domingo, 7 de julio de 2013

¡ESCUCHA, HABLA Y TRIUNFA!

           Una buena comunicación contribuye a optimizar el rendimiento de los deportistas



En la experiencia de todos los entrenadores con los que he tenido el honor de trabajar como psicólogo, la de muchos otros que conozco, la mía propia en mi faceta de entrenador, existen múltiples episodios de buena y mala comunicación con los deportistas. Los primeros han facilitado el rendimiento de éstos. Los segundos, lo han perjudicado. Un buen mensaje en el momento oportuno, suma. Uno malo, o a destiempo, resta. ¿Hacemos algo al respecto?

Los entrenadores somos expertos en la técnica, la táctica, la planificación y los sistemas de entrenamiento de nuestro deporte. Y los hay que saben muchísimo. Pero no somos nosotros quienes competimos en la arena, sino nuestros deportistas. Algo obvio, pero que bastantes veces no asumimos del todo. Dedicamos mucho tiempo a pensar y decidir lo que harán los jugadores para optimizar su rendimiento, pero apenas reflexionamos, o lo practicamos muy poco, sobre el cómo se lo vamos a transmitir; como si bastara que lo supiéramos nosotros. ¡Pero los actores son ellos!

¿Cuántas veces nos hemos exasperado porque los deportistas no ejecutan nuestros planes tal y como habíamos previsto? ¿Y cuántas de esas, les hemos culpado a ellos por no haber puesto atención, no estar motivados, no tener actitud…? Sin embargo, ¿cuántas hemos analizado y concluido que quizá no hemos acertado en el proceso de comunicación? ¿que no hemos sido capaces de captar la atención de nuestros chicos, despertar su interés, favorecer que comprendan lo que pretendíamos, provocar que confíen en que serían capaces de ejecutarlo? ¿Son ellos los culpables? ¿Y nosotros?

La comunicación es el elemento que necesitamos para transmitir información. El eslabón decisivo entre las ideas del entrenador y la ejecución de éstas por parte de los deportistas. Trascendente siempre, y especialmente complejo cuando se trata de momentos críticos. Pensemos, por ejemplo, en un tiempo muerto, el descanso de un partido con el marcador en contra, una mala racha, la existencia de problemas internos... ¿Cuidamos suficientemente un eslabón tan decisivo?

Además, es una poderosa herramienta, aunque no la única, para influir en el estado psicológico individual y colectivo. A través de las reuniones con los deportistas, el entrenador puede estimular o neutralizar, según le convenga, la motivación, el estrés, la autoconfianza, la atención, la cooperación, el ambiente, la cohesión de equipo… Aspectos clave para optimizar el rendimiento. ¿Seguimos quejándonos?

Y por supuesto, la comunicación es un factor fundamental en el desarrollo de la propia imagen pública del entrenador y sus relaciones con los deportistas, los miembros del equipo técnico, los directivos del club, los medios de comunicación, los aficionados… Un instrumento básico para liderar con eficacia y avanzar en la carrera profesional. Algo que, en bastantes casos, puede marcar la diferencia en el rendimiento y los resultados.

¿Cómo se consigue una comunicación eficaz? Desde luego, no simplemente soltando el rollo de cualquier manera. Es un error habitual: pensar que basta con hablar, decir lo que uno quiere transmitir. Lo trascendente no es lo que el entrenador dice, sino el impacto de lo que dice.  Muchos mensajes se quedan en el camino, chocan contra la muralla mental de sus destinatarios o llegan en malas condiciones y son interpretados deficientemente. Otros están mal seleccionados. Por ejemplo, el entrenador pretende motivar y equivoca los mensajes de su charla. No vale decir cualquier cosa. A veces, el contenido en sí mismo es apropiado, pero está desgastado de tanto usarlo. Otras veces, es la forma de decirlo: el momento, el formato, la estructura, el tono, los gestos, el contacto visual, la emoción que lo acompaña… todo influye en menor o mayor medida, en ocasiones de manera decisiva. ¿Merece la pena mejorar?

Comunicar no es sólo hablar. También es escuchar. Un aspecto de gran importancia que los entrenadores a menudo olvidamos. Saber escuchar permite obtener información de los deportistas que puede ser muy valiosa: sus intereses, sus temores, su forma de ver las cosas… detalles que pueden sumar. Además, es clave para desarrollar empatía (que los deportistas perciban que el entrenador es capaz de comprenderlos, de ponerse en su lugar), la puerta de la confianza mutua y la apertura mental. El entrenador que escucha correctamente (no se trata simplemente de oír, sino de escuchar) establece una conexión mejor con sus deportistas, y ésta facilita que, cuando hable él, sus mensajes lleguen y se consoliden mucho mejor. 

Resulta obvio que en la dinámica de un equipo deportivo (o un deportista individual) hay momentos para escuchar y otros para hablar. Una habilidad del entrenador es saber diferenciar esos momentos: cuando conviene escuchar; cuando hablar. Tiene que ver con el estilo de liderazgo más apropiado en cada situación. A veces más participativo; otras, más directivo. En estas últimas, cuando el entrenador debe transmitir sus órdenes sin consultar, será mucho más eficaz si previamente ha sabido escuchar. ¡Escuchar, hablar y triunfar!

Muchos entrenadores son grandes comunicadores. Otros, no tanto. Y los hay que jamás podrán avanzar por su escasez de recursos comunicativos. La capacidad innata y el aprendizaje a través de la observación de otros y la experiencia propia, marcan una diferencia; pero todos, incluso los más hábiles, podemos mejorar si aceptamos la trascendencia de la comunicación y nos interesamos por crecer en este aspecto. ¿Nos conformamos con lo que tenemos? ¿O desarrollamos un recurso muy potente para enriquecernos y dar un verdadero salto? 

(Quizá os interese el curso sobre HABILIDADES DE COMUNICACIÓN PARA ENTRENADORES DEPORTIVOS  que tendrá lugar en la UNED, en Madrid, los próximos días 19 y 20 de julio. Aquí está el link. Si asistís, será un placer. Allí nos vemos!)



Chema Buceta
7-7-2013

twitter: @chemabuceta


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