En estos días hemos asistido a un hecho asombroso. El
todopoderoso Real Madrid, en su partido de Copa del Rey contra el Cádiz de la
segunda división B, alineó a un jugador que acumulaba una sanción de la
temporada anterior. Un error impensable en uno de los clubes con más recursos
del mundo que de momento le ha costado la eliminación de la competición.
¿Quién tiene la culpa? El club echa balones fuera y señala a
la federación y a quien tenga la desgracia de pasar por ahí, pero parece obvio
que el problema está en casa y no fuera. ¿Quién tiene la responsabilidad de
saber cómo se encuentran las sanciones de los jugadores y avisar al entrenador
de los que por ese motivo no están disponibles? ¿Alguien en concreto? Hasta en
el equipo más modesto de barrio hay una persona que se encarga de estos temas y
lleva la cuenta en su libreta. Supongo que en el Madrid utilizarán Ipads de última generación, pero…
En realidad, parece que estamos ante un caso de lo que en
Psicología se denomina “Holgazanería social”. Esta se produce cuando al haber
varias personas que podrían asumir una determinada funci Se sabe que cuanto mayor es el número de
personas, mayor es el riesgo de holgazanería social, y por eso los grupos
grandes, los staffs numerosos y las
organizaciones que cuentan con muchos empleados deben estar muy alerta para
prevenir un problema que como en este caso, puede tener consecuencias graves.
ón,
ninguna de ellas lo hace. “El uno por el otro y la casa sin barrer”.
Una medida fundamental es definir claramente cuál es la
responsabilidad individual de cada persona, sobre todo en las situaciones que por
ser ambiguas, complejas, novedosas o poco frecuentes no esté muy claro o pueda
haber más de uno con responsabilidades similares. También hay que revisar la
rigidez de la jerarquía. Si hay un jefe controlador por el que tiene que pasar
todo, que quiere saberlo todo y decidirlo todo, que penaliza gravemente las
decisiones que él no toma y los errores que sus subordinados cometen, el efecto
suele ser que estos adoptan una posición pasiva, y en lugar de anticiparse a
los problemas se limitan a actuar cuando el jefe se lo dice. Así, personas
inteligentes y preparadas a las que se podría sacar más provecho, se convierten
en ejecutivos que apenas piensan, asumiendo que si el jefe no les hace el encargo
será porque se lo hará a otro, lo atenderá él mismo o no lo considerará
prioritario.
Según se ha sabido en este caso, no solo alguien del club
debió ver la circular de la federación sobre los jugadores sancionados, o
simplemente saber la situación en la que el jugador llegaba, sino que además,
al parecer, unos días antes alguien externo alertó a la entidad de lo que
podría pasar, e increíblemente, nadie tomó medidas. No conozco los detalles,
pero de ser así, refuerza la idea de una organización excesivamente
presidencialista que en lugar de empoderar a las personas provoca que se
conviertan en “holgazanes sociales”, y la consecuencia es el muy triste
ridículo, otro más, del que fuera nombrado mejor club de fútbol del siglo
pasado.
Dicho ridículo es todavía mayor cuando en vez de aceptar
públicamente el error y sus consecuencias con la dignidad que correspondería a
la grandeza de ese club, se buscan excusas infumables y hasta un precedente en
un modestísimo equipo de fútbol femenino para recurrir y recurrir y así parecer
que se están defendiendo los intereses de la entidad. De esta manera, como
tantas otras veces en los últimos años, se intenta tapar la mala gestión de una
organización que ha ido sustituyendo a algunos de sus mejores trabajadores por
otros más mediocres, y que aún contando todavía con algunos buenos
profesionales, los minimiza con jefes que en función de lo que estamos viendo
cada poco tiempo, parece obvio que no dan la talla. Lo ocurrido es un buen ejemplo de cómo una
mala gestión de los recursos humanos tarde o temprano pasa factura incluso en
las organizaciones más ricas.
Dice el famoso verso 20 del Cantar de Mío Cid: “¡qué buen
vassallo, si oviesse buen señor!” (¡qué buen vasallo sería si tuviera un buen
señor!). En esta y otras muchas organizaciones, hay bastantes personas que podrían rendir
mejor si tuvieran jefes competentes que las motivaran, involucraran y empoderaran
en lugar de propiciar el miedo a errar, la pasividad ante la duda constante y
la holgazanería social.
Chema Buceta
6-12-2015
Twitter: @chemabuceta
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs increible cómo un Club de este calibre falla en algo tan esencial. De la misma forma que es increible que se quejen habitualmente del calendario de partidos que deben afrontar y cómo les perjudica. Creo que un equipo grande, con grandes aspiraciones, debe saber gestionar y planificar adecuadamente para optimizar al máximo sus recursos. No sé si tiene una relación más o menos estrecha con este caso, pero el fondo viene a ser parecido ¿qué opinas?
ResponderEliminar