Por segunda vez en tres temporadas, Real Madrid y Atlético
de Madrid se han enfrentado en la final de la UEFA Champions League, la competición de clubes de fútbol más importante
del mundo. Es evidente que llegar a jugar este partido ya supone un éxito sobresaliente
que solo está al alcance de los mejores de los más grandes. El Madrid y el Atleti
lo son, y la final solo se decidió en los penaltis gracias a un único error. En
la tanda de los once metros podría haber ganado cualquiera de los dos, y si la
victoria hubiera sido atlética, no habría cambiado el comentario que expongo a
continuación, que debe entenderse con independencia del resultado final.
El Atleti jugó un partido que, en general, emocionó a sus
seguidores y a muchos de los que no lo son. Dio la impresión de comenzar algo
nervioso, lo que puede explicar los errores en la defensa del balón parado que
le costaron encajar un gol y casi otro. Pero fue a más. Y jugó con la ambición
del que quiere ser campeón: atacando y buscando el gol, tocando bien el balón
para encontrar el hueco y no desfalleciendo nunca. La decepción del penalti
errado al comenzar la segunda parte fue rápidamente superada, y el Atleti
siguió insistiendo hasta que lo consiguió.
Con el ansiado gol llegó uno de los principales momentos
psicológicos del partido: quizá el más relevante. Justo antes, estaba a punto
de salir al campo Correa, un delantero goleador. El Atleti necesitaba el gol, y Correa era un plus muy valioso. Pero llegó el empate, y se anuló la sustitución. En ese momento, el Madrid estaba tocado física y, sobre
todo, psicológicamente, y faltaban once/catorce
minutos en los que el Atleti, con el viento a favor, tenía la oportunidad de intentar decidir el partido… pero
se volvió conservador, se echó atrás y fue el Madrid el que paradójicamente
tuvo las mejores ocasiones. Aquí, en mi opinión, le faltó al Atleti la
ambición del campeón. Volvió a ser un equipo “pequeño” que se fortifica en la
retaguardia y espera el error del rival, en lugar de ese equipo grande que
había sido hasta entonces llevando la iniciativa hacia la victoria sin
importarle el riesgo. ¿Habría ganado el Atleti de haber continuado atacando con la ambición que hasta ese momento había mostrado, más aun con Correa? No
lo sabemos, pero muy probablemente habría tenido más oportunidades de las que tuvo; y lo
mismo en la prórroga.
Lo que ha hecho el Atleti en estos últimos años es
admirable. Y podría ser campeón de Europa con mejor suerte en los penaltis;
como también pudo serlo en Lisboa. Pero… Por supuesto, no hay que quitarle mérito
al Madrid. Salió mejor que su rival y se refugió en conservar la ventaja que tan pronto adquirió, pero
aun así tuvo más ocasiones que su rival, y sobre todo, mostró una mayor
ambición en los momentos finales y en la prórroga. Curiosamente, aunque los dos
estaban ya con pocas fuerzas, fue el Madrid, que parecía más debilitado, quien
más intentó resolver el partido antes de los inciertos penaltis. Ahí demostró
tener la ambición del campeón que le faltó al Atlético. Que quede claro que no es
que el Madrid tuviera ambición y el Atleti, no. Los dos la tuvieron, y mucha,
pero la diferencia estuvo en ese extra que en un momento concreto impulsa a ir a
por el partido en lugar de esperar. Evidentemente, este factor no influyó en el
resultado final, ya que una vez en los penaltis, ese extra de ambición no
cuenta, y el Atleti podría ser el campeón si hubiera tenido un poco más de
acierto. La cuestión es si podría haberlo sido antes si hubiera aprovechado la
superioridad psicológica que, en un momento crítico del partido, le diferenció de un adversario que sin embargo supo salir de las cuerdas.
(Enhorabuena al Madrid y al Atlético).
Chema Buceta
29-5-2016
Twitter: @chemabuceta
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