buena noticia de todo esto es que seguimos disfrutando de
los "viejos" rockeros del deporte: de la belleza y emoción de sus
extraordinarias actuaciones, de sus grandes gestas que ponen la piel de gallina
y, sobre todo, de su encomiable ejemplo de superación.
Chema Buceta
29-1-2017
@chemabuceta