El pasado día 2 tuve el honor de impartir una conferencia en
el “Día de las Empresas” de la Ciudad de La Raqueta de Madrid. El tema: "Acomodarse o seguir creciendo".
Es respetable acomodarse y, tarde o temprano, todos lo hacemos en alguna faceta, entre otras cosas porque tampoco se pueden tener todos los frentes abiertos. Por eso, no hay que sentirse culpables ni señalar a quien
se acomoda, ni por supuesto adoctrinar, pero es evidente que acomodarse es un
freno para seguir creciendo en cualquier parcela. Las personas, equipos y organizaciones que se
acomodan acaban por limitarse a cumplir con el mínimo esfuerzo y, ya sea en el ámbito laboral o personal, se estancan. Y estancarse suele propiciar ser menos competitivo, quedarse atrás, tener malos resultados, sentirse insatisfecho con uno mismo y, en definitiva, sufrir un deterioro que termina pasando factura en lo material, lo intelectual, lo emocional o las relaciones interpersonales.
En bastantes casos, el acomodamiento llega a partir del éxito. Otras veces, por exceso de seguridad, falta de amenazas razonables que estimulen no bajar la guardia, ausencia de objetivos atractivos, costes demasiado altos y, también, el miedo al fracaso, a la evaluación social y al propio éxito. Estos elementos no son incompatibles, y la presencia conjunta de varios de ellos aumenta el riesgo de acomodamiento. En general, es un proceso lento.
Como un virus que se instala ahí sin que se note, pero que poco a poco se expande hasta que sus devastadores efectos se dejan notar. Por ejemplo, si al placer y la vanidad del éxito, se unen la falta de nuevos desafíos lo suficientemente
atractivos y de amenazas razonables, es muy probable que cada vez se haga menos. El entusiasmo, la
pasión, la creatividad, la innovación, la disciplina, el sobreesfuerzo, la
anticipación, el talante positivo ante los problemas, ese estar dispuesto a realizar
cualquier extra que antaño predominaban, ahora se diluyen, y aunque parezca que
se hace lo mismo que condujo al éxito, en realidad cada vez se hace un poco
menos: se piensa menos, se cuestiona menos, se pone menos de uno mismo, se renuncia a menos estímulos alternativos, se
descuidan los detalles pequeños, escasean las ideas, se rechaza cualquier
iniciativa que obligue a un sobreesfuerzo y se justifica "hacerlo como siempre" aún no haciéndolo.
En definitiva, el acomodamiento se caracteriza por la falta de ese plus de motivación y esfuerzo que
diferencia lo bueno de lo mejor, el simplemente cumplir de la excelencia, el
acomodarse de seguir creciendo. En ausencia de ese plus, se consolida un espíritu
conformista que poco a poco se apodera de la voluntad de quienes lo sufren. ¿Acomodarse o seguir creciendo? Es una decisión personal, pero en los equipos y las organizaciones la actitud y el comportamiento de quienes dirigen tienen una gran influencia. Si el que dirige está acomodado, es difícil que pueda inspirar el deseo de crecer de quienes lidera. Si el que entrevista a nuevos candidatos está acomodado, lo normal es que rechace a personas con talento e ilusión por crecer que puedan amenazar al acomodamiento. El que dirige debe encontrar incentivos personales que le impulsen a seguir creciendo, tanto por su propio beneficio como para transmitir ese espíritu de superación a quienes de él dependan.
Estas y otras cuestiones fueron tratadas en esta conferencia. Para los que estéis interesados, adjunto
el link de Youtube. Muchas gracias a la Ciudad de la Raqueta por invitarme a participar
y a los que amablemente acudisteis a la cita.
Chema
Buceta
13-2-2016
@chemabuceta
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