viernes, 12 de octubre de 2012

¿ME SUICIDO?

                                    "Los deportistas deben tener voz para exponer sus discrepancias"



(Muchas gracias a los que os habéis interesado por este tema. Algunos me habéis preguntado si escribiría un nuevo artículo. Aquí está. Con él completo los anteriores: “La silla es mía” y “El fin justifica los medios”).

Dieciséis nadadoras de sincronizada firmaron una carta denunciando malos tratos de la seleccionadora nacional. ¿Por qué no lo hicieron antes, cuando aún pertenecían al equipo? ¿Cobardía? ¿Por qué ahora, cuando están fuera? ¿Despecho? Algunos han sugerido que las acusaciones pierden legitimidad por hacerse a destiempo. Me gustaría saber, en su lugar, qué habrían hecho ellos. ¿”Denunciar a pecho descubierto para “suicidarse”?

No es fácil, para nadie, denunciar injusticias o abusos de quienes tienen poder sobre nosotros. Ni siquiera lo es manifestar nuestras discrepancias. ¿Cuántas veces, no estando de acuerdo con nuestros jefes, nos hemos callado? ¿Cuántas hemos tolerado actitudes autoritarias sin una lógica, incluso ciertos abusos? Seguramente, casi todos podríamos encontrar algún ejemplo propio. Es lógico. Somos humanos. Tenemos la capacidad de establecer prioridades para preservar lo que consideramos más básico, ya sea nuestro puesto de trabajo, una relación interpersonal, un estatus o pertenecer a un grupo o un proyecto por los que estamos muy interesados. Ponemos todo en la balanza y decidimos tolerar lo que no nos agrada. Nos compensa para proteger los intereses que en ese momento valoramos más. Es el caso, entre otros, de muchos deportistas. Pueden percibir que si discrepan, se quejan o denuncian, su continuidad en el proyecto podría esta amenazada. ¿Deben “suicidarse”? ¿inmolarse como héroes enfrentándose a quien tiene el poder? ¿Quién tiene derecho a exigirles eso?

Evidentemente, existen límites de tolerancia. En nuestra cultura, a primera vista, nos gusta pensar que tolerar poco es un atributo de personas integras que saben defender sus derechos y su dignidad, mientras que tolerar mucho es más propio de los que son débiles y se dejan avasallar. Nos satisface creerlo así, pero se trata de un etiquetamiento con bastante carga de novela caballeresca y psicología barata de ficción. El grado de tolerancia varía en función de la personalidad, los valores, las necesidades y los recursos alternativos de cada uno. Unos toleramos más, y otros menos. Y la misma persona tolera más o menos en según que circunstancias. En general (esto es lo que más influye), a mayor necesidad y menos alternativas, toleramos más. ¡Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra!

En el caso de los deportistas existen circunstancias específicas que fortalecen la predisposiciUna de ellos, la edón a tolerar ciertos abusos. Una de ellas, la edad y, en general, su “alter ego” de falta de habilidad y experiencia manejando situaciones conflictivas. Otra, su elevada motivación y grado de compromiso (cuando estos existen) que propician aguantar (y justificar) “lo que haga falta” con tal de estar ahí y triunfar. En otros casos está presente el “atrapamiento”: los deportistas temen fracasar, no responder a las expectativas de los demás y/o quedarse sin su principal fuente de gratificación material y emocional. Se encuentran atrapados en el deporte y no pueden renunciar o ser despedidos, por lo que aguantan carros y carretas hasta que encuentran la oportunidad de escapar con un mínimo de decoro y protección de su autoestima y sus intereses. Además, está el liderazgo tradicional en el deporte, de corte muy autoritario y a veces déspota, con una permisividad que no existe en otros contextos del primer mundo. Por ejemplo: se suele aceptar que el entrenador grite a los deportistas, les ridiculice o les insulte  sin que nadie se escandalice. En relación con este estilo de liderar, suelen ser habituales una mala comunicación ascendente (de deportistas a  entrenadores y directivos) que dificulta expresar quejas o descontentos, y las consecuencias negativas, inmediatas o retardadas, que provoca discrepar o tener opiniones propias. Por último, está la fuerza del grupo. A casi nadie, y menos a un deportista joven, le gusta ir contra corriente, sin el apoyo de sus compañeros (¿Me voy a suicidar, yo solo? ¿Voy a ser el único héroe? ¿el “pringado” que sacrifica su cabeza?).

Por todos estos motivos, el grado de tolerancia de los deportistas suele ser muy elevado (¿Quién quiere inmolarse?), y esto favorece el abuso de poder de algunos entrenadores que, quizá sin darse cuenta, consideran que puesto que se acepta, cualquier método es válido. Está claro que en una sociedad avanzada no debería haber abusos, y por eso se les debe exigir a los que lideran que ejerzan el mando bajo la ética de no aprovecharse de la tolerancia “obligada” de sus liderados. En el caso de los deportistas jóvenes de élite es fácilmente entendible que estén dispuestos a tolerar “lo que sea” con tal de seguir en el carro, por lo que la responsabilidad ética de los entrenadores y los directivos es enorme.

¿Cómo actuar? Por un lado, es clave que las organizaciones (federaciones, clubs, escuelas…) establezcan los cauces adecuados para que los deportistas puedan tener voz, sin que por ello pierda autoridad el entrenador. Paralelamente, los entrenadores debemos mejorar nuestro estilo de liderazgo para dirigir con la firmeza y la  exigencia que procedan, pero sin abusar. Alta exigencia y respeto no son incompatibles. Al contrario, es responsabilidad del entrenador hacer que coexistan: entre otras medidas, abriendo vías a los deportistas para que puedan hablar con libertad y discrepar sin sentirse amenazados. Los entrenadores (y cualquier director que lidere) tenemos que manejar la discrepancia con naturalidad, sin ponernos a la defensiva ni pensar que por ello perdemos autoridad, usándola como una buena oportunidad para la reflexión y la negociación constructiva, una ocasión de oro para involucrar a los deportistas de forma más sólida y duradera. Asimismo, es importante que deportistas, entrenadores y directivos desarrollemos nuestras habilidades de comunicación para poder expresarnos con eficacia, utilizando la dosis de asertividad que sea razonable en cada situación; una faceta en la que los psicólogos del deporte pueden ayudarnos.

Aún así, es muy probable que los que formemos parte de una organización (en el deporte, la empresa o cualquier otro campo) continuemos estando condicionados por un cierto temor a perder lo que tenemos y valoramos (sobre todo en tiempos de pocas alternativas), aunque en menor medida si se ponen en marcha medidas como las señaladas. Una mejora que puede ser muy beneficiosa para el funcionamiento de los equipos y las personas. En cualquier caso, se deben seguir respetando y comprendiendo las posturas de tolerancia "políticamente correctas" que preservan la supervivencia (¿Me suicido? No, gracias) y las denuncias de los que ya no están. Éstas no deben sacarse de su contexto, algo que puede suceder con el paso del tiempo, y obviamente no sirven para cambiar lo que ya es agua pasada, pero pueden aprovecharse como punto de partida para reflexionar y prevenir futuros excesos.

Chema Buceta
12-10-2012

twitter: @chemabuceta

www.psicologiadelcoaching.es

2 comentarios:

  1. Respetado Doctor Buceta:
    Este año tuvimos el privilegio de tener al Doctor Maurizio Mondoni en Colombia compartiendo con nosotros su amplia experiencia en la formación de jóvenes entrenadores.Una experiencia maravillosa desde cualquier ángulo que se le mire.
    A nuestro modo de ver, hasta que usted no nos haga el honor de acompañarnos también, la capacitación de nuestros instructores y entrenadores de categorías de base no estará completa.
    ¿Hay posibilidades que usted pueda sacar en su agenda algunos días en el 2013 para visitarnos en Colombia?
    En caso de ser posible, nos gustaría saber en que condiciones se daría esta visita y la posible fecha.
    Cordial saludo;
    Carlos García

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  2. Estimado Chema:
    Creo que la desproporción entre el grado de tolerancia que es capaz de soportar un deportista,y los padres y madres de estos en edades tempranas, está, a fecha de hoy, a años luz del que admiten los clubes, bien sean sus directivos o sus entrenadores.
    La ilusión y la humildad del que empieza o del que aspira a mejorar coincide demasidas veces con el autoritarismo que se desprende de aquel que tiene el mando. ¿Cuántas veces hemos escuchado "esto es lo que hay y si no estás de acuerdo ya sabes donde está la puerta"? Creo que todavía nos queda mucho por aprender y trabajar.

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