domingo, 12 de agosto de 2012

¡QUEREMOS GANAR, PODEMOS HACERLO Y NO TEMEMOS PERDER!





Hoy hemos asistido a un partido de baloncesto de los que dejan huella: la final de los Juegos Olímpicos entre Estados Unidos y España. El primero, incuestionable favorito del torneo, con grandes estrellas de la NBA y una aplastante superioridad en casi todos sus encuentros anteriores, se enfrentaba a un equipo español que había llegado a este partido pasando muchas dificultades. A pocos les habría sorprendido una victoria de los americanos por quince o veinte puntos, e incluso más; y que España, aliviada tras el sufrimiento de los partidos previos y el indiscutible mérito de la plata, se hubiera “conformado” con cumplir el trámite decorosamente. Pero no fue así. La ambición de este carismático equipo español que tantas alegrías ha dado, venció al conformismo; y esa extraordinaria motivación por conseguir el oro, sustituyó al estrés que otros días minimizó el rendimiento de nuestros jugadores. Los efectos no se hicieron esperar: Desde el inicio, España jugó con energía y confianza, una buena lectura del juego y, a diferencia de partidos anteriores, unos porcentajes de acierto en el tiro muy altos; así, tras un encuentro extraordinario, estuvo a punto de de lograr una victoria histórica.
En cualquier actividad, la ambición es un elemento fundamental para superar los propios límites; y al contrario, su ausencia favorece el conformismo y el acomodamiento. Lo comenté al hablar de Federer tras vencer en Wimbledon y hoy hemos asistido a otra impresionante lección. ¡Queremos ganar!
Pero no es suficiente. La ambición debe ir acompañada de una  sólida autoconfianza: la firme creencia realista de que aunque sea difícil, el objetivo se puede lograr. Este ha sido otro de los puntos fuertes del equipo español: ha confiado en que podía ganar, y no era una confianza a ciegas que le habra ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽en que podía hacerlo; y no era una conianza a ciegas, que habro  la amenza del fracaso.podrandes logros. res que en otía perjudicado, sino basada en experiencias previas que la avalaban, como la final de Pekín. ¡Podemos hacerlo!
El tercer elemento es que la motivación predomine sobre el estrés: el deseo de ganar sobre el miedo a perder, el reto de la victoria sobre la amenaza del fracaso. Hoy no hemos visto al equipo temeroso de los cuartos de final y la semifinal, amenazado por la posibilidad de no estar en la final, sino al que, por encima de todo, deseaba ser campeón olímpico. ¡No tememos perder!
En estos Juegos hemos podido observar otros ejemplos similares: como los de la selección de fútbol de México que consiguió el oro; o las selecciones femeninas de waterpolo y balonmano de España, plata y bronce respectivamente. Ambicionaron objetivos altos en los que creyeron y lucharon por ellos; fortalecieron la autoconfianza con los éxitos parciales a lo largo del torneo; y aprovecharon que jugaron sin la presión de los favoritos (como España de baloncesto, hoy) guiados por la motivación de ganar más que por el temor al fracaso.
Motivación elevada, autoconfianza sólida y control del estrés: las tres llaves psicológicas del éxito.

Chema Buceta
12-8-2012

twitter: @chemabuceta

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