Leo con mucha pena las declaraciones de algunos
jugadores del Real Madrid denunciando que les han robado la final de la
Copa del Rey de baloncesto; y con más pena todavía que el club amague con retirarse de la ACB por sentirse
perjudicado y no haber recibido disculpas. Es muy triste que un club que presume de tanta solera y es
buque insignia del baloncesto español caiga en la trampa de la rabieta por
haber perdido un partido que, a falta de 10 minutos, dominaba por 14 puntos.
Está claro que la decisión final de los árbitros le perjudicó gravemente, pero
puestos a buscar responsables, parece obvio que han tenido más peso los errores
propios en ese último cuarto que ese único error arbitral tras consultar en el instant replay las imágenes de la jugada.
Además, no se puede
obviar que el error más grave de los árbitros tuvo lugar en una acción
anterior, cuando no señalaron una clarísima falta de un jugador del Madrid que
habría puesto el punto y final a favor del Barcelona. La pataleta de ahora, recordando
además una decisión adversa del año anterior, pretende denunciar la intención de
los árbitros de perjudicar al Madrid en beneficio del Barcelona (“un robo”), pero
si fuera así, lo más fácil habría sido señalar esa inapelable falta previa que hasta
el más fanático madridista vio. De haberlo hecho, nadie lo habría criticado. Por
el contario, esa decisión favoreció al Madrid, dándole una opción de ganar que,
de otra forma, no habría tenido. Tampoco se puede decir, como probablemente se
habría insistido de haber perdido el Barcelona (en este caso, con más razón), que
los árbitros quisieran beneficiar al Madrid, pues de haberlo hecho habrían
ignorado la última acción y el Madrid habría ganado.
Los hechos demuestran,
por tanto, que no ha habido una intención deliberada de perjudicar o beneficiar
a uno u otro equipo. El arbitraje, hasta esas dos últimas jugadas, fue bastante
bueno: a la altura de un partido de esa trascendencia entre dos equipos de altísimo
nivel que hasta llegó a la prórroga. Pero el deporte de alta competición es así:
en una jugada puedes arruinar una actuación brillante; les sucede a los
jugadores, a los entrenadores y también a los árbitros. Estos últimos, como los
anteriores, son personas; y como tales, cometen errores. La diferencia es que
los errores de los jugadores y los entrenadores son en perjuicio propio,
mientras que los de los árbitros perjudican a otros, pero no por eso dejan de
ser errores que acompañan al ser humano.
Otra cosa es que, siendo
inevitable que se produzcan errores, se tomen medidas para prevenirlos y minimizarlos.
Y para eso, en primer lugar, es conveniente encontrar una explicación. Veamos
algunas preguntas relevantes respecto a la primera jugada (la falta no señalada
a favor del Barcelona): (1) ¿Estaban los árbitros físicamente bien preparados para,
en una jugada tan rápida de campo a campo, al final del partido, poder juzgar sin verse afectados por el cansancio? (2) ¿Estaban los árbitros
técnicamente preparados desde su conocimiento del baloncesto, para anticipar que
en la situación de ese saque de fondo, la probabilidad de ese pase largo era
muy alta y, por tanto, era conveniente situarse más cerca de la otra canasta o
estar listos para reaccionar muy rápido? (3) ¿Estaban mentalmente bien
preparados para controlar el exceso de activación que podría estar presente en
un momento tan crítico de un partido tan trascendente? El exceso de activación
provoca un estrechamiento de la atención y dificulta la toma de decisiones. Si
no se controla adecuadamente, puede interferir en el rendimiento. (4) ¿Por qué
no señaló la falta, tan evidente, ninguno de los tres árbitros? ¿Por respetar
el espacio del compañero que supuestamente debería haberlo visto? ¿Por “el uno
por el otro y la casa sin barrer” en un momento muy delicado? ¿Simplemente,
ninguno lo vio desde la posición en que estaba?
Se trata de árbitros internacionales
de primer nivel, y me consta que se preparan físicamente, conocen bien el
baloncesto y, mentalmente, aunque carecen de un entrenamiento específico consistente,
suelen funcionar bien, pero aquí está otra de las claves del deporte de alto
rendimiento: los deportistas, los entrenadores y los árbitros de élite suelen
funcionar bien la mayor parte del tiempo, pero a veces, las circunstancias de
la situación les superan, y eso interfiere negativamente en su rendimiento. Le
pasa a los más grandes, y ayer pudo sucederle a estos árbitros. ¿Es suficiente
la preparación y el apoyo que tienen? Es evidente que no basta con prepararse
por su cuenta, por muy bien que lo hagan, sino que, como cualquier deportista
de élite, necesitan el apoyo y el seguimiento de profesionales de alto nivel en
todas las áreas: ¿lo tienen en la ACB?
Cometido el primer error,
lo que es lamentable es que las normas no permitan revisar esa jugada en el instant replay. ¿Para que está,
entonces, si no se puede revisar una jugada tan decisiva? Habrá que confiar en
que lo sucedido sirva para modificar este aspecto. En su ausencia, me gustaría
saber qué ha pasado en ese último tiempo muerto a falta de cuatro segundos. Es muy
probable que los árbitros tuvieran dudas respecto a la falta que no habían
señalado y que había cambiado el partido por completo. La máxima arbitral
de que el partido lo decidan los jugadores y no los árbitros estaba en
entredicho. ¿Se sentían culpables? ¿Dudaban? ¿De qué hablaban? ¿Se preparaban
para una jugada decisiva que, seguramente, sería muy difícil de arbitrar? ¿Qué
harían los equipos? ¿Previeron los árbitros que lo más probable era que un
jugador del Barcelona penetrase buscando la previsible falta? ¿Qué pasaba con
el exceso de activación (nerviosismo) que seguramente estaría presente? ¿Qué pensamientos
pasaban por sus cabezas? ¿Cómo se apoyaron entre ellos? En ese tiempo muerto
los dos equipos prepararon estrategias que habrían ensayado infinidad de veces.
¿Qué estrategia prepararon los árbitros? ¿Tendrían preparado algo?
En la jugada definitiva dio
la impresión de que se pitaba algo confiando en que el instant replay daría una solución. ¿En qué condiciones psicológicas
revisaron los árbitros esas imágenes? ¿Estaban nerviosos? ¿Pudieron analizar
con la tranquilidad necesaria una jugada tan difícil y de tanta trascendencia
en un partido tan importante? Es lógico que surjieran las dudas. Y en la duda,
¿la compensación? Hoy me lo han preguntado varias veces. No creo que haya
existido de forma consciente, pero inconscientemente es posible. Sobre todo en
situaciones críticas, nuestra predisposición psicológica, que suele ser
inconsciente o no del todo consciente, puede influir decisivamente en nuestra
forma de ver las cosas y, a partir de ahí, en nuestras decisiones. La predisposición
psicológica (inconsciente) de esos árbitros cuando salieron de ese tiempo
muerto y, sobre todo, cuando acudieron a la mesa a visionar la jugada, es muy
probable que apuntara en la dirección de encontrar razones para dar por buena una
canasta que compensase el gravísimo y decisivo error de la jugada previa. Eso
no quiere decir que lo hayan hecho aposta, deliberadamente; sino que podría
existir ese sesgo mental que a todos nos puede influir en nuestra
forma de ver y valorar las cosas. Se supone que a un árbitro, y menos aún de este nivel,
no le debe influir un error en su juicio de jugadas posteriores, y
habitualmente es así, pero en un momento tan estresante, sin hacerlo a propósito,
es muy posible que haya sucedido eso. Un error humano; en este caso, al no
poder controlar esa probable predisposición psicológica que ha podido provocar una
“compensación inconsciente”. ¿Se podría haber evitado? Quizá no; pero habría
sido mucho más probable con la preparación y el apoyo que corresponden a
deportistas (los árbitros) a los que se exige tanto.
Dicho todo esto, reitero
que es impresentable que se diga que al Madrid le han robado el partido. No se
puede obviar que perdió una ventaja considerable y que, poco antes de la jugada
final, un error muy grave de los árbitros le dio la posibilidad de ganar cuando
tenía el partido perdido.
Los tres árbitros de esta
final son muy buenos árbitros; pero son humanos; y lo que hay que hacer es proporcionarles
los medios para que puedan hacer su trabajo con el menor número de errores.
Chema Buceta
18-2-2019
@chemabuceta
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