domingo, 6 de diciembre de 2015

EL UNO POR EL OTRO Y LA CASA SIN BARRER

                                                    ¿Quién tiene la responsabilidad?


En estos días hemos asistido a un hecho asombroso. El todopoderoso Real Madrid, en su partido de Copa del Rey contra el Cádiz de la segunda división B, alineó a un jugador que acumulaba una sanción de la temporada anterior. Un error impensable en uno de los clubes con más recursos del mundo que de momento le ha costado la eliminación de la competición.

¿Quién tiene la culpa? El club echa balones fuera y señala a la federación y a quien tenga la desgracia de pasar por ahí, pero parece obvio que el problema está en casa y no fuera. ¿Quién tiene la responsabilidad de saber cómo se encuentran las sanciones de los jugadores y avisar al entrenador de los que por ese motivo no están disponibles? ¿Alguien en concreto? Hasta en el equipo más modesto de barrio hay una persona que se encarga de estos temas y lleva la cuenta en su libreta. Supongo que en el Madrid utilizarán Ipads de última generación, pero…

En realidad, parece que estamos ante un caso de lo que en Psicología se denomina “Holgazanería social”. Esta se produce cuando al haber varias personas que podrían asumir una determinada funcin ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ina determinada funcidrante un caso de los que en Psicologa cuenta en su libreta. dores tanto si la temporada anteriorón, ninguna de ellas lo hace. “El uno por el otro y la casa sin barrer”.  Se sabe que cuanto mayor es el número de personas, mayor es el riesgo de holgazanería social, y por eso los grupos grandes, los staffs numerosos y las organizaciones que cuentan con muchos empleados deben estar muy alerta para prevenir un problema que como en este caso, puede tener consecuencias graves.

Una medida fundamental es definir claramente cuál es la responsabilidad individual de cada persona, sobre todo en las situaciones que por ser ambiguas, complejas, novedosas o poco frecuentes no esté muy claro o pueda haber más de uno con responsabilidades similares. También hay que revisar la rigidez de la jerarquía. Si hay un jefe controlador por el que tiene que pasar todo, que quiere saberlo todo y decidirlo todo, que penaliza gravemente las decisiones que él no toma y los errores que sus subordinados cometen, el efecto suele ser que estos adoptan una posición pasiva, y en lugar de anticiparse a los problemas se limitan a actuar cuando el jefe se lo dice. Así, personas inteligentes y preparadas a las que se podría sacar más provecho, se convierten en ejecutivos que apenas piensan, asumiendo que si el jefe no les hace el encargo será porque se lo hará a otro, lo atenderá él mismo o no lo considerará prioritario. 

Según se ha sabido en este caso, no solo alguien del club debió ver la circular de la federación sobre los jugadores sancionados, o simplemente saber la situación en la que el jugador llegaba, sino que además, al parecer, unos días antes alguien externo alertó a la entidad de lo que podría pasar, e increíblemente, nadie tomó medidas. No conozco los detalles, pero de ser así, refuerza la idea de una organización excesivamente presidencialista que en lugar de empoderar a las personas provoca que se conviertan en “holgazanes sociales”, y la consecuencia es el muy triste ridículo, otro más, del que fuera nombrado mejor club de fútbol del siglo pasado.

Dicho ridículo es todavía mayor cuando en vez de aceptar públicamente el error y sus consecuencias con la dignidad que correspondería a la grandeza de ese club, se buscan excusas infumables y hasta un precedente en un modestísimo equipo de fútbol femenino para recurrir y recurrir y así parecer que se están defendiendo los intereses de la entidad. De esta manera, como tantas otras veces en los últimos años, se intenta tapar la mala gestión de una organización que ha ido sustituyendo a algunos de sus mejores trabajadores por otros más mediocres, y que aún contando todavía con algunos buenos profesionales, los minimiza con jefes que en función de lo que estamos viendo cada poco tiempo, parece obvio que no dan la talla. Lo ocurrido es un buen ejemplo de cómo una mala gestión de los recursos humanos tarde o temprano pasa factura incluso en las organizaciones más ricas.

Dice el famoso verso 20 del Cantar de Mío Cid: “¡qué buen vassallo, si oviesse buen señor!” (¡qué buen vasallo sería si tuviera un buen señor!). En esta y otras muchas organizaciones, hay bastantes personas que podrían rendir mejor si tuvieran jefes competentes que las motivaran, involucraran y empoderaran en lugar de propiciar el miedo a errar, la pasividad ante la duda constante y la holgazanería social.


Chema Buceta
6-12-2015

Twitter: @chemabuceta

2 comentarios:

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  2. Es increible cómo un Club de este calibre falla en algo tan esencial. De la misma forma que es increible que se quejen habitualmente del calendario de partidos que deben afrontar y cómo les perjudica. Creo que un equipo grande, con grandes aspiraciones, debe saber gestionar y planificar adecuadamente para optimizar al máximo sus recursos. No sé si tiene una relación más o menos estrecha con este caso, pero el fondo viene a ser parecido ¿qué opinas?

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