sábado, 4 de agosto de 2012

CONTROL MENTAL: MÁS CERCA DEL ÉXITO



Michael Phelps y Mireia Belmonte comenzaron mal su participación en estos Juegos, pero han sido capaces de recuperarse y conseguir brillantes resultados. Cuando se compite en varias pruebas en días sucesivos (a veces en dos en el mismo día) es fundamental estar centrado únicamente en la siguiente; y cuando ésta acaba, tanto tras el fracaso como tras el éxito, pasar la página y centrarse en la próxima prueba. No es fácil. Cada prueba deja una huella muy grande y conlleva un desgaste emocional considerable; y lo más natural es que el deportista se quede con el recuerdo y el análisis de lo sucedido y/o se deje llevar por la alegría de la victoria o el dolor de la derrota. La grandeza que han mostrado estos dos campeones ha estado, precisamente, en ser capaces de vencer a esta tendencia natural, haciendo un gran esfuerzo mental para desconectar de lo recientemente sucedido y afrontar las pruebas restantes en las mejores condiciones para logar el éxito.

En el caso de Mireia, me sorprendió que  a pesar de su decepción y las críticas recibidas por sus primeras actuaciones, reaccionara como lo hizo para ganar su primera medalla; pero sobre todo, que tras este éxito tan grande, tan impactante, con tanto reconocimiento, fuera capaz de desconectar del mismo y concentrarse en la siguiente prueba. La carrera que hizo en la final de los 800 metros fue fantástica, propia de una deportista con un gran control mental para tirarse al agua con la activación adecuada: no más acelerada, como podría esperarse en la euforia; o menos intensa, como sucedería en quien lo ha dado ya todo; y además, para mantener esa activación óptima durante una prueba tan larga, sin impacientarse, de menos a más, haciendo su carrera; al contrario que dos de sus principales rivales, quienes probablemente no supieron controlar la motivación que las inundaba, salieron como motos y fueron de más a menos.  Un claro ejemplo de cómo la motivación puede jugar en tu contra si no la controlas, y al revés, de cómo el control de las emociones ayuda a un mejor rendimiento.

¡Y qué decir de Phelps! No consigue el pódium en los 400 estilos. Lo hace muy bien en la segunda posta del relevo 4x100, pero el equipo no gana. Domina la final de 200 mariposa y la pierde en los últimos centímetros. Demuestra grandeza en la derrota con su sonrisa y sus declaraciones de gran deportista que sabe ganar y perder, y en quince minutos nada la final de 4x200 ganando el oro y batiendo el record de medallas en la historia de los Juegos Olímpicos. Pero no se conforma, y gana el oro en los 100 mariposa, en una carrera en la que fue detrás hasta los últimos metros.  ¡Qué fortaleza mental! ¡Qué capacidad de control! Y lo culmina con otro oro en otro relevo. Cuando ganó muchos oros en los Juegos de Atenas y Pekín se habló mucho de sus cualidades mentales, pero es ahora cuando en verdad las ha mostrado. En él éxito, con el viento a favor, se pueden observar detalles de fortaleza mental y es fácil encumbrar al todopoderoso campeón destacando sus cualidades excepcionales, pero es en la adversidad, sin la energía que aporta la victoria, cuando realmente se demuestra la auténtica fuerza psicológica. Para mi, el gran legado de Phelps no son sus veintidós medallas, sino la lección que ha dado en estos Juegos de Londres cuando ya no es el nadador demoledor de antaño, el hombre diez, el ser superior, sino alguien que aún siendo muy grande, debe luchar consigo mismo y superarse para poder triunfar.


Chema Buceta
4-8-2012


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