Motivación y Autoconfianza: combinación ganadora
Mentalmente, la temporada
del Barcelona terminó tras esa estrepitosa derrota inesperada frente al
Liverpool en la Champions. La herida
fue tan profunda que no se ha podido curar en las semanas siguientes a la
debacle. Según parece, además del palo recibido, la autoconfianza y la
autoestima como equipo quedaron muy dañadas, y eso ha dificultado estimular la motivación
por desafíos “menores”: la liga estaba prácticamente decidida y bastaba un mínimo
esfuerzo, pero la copa exigía jugar una final frente a un rival que la
ambicionaba y tenía el potencial para disputarla.
En la tertulia Al Límite
de radio Marca del día de la final, se comentaron unas declaraciones recientes de
Piqué sobre lo ocurrido en Liverpool, y Messi, en rueda de prensa del día
anterior, pidió disculpas a la afición por no haber cumplido con la expectativa
de la Champions. Sin duda,
es de esa
derrota, que además recordaba el trágico precedente del año anterior en
Roma,
de lo que más se ha hablado desde que ocurrió, y, seguramente, lo que
más ha estado en la cabeza de los protagonistas. Por su trascendencia,
parece
lógico que así sea durante un tiempo razonable, pero dos días antes de
una final
lo que reflejaba es que la enorme llaga no había cicatrizado,
dificultando que floreciera el suficiente interés por ganar un título,
la copa, que había sido
habitual en los últimos años.
Si les hubiéramos
preguntado a todos los jugadores si querían ganar la copa, es evidente que habrían
respondido afirmativamente, y sin duda sería una respuesta sincera, pero ¿hasta
qué punto? ¿Tanto como para contrarrestar las secuelas anímicas de esa dolorosa
derrota en la competición que se consideraba el objetivo principal de la
temporada? Nadie puede dudar de la motivación del equipo por ganar la copa,
pero ¿era suficiente? ¿Bastaba con las pilas a medio cargar, o era necesario un
nuevo sobreesfuerzo para recargar toda la energía?
Al contrario, parece que,
para el Valencia, el impacto psicológico de haber sido eliminado sin paliativos
por el Arsenal en la semifinal de la segunda competición europea ha sido mucho
más leve y, así, no ha interferido en la motivación ambiciosa por los
objetivos siguientes: lograr el cuarto puesto en la liga y ganar la copa.
Por tanto,
en la final de la Copa del Rey se enfrentaron dos equipos con estados psicológicos
muy diferentes. Uno, muy tocado en su autoconfianza y sin la ambición
suficiente, como afrontando un trámite antes de cerrar la temporada y desconectar.
Otro,
con mucha ambición por ganar y la autoconfianza fuerte tras alcanzar el objetivo
del cuarto puesto.
En términos generales, el Barcelona es superior al
Valencia, pero en sus partidos previos no había habido tanta distancia y, sobre
todo, esa diferencia psicológica podía equilibrar la balanza e incluso decantarla,
como así sucedió, a favor del equipo que, en teoría, no partía como favorito.
Es evidente, que las
circunstancias del Barcelona y el Valencia no son las mismas. Para el primero, aun
habiendo ganado la liga, quedar eliminado de la Champions, y más de la manera que sucedió, es un enorme fracaso, y
ganar la copa, un título que, si bien no menosprecia, considera de carácter
menor y en ningún caso compensa la pérdida europea. Para el segundo, la
eliminación de la UEFA league se
puede asumir con facilidad si se alcanza el objetivo principal de, gracias al
cuarto puesto, conseguir plaza en la siguiente Champions. Y ganar la copa, el gran éxito de un equipo que, aun
siendo de los mejores, no suele ganar títulos. Por tanto, lo que para el
Barcelona es un gran fracaso, para el Valencia es una decepción asumible, y lo
que para este es un éxito (cuarto puesto en la liga) para aquel sería otro
fracaso monumental. Y ganar la copa, si bien para ambos sería un éxito, lo es
mucho más para el Valencia. Tras esta final, el entrenador del Valencia ha calificado
la temporada de su equipo con una (¿exagerada?) “matrícula de honor” por quedar
eliminado en semifinales de UEFA league,
cuarto en liga y campeón de copa. Si el bagaje del Barcelona hubiera sido este,
la calificación habría sido de suspenso rotundo, provocando una crisis con consecuencias
mayores. Una gran diferencia ¿verdad?
Lo expuesto explica, en
principio, el estado psicológico en el que ambos equipos han afrontado este
partido. Pero, además, hay otro factor. ¿Cómo ha manejado cada equipo ese
estado psicológico? Para el Valencia era más fácil, porque tenía objetivos ambiciosos por
los que luchar, y además, venía de haber superado momentos difíciles a lo largo
de la temporada que seguramente habrán fortalecido su autoconfianza colectiva.
Para el Barcelona era más difícil, pero ¿se ha hecho algo para, al menos, aliviar
esa situación adversa y afrontar el partido en condiciones más favorables? Está claro que el
día anterior a una final no es el momento para que el mejor jugador del equipo pida disculpas
a la afición por algo sucedido unas semanas antes, sino de centrarse sólo en ese
partido para tener más opciones de ganarlo. No es el momento de mirar atrás y
lamentarse o disculparse por lo que no se puede cambiar, sino de intentar
sacarse la espina con un nuevo título, aunque se considere de menor importancia. Pero...
De nuevo aquí, se echa en
falta al psicólogo del deporte que piense en medidas que, aun siendo difícil,
puedan ayudar a cambiar el chip mental. Es una de las principales funciones de un psicólogo
en el deporte de élite: saber cuando es el momento de analizar en profundidad y
cuando, sin embargo, ese análisis se debe aplazar en beneficio de centrarse en
los objetivos inmediatos; saber cómo estimular la motivación y potenciar la autoconfianza
cuando se recibe un palo y hay que reaccionar en poco tiempo; saber cómo asesorar
a los entrenadores y los jugadores para poder llegar al siguiente desafío en
las mejores condiciones psicológicas.
Obviamente, lo psicológico
no es el único factor que influye en el desarrollo y desenlace de un partido, y
por supuesto, habrá otras razones de peso que puedan explicar lo sucedido en esta
final de copa, pero es muy posible que la diferencia en el aparente estado
mental de ambos equipos haya contribuido significativamente a lo que hemos
visto.
Chema
Buceta
26-5-2019
@chemabuceta